Zinedine Zidane no puede fallar

Marseille native Zinedine Zidane says Olympique de Marseille can win the Europa League against Atletico Madrid
Marseille native Zinedine Zidane says Olympique de Marseille can win the Europa League against Atletico Madrid

A dos semanas de la final de Champions League en Kiev, a Zinedine Zidane se le presenta un problema gordo (algunos dirán que dulce) a la hora de armar la alineación en el partido que definirá la temporada del Real Madrid. De repente, tras un año con multitud de altibajos, todos sus jugadores están en perfecto estado de revista y en unas condiciones espectaculares. Cuando durante gran parte del campeonato el técnico francés ha tenido que elegir a los jugadores que menos mal estaban rindiendo, llegados a este punto, Zizou tiene ahora la papeleta de ser lo más justo posible con el estado de forma de todos sus jugadores.

Quizás el problema durante esta peculiar temporada, en la que los blancos empezaron como un rayo conquistando las Super Copas europea y española, para unos meses más tarde ganar el Mundialito de clubes y en sólo unas semanas acabar tirando por la borda gran parte del trabajo realizado al bajar los brazos tanto en La Liga como en la Copa, fue el hecho de que Zizou no supo manejar en esos momentos la meritocracia en su plantilla. El francés pasó de sus ya famosas drásticas rotaciones del años pasado, en las que dos equipos prácticamente contrapuestos se repartieron gran parte de la fase final de la temporada, a vivir y morir con su equipo de gala, el once que le brindó la duodécima en Cardiff.

De esta manera, el mismo once titular que perdía sorprendentemente contra el Girona en Liga, saltaba tres días después al césped de Wembley para ser avasallado por el Tottenham de Pochettino. La estrategia no pudo salir peor. Los once titulares se vieron con un puesto asegurado y dejaron de correr, los suplentes se vieron sin opciones e hicieron lo mismo. El equipo se cayó.

Zidane había roto uno de sus mantras más admirados. Cabe recordar que un año antes, el Real Madrid enfrentó la Super Copa de Europa (y la ganó in extremis) con Kovacic, Lucas, Asensio y Morata de titulares. Ante la falta de vacaciones de los jugadores que habían disputado la Euro con sus respectivas selecciones, Zidane apostó por los “suplentes” con los que pudo hacer la pretemporada, y estos no le fallaron. Aquella victoria sentó un precedente y los jugadores entendieron que si se esforzaban serían de la partida, y así ocurrió. El resultado fue un brillante doblete, algo inaudito en el club en los últimos 50 años, y lo que parecía que se convertiría en una dinastía apabullante en Europa.

Un año después la situación es muy diferente, aunque el Real Madrid está en su tercera final de Champions League consecutiva. No hay señal de la dinastía que se avecinaba, y los parches fichados este año han desentonado bastante. Quizás por eso Zizou quiso aferrarse a su once inicial de cualquier manera durante gran parte del año, pero lo cierto es que a partir de febrero, cuando volvió a instaurar la meritocracia, el equipo reaccionó.

De repente Benzema, Bale, Isco, y hasta Kroos y Casemiro se dieron cuenta que por detrás llegaban Marco Asensio, Lucas Vázquez y Mateo Kovacic con ganas de guerra. Los dos extremos españoles volvieron a ser el azote de las defensas contrarias y a su juego eléctrico añadían el vigor táctico que ni Gareth Bale ni Karim Benzema habían demostrado hasta el momento. El mediocentro croata, por su parte, se mostró como una gran alternativa a Kroos y Modric, y como un más que digno recambio a un Casemiro pasado de rosca en el aspecto físico.

Casi sin quererlo, el equipo empezó a encontrarse. En Liga ha conseguido cerrar una segunda vuelta extraordinaria, sólo perdiendo ante el Espanyol y ante el Sevilla en un partido en el que ya no había nada en juego. En la Champions mezcló grandes actuaciones con victorias en París y Turín, con una derrota dolorosa ante la Juventus y unas semifinales sumamente extrañas ante el Bayern de Munich: no perdió contra los bávaros, es más, ganó en Múnich, pero dejó una imagen de equipo pequeño y apocado.

Zidane se ve ahora a dos semanas de Kiev y en su mente no debe estar nada claro el equipo titular. La defensa es intocable, siempre y cuando Carvajal llegue a tiempo tras su lesión en Múnich. En el medio, Kroos y Modric estarán sí o sí sobre el césped, y arriba Cristiano Ronaldo llegará en perfecto estado de revista tras un mínimo percance físico en el Clásico. Eso deja tres puestos en pelea para siete jugadores.

En condiciones normales Casemiro debería tener su puesto asegurado, pero su bajo nivel físico en las últimas semanas (algo recuperado en el Clásico y ante el Celta de Vigo) y su suplencia en la vuelta de las semifinales de la Champions, da que pensar. Zidane podría jugársela por el esquema que le dio un valiosísimo empate esa noche ante los alemanes o por el que le brindó quizás su mejor noche de fútbol en el Parque de Los Príncipes. Un 4-4-2 sin mediocentro defensivo y con las alas bien cubiertas por Asensio y Lucas, para controlar las arremetidas se Salah y Mané.

La posición de Isco está también en entredicho. De un tiempo a esta parte Zidane no ha dejado de confiar en el malagueño. Siempre que ha estado disponible ha sido de la partida, y sus buenas tardes de fútbol ante la Juventus en Turín o este mismo fin de semana ante el Celta –ni que decir de sus dos últimos partidos con al Selección Española ante Alemania y Agentina– le ponen en un lugar predilecto para ser titular, ya sea en la banda izquierda, como segundo delantero, o el vértice del rombo del mediocampo como en Cardiff.

Arriba, la situación de Benzema y Bale da para escribir un libro. Han tenido ambos su peor temporada como jugadores blancos, pero Karim ante el Bayern en el Bernabéu y en el Clásico del Camp Nou, y Bale ante Barcelona y Celta, han dejado destellos de lo grandísimos jugadores que son. Rayando a ese nivel, nadie se sorprendería de verles como titulares en Kiev, pero ¿sería esto justo para sus compañeros que han tenido un año excepcional?

De todos, el que seguro tiene menos opciones de jugar es Kovacic, a menos que a Zidane le de por colocar al croata como cuarto centrocampista con la misión de secar a Mohamed Salah como ya hiciera con Messi en los clásicos de la Super Copa de España del verano pasado.

Lo cierto es que según hemos visto en los últimos partidos –dejando de lado el descalabro de Sevilla– parece que elija a quien elija Zidane no se equivocará, y ahora sólo falta ver de qué manera pretende afrontar el partido para decantarse entonces por un jugador o por otro. Lo que debería dejar contentos a todos en la plantilla blanca es saber que su técnico, una vez más, ha sido justo con el grupo y cuando ha tenido que sentar a las vacas sagradas, no sólo se ha atrevido, sino que ha redoblado su apuesta en los partidos más determinantes del año.

Eso sí, ahora que llega el decisivo Zidane no puede fallar en su decisión.

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