El Real Madrid siempre vuelve

El Real Madrid siempre vuelve

Como ante el Atlético de Madrid en Lisboa, como ante el Sevilla en Trodheim, o como contra el Manchester City en 2012 en el Bernabéu, el Real Madrid siempre vuelve, y si es su estadio, más.

Zinedine Zidane, a pesar de sus palabras --siempre positivas-- en la conferencia de prensa después del partido, no puede estar muy contento con lo que vio sobre el terreno de juego. Después de abonarse a la meritocracia todo el verano, en el primer compromiso de enjundía se rindió al equipo de gala, el equipo que el corporativismo del club impone, con la BBC desajustada y a medio gas. Se suponía que, aunque el Sporting de Portugal pudiera poner en algún aprieto al equipo, el ambiente, el estadio y las ganas de agradar serían suficientes para llevarse el partido... y así fue.

Los blancos cerraron quizás el peor partido de la era Zidane, jugando muy mal durante los 90 minutos y sin demostrar el arrebato típico tras el gol de los portuguéses, el Real Madrid se presentó en el campo caminando, sin ningún empaque, perdiendo todos los balones divididos y fallando jugadas con florituras innecesarias.

Fue el primer partido en que Bale, Benzema y Ronaldo volvían a juntarse en el terreno de juego desde la final de la Champions League de Milán, y lo cierto es que se les notó fuera de forma a los tres (especialmente a Benzema y Ronaldo) y sobre todo con mucha falta de compenetración. El resultado fue un equipo roto, con la BBC, como a principios del año pasado, totalmente desconectados del juego, sin ayudar en la presión ni en la recuperación, y con Kroos, Modric y Casemiro haciendo horas extras.

En la primera parte, el Real Madrid no pudo prácticamente pasar del medio campo, y nada más arrancar la segunda parte, el Sporting aprovechó una de sus claras ocasiones, tras un error de Ramos y Modric, que acabó regalando el balón a Bruno César, un constante incordio para la defensa blanca.

Con el 0-1 en el marcador, Zidane dio la oportunidad a Lucas Vázquez y Morata, y fue ahí cuando las cosas empezaron a cambiar. Es cierto que no se jugó mucho mejor, pero el empuje de los dos canteranos se nota y mucho, y con su presión y desborde los mediocentros se sienten mucho más respaldados para recuperar y salir jugando. James Rodríguez fue el tercer cambio, disfrutó de 15 minutos, y acabó siendo clave en el resultado final.

Aunque la tromba no llegó, Cristiano Ronaldo tomó la responsabilidad en el minuto 88 de lanzar una falta (la verdad, completamente inexistente) algo centrada, quizás mejor puesta para un zurdo como James. El portugués, que acababa de rematar un disparo franco en el área pequeña al palo, sabía que había tenido un partido muy pobre y que sólo podía salvarlo con un toque de genialidad. Y acabó pondiendo el balón en la escuadra izquierda de Rui Patricio.

Cuando todo parecía que acabaría en 1-1, arrancó el show de James. Quizás fue quien más balónes tocó en esos agónicos últimos cinco minutos de partido, y el universo quería que acabara siendo uno de los protagonistas del partido. Un balón colgado de manera perfecta desde la izquierda encontraría a Morata en el segundo palo para remachar a la red impecablemente un cabezazo que sigue agrandando la leyenda del Real Madrid en el minuto 93.

Zidane aseguró tras el encuentro que los cambios están para esto, para cambiar el rumbo de los partidos, pero bien haría el técnico en no quedarse en los conceptual y apuntarse a lo práctico: Deben jugar los que mejor estén, y ahora mismo, James, Morata y Lucas Vázquez están para jugar y ser importantes.

El Real Madrid hizo un muy mal partido y debe estudiar los errores cometidos para no volver a caer en ellos a partir del próximo fin de semana. De momento, el objetivo está cumplido con los tres puntos del arranque de la Champions, pero toca aprender y seguir progresando.

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