Cassandro, el luchador homosexual que le plantó cara el machismo del pancracio mexicano

Cassandro, luchador mexicano, durante una gira en Francia en 2014. (Aurelien Meunier/Getty Images)
Cassandro, luchador mexicano, durante una gira en Francia en 2014. (Aurelien Meunier/Getty Images)

Cassandro es el luchador exótico más emblemático de México. Además, uno de los primeros gladiadores abiertamente homosexuales en competir arriba del ring. Su batalla más importante en los encordados fue contra la discriminación y el machismo en el deporte-espectáculo. Demostró que la orientación sexual no determina el talento de un atleta. Hoy, su reconocimiento es mundial.

Saúl Armendáriz, el ser que le da vida al personaje de Cassandro, nació en El Paso, Texas. Sin embargo, alcanzó la fama del otro lado de la frontera: en Ciudad Juárez, Chihuahua. Desde los cinco años, se identificó como gay. Admitió que durante su juventud, en la década de los setenta, sufrió de abuso verbal, psicológico y sexual en la escuela y en su propio hogar.

Confesó que deseaba devolver todo el coraje que había acumulado. La lucha libre le concedió la oportunidad; le llegó por casualidad, mediante las películas de El Santo. Una vez que terminó sus estudios como asistente médico, se enfocó de lleno en el gimnasio. Tomó al pancracio a modo de vía de “escape” y, eventualmente, lo adoptó para hacerse justicia a propia mano de los hombres.

Entrenó en el complejo Josué Neri Santos de Ciudad Juárez con el profesor Víctor Ojeda, que le instó a construir un legado en la disciplina. En esa etapa, conoció a Pimpinela Escarlata, quien también contendía frente a la homofobia en el circuito: pronto, se convirtió en su aliada dentro y fuera de los cuadriláteros. Pero la construcción de su éxito no fue sencilla.

Trabajó de la mano de Rey Misterio, uno de los maestros más laureados de Tijuana y tío del ícono de la WWE, a finales de los ochenta. Le sugirió que utilizara una máscara para perder el miedo escénico; lo nombró Míster Romano. No obstante, la tapa no le permitía reflejar su verdadera personalidad al público. Decidió conservar la incógnita por seis meses.

Dejó la careta de lado, reconfiguró el significado de "exótico". En México, el término es empleado para referirse a los atletas heterosexuales que interpretaban a gladiadores homosexuales. Por lo que forjaron un estereotipo: los redujeron a solo peinarse, darle besos al rival y generar siluetas de mariposas con las manos para enviarlas a la grada. Eran más que todo eso.

Los encasillaron en una burla, sin distinguir sus habilidades, hasta que llegó Armendáriz. No sólo despojó del mando a los hombres, sino que cambió el panorama: se encargó de abanderar dignamente a la comunidad LGBT+ sobre la lona. “Quería hacer algo fino, representar a la lucha libre mexicana como un verdadero gay”, sentenció.

Recibió el alias de Rosa Salvaje, derivado de la telenovela que protagonizó Verónica Castro. Después propuso el de Cassandro, el que lo elevó a la cumbre. Manifestó que el maquillaje era su verdadera máscara de guerra. Cada semana reunía piezas de vestidos de sus hermanas para conformar sus diseños. Los complementaba con guantes y paraguas. Reforzaba la apariencia con su dominio de las llaves, vuelos y castigos.

Un encuentro titular con El Hijo del Santo, en enero de 1991, lo asentó en el pancracio. El comisionado Wolf Ruvinskis y distintos promotores se oponían a la posibilidad de verlo pelear con el heredero del ídolo nacional. El estandarte de plata no dudó en respaldar su valía. Armendáriz no soportó tanta presión e intentó suicidarse al cortarse las venas; Pimpinela Escarlata acudió a su rescate.

Cassandro junto a Dr. Wagner Jr. y El Hijo del Santo, leyendas de la lucha libre mexicana, en Londres durante 2015. (Peter Macdiarmid/Getty Images)
Cassandro junto a Dr. Wagner Jr. y El Hijo del Santo, leyendas de la lucha libre mexicana, en Londres durante 2015. (Peter Macdiarmid/Getty Images)

El compromiso se efectuó con normalidad. Aunque no ganó el Campeonato Mundial Ligero de la UWA, consiguió el respeto que exigía. Años más tarde, por fin conquistó la presea. Su chispa era lo que tanto molestaba a los detractores. Aseguró que en Ciudad Juárez, compañeros lo golpearon en reiteradas ocasiones e intentaron apuñalarlo con un picahielo.

En suma, reveló que luego de su arribo al Toreo de Cuatro Caminos de Ciudad de México, la leyenda Mil Máscaras discriminó a los exóticos. “May Flowers, Rudy Reyna, Pimpinela Escarlata y yo siempre estábamos juntas. Un día Mil Máscaras nos dijo que parecía travesti show. May se paró y lo enfrentó: ‘si estamos aquí es porque estamos capacitadas para luchar con un hombre como usted’. Él dijo: ‘pues eso espero’. Después nos hicimos muy amigos”, aseveró.

En los noventa, recorría arenas de la capital del país, Querétaro, Morelos, Puebla y Estado de México. Aún en la cima de las funciones, el ambiente del vestidor era complejo. Aceptó consumir alcohol y drogas con tal de lidiar con esa realidad. Incluso terminó en la cárcel. Entonces, tocó el punto más bajo de su carrera en 1997. El fallecimiento de su madre lo orilló a rehabilitarse.

Brilló en Lucha Libre Triple A, comenzó sus giras en Francia y Reino Unido. No había forma de detener su auge. Amazon lo contactó para realizar una película autobiográfica: “Cassandro, The Exotico”, dirigida por Marie Losier y estrenada en el Festival de Cannes durante 2018. Confirmó que Gael García lo interpretará en un proyecto que aún no sale a la luz, de ahí que le prestó su indumentaria para el film.

A la edad de 52, Cassandro compite de forma esporádica; carga consigo más de 30 años de trayectoria. Organiza espectáculos deportivos y brinda sesiones de entrenamiento en El Paso. En 2021, le retiraron un coágulo del cerebro; sigue recibiendo múltiples homenajes. Vela por la danza azteca, el feminismo y los derechos LGBT+. Es el Divo del Ring, nadie puede desprestigiar su lucha revolucionaria.

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