Ben Yedder, héroe en el contraste

Wissam Ben Yedder del Sevilla celebra su segundo gol hoy, martes 13 de marzo de 2018, durante un partido por la ronda de octavos de final de la Liga de Campeones de la UEFA entre el Manchester United y el Sevilla FC, en el estadio Old Trafford de la ciudad de Manchester (Reino Unido). (Foto: EFE/Peter Powell)
Wissam Ben Yedder del Sevilla celebra su segundo gol hoy, martes 13 de marzo de 2018, durante un partido por la ronda de octavos de final de la Liga de Campeones de la UEFA entre el Manchester United y el Sevilla FC, en el estadio Old Trafford de la ciudad de Manchester (Reino Unido). (Foto: EFE/Peter Powell)

Era un partido para jugarlo a lo Indiana Jones. Temple y colarse por debajo de la puerta del templo maldito en el último segundo era lo que la vuelta de octavos en Old Trafford les prpuso al Manchester United y al Sevilla. Nervios de acero y algún ramalazo épico. Se vistieron de Harrison Ford los sevillanos, con más fuerza frente al fútbol más fuerte del mundo; con más astucia frente al entrenador más astuto del mundo. De héroe principalmente uno, Wissam Ben Yedder.

Tuvo que ser el liviano delantero, nada más opuesto al fútbol rugoso de Mourinho, el que se abrochase el cinturón de explosivos para volar el Teatro de los Sueños en una segunda mitad para el recuerdo. Pocos escenarios más propicios que el de esta noche se me ocurren para que Ben Yedder explotase su fútbol punzante al espacio. El franco-tunecino trabaja como ninguno frente a defensas baqueteadas y la del United lo era a las alturas del minuto 73.

Al delantero sevillista le bastaron cinco minutos para empaquetar el pase. Su desmarque, inteligencia antes que potencia, una bomba flotando entre líneas, lo vio Sarabia para cocer el primer gol. Manual de sangre fría en el mano a mano frente a un inacabable David De Gea y a soñar. Su posición en el segundo palo para remachar de cabeza el segundo vuelve a hablar claro de su sabiduría en la delantera.

Ben Yedder, que se formó en el fútbol sala y no mide más de metro setenta, resolvió la papeleta frente a uno de los conjuntos más entregados al físico que se recuerda. Contra la exuberancia animal de los Lukaku, Pogba o Fellaini, un nueve sedoso, ratonero y pícaro. Hacía tiempo que la grada de Old Trafford no perdía la paciencia con el equipo como hoy. Es lo que provoca estos contrastes.

A Ben Yedder ya se le caían los goles en el Toulouse (71 en 174 partidos) y se le siguen cayendo en Nervión. Si el Sevilla viajó a Manchester positivamente obsesionado con el gol, nadie mejor que el franco-tunecino para materializar esa obsesión. Su zarpazo a última hora para rescatar el sombrero y levantar en palmas al teatro entero ya son historia del sevillismo.

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