Sami Zayn, el luchador que se convirtió en el favorito de la WWE por una traición

Sami Zayn traicionó a Roman Reigns en el evento Royal Rumble 2023. (Joe Camporeale-USA TODAY Sports)
Sami Zayn traicionó a Roman Reigns en el evento Royal Rumble 2023. (Joe Camporeale-USA TODAY Sports)

Sami Zayn eligió la amistad por encima de la lealtad. Traicionó a Roman Reigns, el luchador más importante de la WWE en la actualidad, al que le juraba fidelidad a cambio de reconocimiento. No soportó que destrozara a Kevin Owens, su mejor amigo en la industria deportiva, y le propinó un sillazo. ¿El resultado? Terminó devastado en el ring, pero con más de 50 mil personas coreando su nombre.

El instante se volvió viral y ya acumula más de 20 millones de reproducciones conjuntas en las redes sociales de la compañía. El ataque lo posicionó como un favorito absoluto del público de la lucha libre y uno de los principales candidatos para destronar a Reigns, el villano del cuento que ha ostentado los máximos campeonatos de la empresa por más de 800 días.

Desde 2022, Zayn inició su ruta hacia los sitios estelares de la WWE. Aunque culminó derrotado, fue capaz de entregar un combate entretenido contra Johnny Knoxville. Nadie le tenía fe al actor, sólo él. En WrestleMania, el show anual más prestigioso de la promotora, hizo relucir a la insignia de Jackass. No le importó asumir el sufrimiento de castigos con bolas de boliche o trampas de ratón, debía cumplir con su misión.

Y por eso revalidó su estatus como un luchador confiable; que no sólo recibía a celebridades sin experiencia en la disciplina, sino que estaba dispuesto a favorecer el entretenimiento deportivo. Con Triple H al mando creativo, comenzó a emparejarse con el monarca Roman Reigns. Intentó llamar su atención a toda costa, con tal de convertirse en su aliado.

Deseaba unirse a su agrupación: The Bloodline, la facción conformada por sus familiares que impartía temor en la WWE. Sí, no era uno de sus primos directos como Jey Uso, Jimmy Uso o Solo Sikoa. Tampoco gozaba de la confianza entera de Paul Heyman, el mánager que llevó a la cúspide a Brock Lesnar y ahora procura el brillo de Reigns. Sin embargo, fue integrado como un miembro honorario.

Zayn realizaba el trabajo sucio del equipo. A la par, se sacrificaba para protegerlo. ¿Patadas y cabezazos? Si estaban destinados a otros miembros del grupo, él ponía su cuerpo por delante para que no resultaran afectados. La afición le confirió un cariño especial, a partir de la empatía. Representaba un ser vulnerable; un elemento que lo dejó todo de sí por pertenecer a un sitio donde no lo valoraban.

La rivalidad de Roman Reigns con Kevin Owens, el amigo personal de Zayn desde hace 15 años, lo colocó en tela de juicio. Fue obligado a masacrarlo, pese a que no lo quería, y obedeció hasta que no pudo más. En su prueba final, dentro del magnoevento Royal Rumble, hizo caso omiso a las órdenes del autodenominado Jefe Tribal.

Con Owens inconsciente y esposado a las cuerdas, prefirió protegerlo. Se cansó de ser utilizado. En su lugar, golpeó con una silla al estandarte de la WWE. El resto de la familia no dudó en darle la espalda. Cerró la función junto a su compañero incondicional, ambos postrados en el centro del cuadrilátero. En San Antonio, el Alamodome entero abucheó e insultó sin piedad a Reigns. El giro de guion funcionó.

Su historia abandera la programación semanal, es la de mayor relevancia en la última década. Lograron ejecutar la premisa más grande del negocio: cada trama de la lucha libre está planeada, pero siempre debe plasmarse lo más real posible al espectador. Cody Rhodes, gladiador en activo, reveló que los propios atletas se sintieron enganchados.

Al menos 10 luchadores querían salir a salvar a Sami y Kevin. El detalle es que no tenemos permitido hacerlo”, confesó en entrevista con The Bump. Zayn está en su mejor momento. Tiene claro su impacto, sólo que prioriza la realidad por encima de la ficción. Sabe que es el underdog por excelencia y que su oportunidad titular está cerca. También, reconoce que difícilmente será elegido como la imagen de la WWE en el mediano plazo. No tiene problema en aceptarlo.

“Por la manera en que mi historia se ha construido en los últimos nueve meses, no digo que esto vaya a ocurrir, si le quito los títulos a Roman Reigns nadie estaría inconforme. Lo hemos hecho muy bien. Sí, podría mantener el campeonato mundial por unos meses, ir al programa de Jimmy Fallon, bromear. Puedo hacer todo eso. Aunque entiendo la proyección de la compañía, al tipo de luchador que ven como su representante a futuro. Por mi físico, no encajo en los estándares de ese molde”, confesó, fuera de personaje, al periodista Ariel Helwani.

El 18 de febrero, tratará de finiquitar el reinado de Roman Reigns como local en Montreal. No habría mejor lugar para gestar su hazaña. Demostraría que, tal como en las producciones de cine, el talento no se mide por la firmeza de los músculos sino por la capacidad para interpretar un rol. En ocasiones, hasta los actores secundarios opacan a los protagonistas.

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