Valverde ha resucitado al Barça desde la presión

Ernesto Valverde observa desde la banda en el partido Barcelona-Getafe de La Liga (Foto: AP Photo/Manu Fernandez)
Ernesto Valverde observa desde la banda en el partido Barcelona-Getafe de La Liga (Foto: AP Photo/Manu Fernandez)

Con la liga a tiro (pese al resbalón frente al Getafe que deja el Atlético a siete puntos) y a la espera de los retos inminentes en la Champions League, la quinta final de Copa consecutiva lograda por el Barcelona pinta de cuerpo entero al equipo de rendimiento inmediato que ha conseguido afinar Ernesto Valverde en un tiempo récord. Ordenado, firme atrás, fluido y contundente arriba, principalmente ambicioso en la presión… pocas versiones del conjunto blaugrana más equilibradas hemos visto en el último lustro.

Valverde ha conseguido imponer su estilo en el Barcelona contra todo pronóstico. A base de resultados y un crecimiento continuo del equipo, ha aparcado el tema del estilo y colocado su fútbol presionante en la base del éxito blaugrana. Cuando hablamos de equilibrio en este Barcelona vemos un conjunto poderoso en el plano físico pero con unos solistas, Messi a la cabeza, de primer orden. Valverde puede vestir ahora sus ideas con los argumentos que nunca pudo tener en el Athletic.

Messi aparte, en esa afinación de la orquesta, Valverde ha recuperado cuatro o cinco intérpretes fundamentales. Cuatro de un nivel tan indiscutible que un acelerón suyo sería capaz de cambiar la cara a cualquier equipo top. La vuelta a su nivel de Busquets redunda en la fluidez de la salida de balón blaugrana y en su solidez defensiva. A la espera del acoplamiento de Coutinho, Iniesta ha vuelto a marcar la diferencia al menos durante una hora y el regreso de las alas Alba-Sergi Roberto le aportan al juego de ataque culé una profundidad incontenible, intimidante.

La guinda es Suárez, recuperado para la causa una vez olvidados sus problemas musculares.

Llega la Champions y es en ese escenario donde habrá que medir el 4-4-2 ordenado y vigoroso del Barcelona pero ahora mismo no se atisba un equipo capa de meterle mano a la exigencia que plantean los culés cada vez que suben de ritmo. El Betis intentó presionarles en todo el campo, seguramente la propuesta más inteligente al juego barcelonista, y salió muy escaldado. Demasiado frentes que cubrir.

Cambiando el paso frente al juego posicional de Guardiola, donde todo empezaba en el balón y la posición, Valverde construye lo suyo desde el tejado, robando alto para que Messi pueda desplegar su juego hacia Suárez entre líneas. Ese abandono del estilo clásico lo está ejecutando Valverde con la naturalidad que dan los resultados. Pese a despliegues grises como este último 0-0 ante el Getafe, dan miedo.

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