El milagro de Cleveland que cambió la historia

 

En pocas ocasiones tenemos la oportunidad de atestiguar grandes acontecimientos deportivos, esas hazañas que sólo dejan de parecer imposibles hasta que se materializan, que quizás sólo aparecen como un fugaz pensamiento, una idea remota en la mente de algún loco, idealista o soñador. Hay varios ejemplos de esto, pero este domingo por la noche, fuimos testigos de uno de esos momentos.

Pensemos un instante en cuánto trabajo le costó a los Warriors de Golden State culminar con una temporada en la que fueron prácticamente invencibles, imponiendo una histórica marca de 73-9, incluso desplazando la mágica temporada de 1995-96 de los Chicago Bulls. Ejercer una hegemonía sobre el resto de la NBA, convertirse en el azote de una liga como en su momento en la historia lo fué Gengis Kan, metafóricamente hablando.

 

CLEVELAND (OH, EE.UU.), 16/06/2016.- Stephen Curry de los Warriors se dirige a la banca, jueves 16 de junio de 2016, durante el sexto partido entre Warriors y Cavaliers por la Final de la NBA, en Quicken Loans Arena de Cleveland, Ohio (EE.UU.). EFE/DAVID MAXWELL
CLEVELAND (OH, EE.UU.), 16/06/2016.- Stephen Curry de los Warriors se dirige a la banca, jueves 16 de junio de 2016, durante el sexto partido entre Warriors y Cavaliers por la Final de la NBA, en Quicken Loans Arena de Cleveland, Ohio (EE.UU.). EFE/DAVID MAXWELL

 

Por momentos, y vaya que fueron varios, parecía que las cartas ya estaban echadas, que los californianos iban directo y sin escalas a conseguir su segundo título consecutivo. Los de Steve Kerr incluso rescataron juegos que parecían perdidos, de las formas más inverosímiles; Stephen Curry, ganador de su segundo nombramiento como MVP de la liga, hundiendo triples casi desde otra zona horaria, al igual que Klay Thompson, y Draymond Green, con su cuestionable manera de hacer las cosas.

 

 

Golden State parecía estar al borde del precipicio al encontrarse abajo 1-3 en la Final del Oeste pero sacó fuerzas de donde parecía no quedaba ya nada ante un impetuoso equipo del Thunder de Oklahoma City. Los de Kevin Durant y Russell Westbrook cometieron el error de dejarlos respirar y los Warriors confirmaron ser el equipo elegido, a ese punto, para repetir el campeonato, al recuperarse y avanzar a la Final.

 

LeBron James, de los Cleveland Cavaliers, bloquea un tiro de Stephen Curry, de los Warriors, en el séptimo juego de la Final de la NBA, el 19 de junio de 2016 en Oakland, California (AFP | Beck Diefenbach)
LeBron James, de los Cleveland Cavaliers, bloquea un tiro de Stephen Curry, de los Warriors, en el séptimo juego de la Final de la NBA, el 19 de junio de 2016 en Oakland, California (AFP | Beck Diefenbach)

 

Del otro lado, los Cavaliers llegaron a ponerse a medio camino de las Finales de la NBA cuando en la Final del Este marchaban 2-0 sobre los Raptors de Toronto, hasta ese punto, con una postemporada perfecta (10-0), no sin antes pasar por problemas de química, el despido de David Blatt, las dificultades para conseguir armonía y un estilo de juego, muchas adversidades.

 

 

Pero se las arreglaron para llegar a donde se suponía debían hacerlo, colocarse en posición de repetir como finalistas y aspirar a un cetro tras el retorno de James a Cleveland luego de cuatro años en Miami, donde terminó de sazonarse, de madurar, como persona y como jugador. Un escenario salteado de presión y de una gran responsabilidad, porque como hemos dicho, no sólo era el darle un campeonato a los Cavs, a Cleveland, sino acabar de una vez por todas con un maleficio que nadie sabe cómo empezó, pero sí cómo se cimentó y llegó a ser una auténtica pesadilla.

 

 

La historia parecía que se iba a repetir, como en 2014-2015. Los Warriors estaban a medio camino de conquistar su segundo título, 2-0 arriba en la serie y tras vencer en el Oracle Arena por sendas palizas de 104-89 y 110-77, el guión estaba ejecutándose acorde a lo esperado. La serie volvió a Cleveland y en el Quicken Loans Arena, una gran actuación de James le dió el triunfo a los Cavs 120-90, dándoles algunas esperanzas, que rápido, en el Juego 4, se diluyeron con una victoria de Golden State por 108-97, pero en ese juego empezaron a cambiar la cosas con el golpe de Green a LeBron en la ingle que derivó en una suspensión por acumulación de faltas flagrantes.

 

Draymond Green, derecha, de los Warriors de Golden State, discute con LeBron James, izquierda, de los Cavaliers de Cleveland, mientras son separados por Channing Frye (9) en el cuarto juego de la final de la NBA en Cleveland, el viernes 10 de junio de 2016. La NBA suspendió el domingo 12 de junio a Green para el quinto encuentro de la serie por cometer su cuarta falta fllagrante en la serie. (AP Foto/Ron Schwane)

 

Luego, James, Kyrie Irving y compañía, lograron lo imposible: nunca un equipo de la NBA que estuviera abajo 1-3 en unas Finales NBA había logrado recuperarse para ganar el título, a lo sumo, sólo habían forzado a un Juego 7 para perderlo. Las probabilidades eran mínimas, escasas, un panorama casi desolador, desesperanzador, una sensación de "otra vez va a pasar lo mismo".

Dos juegos consecutivos de 41 puntos y para culminar la hazaña, en el séptimo encuentro, LeBron acumuló su séptimo triple doble en una Final, con 27 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias para guiar a sus Cavaliers al primer título en su historia y hacer que las palabras campeón y Cleveland se conjugaran positivamente en más de cinco décadas.

 

 

No fue fácil, por eso cuando se consumó la hazaña, el ahora tres veces ganador del trofeo MVP de las Finales se tiró al piso, a llorar, a liberar todo ese peso del que se había despojado, no sólo al ganar ese juego, esa serie que parecía una misión imposible, sino al tener una infancia llena de carencias, de pobreza, de mudarse de un lado a otro, de padecer, de no tener una figura paterna, de convertirse, gracias a la etiqueta de la revista Sports Illustrated, en El Elegido, de corresponder a la altura de las expectativas, de quitarse etiquetas y ponerse otras, de liberarse, simplemente de liberarse.

 

 

Con su anhelo, hambre y determinación, James guió a los Cavaliers a cambiar la historia, y a escribir una nueva, a despedazar el script con el que se supone iba a concluir esta temporada, fue una categórica victoria, con todo en contra y que quedará ahí para los anales de la NBA, no sólo por lograr que Cleveland triunfara en el modo en el que lo hizo sino también porque tuvieron la capacidad de vencer al equipo que estaba preparado para ganar, pero no para perder.

¿Cuál es tu momento más memorable de estas Finales?

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