Sargento Slaughter, el militar de la WWE que fingió ser un veterano de la guerra

El Sargento Slaughter en un partido de las Águilas de Phildelphia, de la NFL, durante 2015. (Mitchell Leff/Getty Images)
El Sargento Slaughter en un partido de las Águilas de Phildelphia, de la NFL, durante 2015. (Mitchell Leff/Getty Images)

El Sargento Slaughter es el militar más recordado en la historia de la WWE. No era para menos, representaba un símbolo de suma importancia en la cultura estadounidense: las fuerzas armadas. Y por ello, su historia encajó tan bien con millones de seguidores de la empresa. Sin embargo, en ocasiones, no todo lo que se cuenta en televisión resulta ser verdadero.

Slaughter, cuyo nombre real es Robert Remus, interpretó a un militar a partir de los ochenta. El relato indicaba que no sólo lo hizo ante las cámaras; afirmó que antes de convertirse en luchador, perteneció al Cuerpo de Marines de Estados Unidos. Alegó que se desempeñó cómo instructor de simulacros entre 1966 y 1973, y que además realizó dos incursiones en Vietnam.

El Sargento Slaughter junto a 'Rowdy' Roddy Pipper, leyenda de la WWE, en 2010. (Chris Weeks/WWE/Getty Images North America)
El Sargento Slaughter junto a 'Rowdy' Roddy Pipper, leyenda de la WWE, en 2010. (Chris Weeks/WWE/Getty Images North America)

"Cuando me adentré a la lucha, ni siquiera pensé en utilizar ese personaje. Me llamaba Beautiful Bobby. Una de mis superestrellas favoritas era 'Superstar' Billy Graham. Usaba camisas tie dye y me teñí el cabello de rubio. Era muy incómodo para mí. Entonces dejé de competir. Empecé a ayudar a mi padre a colocar techos. Un día volvimos del trabajo, prendí la televisión y vi la película de marines llamada 'The D.I.' de Jack Webb. Miré a mi papá y le dije que ese podría ser un gran villano en el ring. Saqué mi sombrero de campaña, mi bastón de mando y le pedí a mi esposa que me tomara fotos caracterizado. Las envié a una empresa de lucha libre, les expliqué la idea y la amaron. Me pidieron que lo debutara en Kansas City en 1975", señaló en entrevista con la emisora de radio KMEL de San Francisco.

La compañía hizo todo por venderlo al público como el gran héroe de la milicia que estaba ahí para plantarle cara a cualquier antagonista que tuviera enfrente. El experimento funcionó: en el papel, era un marine legítimo que ejecutaba las órdenes que ya conocía. Las gafas y el traje camuflado apuntalaron su puesta en escena. Tanta era su fama que G.I. Joe y Hasbro lo incorporaron a su franquicia.

WWE también lanzó juguetes del Sargento Slaughter, bajo el sello de Mattel. (REUTERS/Jeff Zelevansky)
WWE también lanzó juguetes del Sargento Slaughter, bajo el sello de Mattel. (REUTERS/Jeff Zelevansky)

Abandonó el emporio en 1985, apostó por su impacto mediático fuera de los cuadriláteros. A la par, Hulk Hogan se erigió como un fenómeno de las masas. Lo había desplazado de su sitio, era el nuevo prototipo por excelencia del nacionalismo. Pero su rol cambió en los noventa, cuando recibió una oferta de Vince McMahon para regresar a los encordados de la promoción. Destronó a The Ultimate Warrior del Campeonato de la WWE, el de mayor jerarquía en la industria.

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Aunque McMahon aprovechó el contexto de la Guerra de Golfo, entre Estados Unidos e Irak, para modificar la postura política de su personaje. Provocó que se transformara en el rudo del cuento. Nadie podía creer que Slaughter dejara de ser el defensor acérrimo del país y que, en su lugar, respaldara al extranjero. Fue un giro de guión inesperado, lleno de polémica.

Ese era el objetivo: mostrarlo como un traicionero a la patria para ensalzar a su rival. No podía ser otro, sino el hombre que lo reemplazó cuando estaba en su mejor etapa. En la rivalidad, McMahon le propuso que quemara la bandera estadounidense; no obstante, este se negó. Prefirió tomar una camiseta de Hogan e incendiarla frente a los espectadores. Admitió que produjo un resultado similar.

La intención era que ambos colisionaran, con el cinturón de por medio, en la WrestleMania de 1991. El show insigne del entretenimiento deportivo era el escenario idóneo para albergar un combate de tal magnitud. Sólo que las cosas se salieron de control. Slaughter confesó que fue amenazado de muerte. La situación preocupó a la WWE, que lo orilló a que utilizara un chaleco antibalas y lo protegió con seguridad privada.

De igual forma, anunció que cambiaría la sede de su evento en Los Ángeles por precaución, ante la posibilidad de una bomba. Lo movió del Memorial Coliseum, estadio al aire libre y con aforo de más de 80 mil asistentes, al Memorial Sports Arena: cerrado y capaz de reunir a menos de 20 mil personas. En la lucha estelar de la velada, Hogan revalidó su estatus de monarca principal.

A la postre, el Sargento Slaughter se alió con un par de gladiadores iraquíes: Colonel Mustafa y General Adnan. La grada le juró odio. Previo al cierre del año, retomó su faceta militar. Era la decisión adecuada en un instante inmejorable, pues el conflicto bélico había terminado. Así retornaron los fieles que lo impulsaban, con tal de acabar su carrera en lo más alto.

Para WWE, el respeto a las fuerzas armadas es crucial. En diciembre de cada año, las reconocen con función especial de homenaje; el cartel es denominado Tributo a las Tropas. En adición a ello, más de 10 luchadores que han integrado sus filas sostuvieron un pasado comprobable en el ejército. Los casos de Randy Orton, Road Dogg, Kevin Nash, Perry Saturn y Lacey Evans fueron los más conocidos.

El Sargento Slaughter también formó parte del listado, hasta 2020. La realidad es que los aficionados de la WWE vivieron engañados por más dos décadas. En medio de la pandemia por COVID-19, el usuario @socaluncesored publicó en Twitter un fragmento del diario The Baltimore Sun de 1985; mismo que ayudó a desentrañar una de las mentiras mejor contadas del pancracio.

En ellos, el capitán Jay Farrar, miembro de la oficina de Asuntos Públicos del Cuerpo de Marines, reveló que no tenían ningún registro de Robert Remus. Agregó que los auténticos marines se habían quejado porque utilizara el uniforme, ya que nunca obtuvo el derecho de portarlo; sus acciones reflejaban deshonor, debía quitárselo con efecto inmediato.

WWE hizo caso omiso, sólo generó que la publicación no causara eco en ese lapso. Luego de 35 años, la comunidad enloqueció al enterarse del hecho. ¿Cuál fue la reacción de la promotora? Retirar a Slaughter de los artículos de su web en donde aludía a su adiestramiento militar. Era la solución más sencilla, en virtud de no alimentar el problema.

A pesar del embrollo, lo consideran una leyenda; lo exaltaron a su Salón de la Fama en 2004. Quizá nunca fue un veterano de guerra. Pero cuando más lo necesitaban, estuvo ahí para salvarlos. Sí, miles ya se dieron cuenta del engaño, ellos seguirán creyendo en la fidelidad de su propia trama. Inventar historias es su especialidad y lo mejor para su negocio.

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