El pecado de la intermitencia

El pecado de la intermitencia

El Real Madrid de Zinedine Zidane no tendrá un estilo de juego llamativo como el Barça de Luis Enrique o el City de Guardiola, pero tiene un estilo. El francés ha dotado de un juego pulcro y reconocible a su equipo, que sin embargo vive al relinche del estado de ánimo de sus jugadores.

Las directrices son claras: El balón se saca jugado desde atrás, las progresiones se hacen de banda a banda, a poder ser a un toque para encarar al rival descolocado, los extremos ayudan en defensa y la presión se hace alta, cerca del área contraria, y la defensa se mantiene en las inmediaciones del mediocampo para achicar el rango de acción del equipo contrario.

Lo que ocurre es que para que estas reglas se cumplen los jugadores tienen que poner de su parte, física y mentalmente, y de momento, al Real Madrid le está condenando una intermitencia imperante, que no permite que el equipo cierre un partido importante de manera satisfactoria.

Los blancos dieron una clase magistral de saber estar en el Signal Iduna Park de Dortmund, pues los de Tuchel salieron a morder la hierba y a intentar encerrar al Real Madrid en su área. Los blancos, con la vuelta de Navas a la titularidad y una nueva apuesta por la BBC arriba, ni se inmutaron. Al ritmo que marcaban Kroos y Modric empezaron a manejar el balón buscando siempre terminar la jugada, algo que no consiguieron hasta bien pasado el cuarto de hora de juego, sobre todo porque Benzema volvió a mostrarse ausente -- mientras Morata relnchaba en la banda.

Pero en el minuto 17 todos los cracks se alinearon para que los blancos se pusieran por delante en el marcador con un auténtico golazo de tiralineas de Cristiano Ronaldo, mucho más preocupado esta vez en ayudar al equipo que en si acabaría o no cambiado por un compañero.

El portugués volvió a ser el de siempre, mostrándose, asociándose, siendo todo un peligro en ataque y un constante incordio para una defensa del Borussia Dortmund que se presenta como su mayor tara.

Sin embargo, y como viene siendo ya normal esta temporada, los plomos se le fundieron al equipo de Zidane. Desde el minuto 17 hasta el descanso, quizás complacido por el gol del portugués, se hecho a dormir y a ver como las balas amarillas de Aubemayang y Dembelé circulaban muy cerca de los postes de Keylor Navas. En el 41, un error en la salida de Ramos, que volvió a jugar un partido paupérrimo en el apartado defensivo, acabó en un absurda falta al borde del área que, para más inri, Keylor Navas no supo domar y su espérpentico rechaze rebotó en Varane para acabar dentro de la red.

Un error de colegiales que no debió alterar mucho a los blancos, pues hasta cierto punto era normal que Keylor errara en su vuelta al trabajo, y porque quedaba una segunda parte en la que el físico y el talento pondría el partido a los pies de los merengues.

Y así fue. El Real Madrid jugó los mejores 45 minutos de lo que va de campeonato, pero sólo pudo marcar un gol a su rival. Fue justamente Varane, tras un rechaze del palo a disparo de Benzema, pero antes hubo oportunidades de todos los colores para Ronaldo, para Bale, para Benzema e incluso para James y Modric.

El equipo, con Modric y Kroos en plan estrellas, bailó sobre el Borussia durante gran parte del segundo acto, pero una vez más, no cerrar el encuentro les costó caro. En el 87, Danilo no siguió a su marca por la derecha del ataque Borussier y el balón cruzado le cayo a Schurrle, que reventó la escuadra derecha de Navas sin dejar tiempo para que el Real Madrid reaccionara.

Lo intentaron los de Zidane, para no perder la costumbre, y Morata --que entró en el 88 cuando mereció al menos 20 minutos de partido-- puso en bandeja un balón a Bale que Schmelzer envió a corner en el último instante.

Y es que el Real Madrid se ha acostumbrado a vivir en el alambre, su addición a ese subidón final parece infitita, pero como ha comprobado ya varias veces, estas historias no siempre terminan bien. En su haber queda el hecho de que aun no han perdido un solo partido este año y que su nivel competitivo sigue subiendo.

Si Zidane consigue que sus jugadores sean un poco más constantes sobre el terreno y no se dejen llevar tanto, el futuro pinta bastante bien para los blancos. Si no, quizás tocará darse un paseo por sicoanalista.

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