Volver a ser James Rodríguez

James Rodríguez ya brilla en el Bayern Múnich (Foto: SID)
James Rodríguez ya brilla en el Bayern Múnich (Foto: SID)

Hace diez años Clide Díaz, un directivo de Banfield, pausó un DVD que le habían enviado desde Colombia y se frotó las manos. “Tengo 16 años, soy jugador profesional. Un volante 10 con mucha llegada. Me gusta jugar con la pelota al piso y hacer gol, aunque el pasegol es un don que Dios me dio. Quiero seguir jugando para Colombia y a nivel mundial” El que hablaba en la película, sentado sobre la cama mientras agarraba relajado un mando de la PlayStation, era James Rodríguez (Cúcuta, Colombia, 1991) y en esas palabras que recoge Nelson Fredy Padilla en ‘James, su vida’ (Aguilar, 2014) hay más verdad que en cien análisis tácticos. James es más James cuanto más se acerca a que lo siempre fue. En Colombia, en aquel Banfield campeón, en el Porto, en el Real Madrid y ahora en el Bayern.

El 10 cafetero fue especial allá donde jugó, desde el campito áspero de la Academia Tolimense a la alfombra del Santiago Bernabéu, pero le ha costado un tiempo adaptarse al ecosistema particular del fútbol alemán. Un tiempo tomar impulso desde el segundo escalón. Si para el niño que admiraba a Zidane y Figo, que soñó con vestir la camiseta blanca junto a su amigo Pipe, irse cedido al Bayern fue un trance doloroso imaginen cuando su valedor, Carlo Ancelotti, agarró las maletas en septiembre.

“Cuando llegue al Bayern el 7 de octubre James estaba un poco hundido. No estaba en buena forma, no se encontraba bien. Hablé mucho con él. Fue ganando confianza. Ahora está más abierto, más libre”, explicó Jupp Heynckes, en la rueda de prensa previa a la semifinal que nos ocupa. Las dudas iniciales en Alemania han dejado paso a un James cuyo fútbol de amplio recorrido empapa completamente el del conjunto bávaro.

¿Cómo juega el James actual? Mucho de lo que representa para el Bayern está en el gol que le hizo a Lanús en un Clásico del Sur allá por 2010. En ese tanto, el que más le gusta a su madre, el que tiene grabado y muestra siempre que puede, James recibe por la izquierda y se va del defensa con un caño, después le esconde el balón, tira una pared de tacón y a la vuelta mata al portero con una definición sublime. Movilidad, arranque, llegada y una técnica superior en la pierna izquierda.

Bien como mediapunta o como interior con muchísima movilidad, en absoluto clásico, el colombiano ha brillado entre líneas: su campo de recreo natural. Animado por la seguridad defensiva que ofrece Javi Martínez, se ha convertido en un motor de creatividad y ritmo. En el elemento de ruptura en un equipo que pareció oxidado al comienzo de curso.

Seis goles, precioso alguno de ellos, y doce asistencias demuestran que el Bayern acertó al ver en él un toque de distinción imprescindible para encontrar luz en los oscuros callejones de la Copa de Europa. Su exhibición en el Sánchez Pizjuán para apuntalar la eliminación del Sevilla lo prueba.

Olvidada su salida del Real Madrid, James se afana en aprender alemán, en adaptarse al nuevo escenario con la mejor cara. Se le nota decidido y con una confianza brutal en sí mismo. Como cuando era un niño figura en Tolima y el entrenador le quitó uno de los balones buenos a un compañero menos dotado para dárselo a él porque James debía jugar con la mejor pelota. “No profe, Esté lo cogió primero Éver. Yo entreno con el que me tocó.” Superada su salida del Bernabéu, James sigue creciendo con la misma determinación que mostraba aquel dvd para Banfield.

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