Luis Monti, el León Azul que jugó dos finales de Mundial con países diferentes

Luis Monti nació en 1901 y aún joven debutó con el primer equipo de Huracán. En 1921, ganó con el Globo el primero de los cuatro títulos del club en el amateurismo. Su pase a Boca se frustró por una lesión y en 1922 fue transferido a San Lorenzo. Por su físico imponente, su disciplina en la marca, su buen pase y hasta una gambeta digna, Monti se ganó el sobrenombre de “Doble Ancho” y enseguida se hizo dueño del mediocampo del Ciclón que fue campeón argentino en 1923, 1924 y 1927.

Sus buenas actuaciones con el equipo porteño le valieron un lugar en la zaga de la selección Argentina, con la cual debutó en 1924 y conquistó el Sudamericano de 1927, en Lima. Un año después, en los Juegos Olímpicos de Amsterdam 1928, los albicelestes fueron subcampeones, perdiendo la final con Uruguay, su acérrimo rival.

Los charrúas organizarían el Mundial de 1930, primera vez de la competencia FIFA, y Monti, a quien no le gustaba perder ni un poco e iba siempre al choque convirtiéndose en el blanco de casi todos los furiosos rivales, sabía que allí tendría su revancha.

El primer gol argentino en un Mundial

La Argentina debutó con un triunfo ante Francia. 1-0 con un gol de tiro libre marcado por… Luis Monti. El primero de la albiceleste en copas del mundo. En semifinales volvió a anotarse en el tanteador, en la goleada por 6-1 ante Estados Unidos.

La final encontraría de nuevo a argentinos y uruguayos. No hubo nada de camaradería en las horas previas. Una murga decidió ensayar en la puerta del hotel donde se hospedaba la delegación argentina, interrumpiendo su descanso.

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Primera final, primera amenaza

Monti, por su parte, recibió una carta nada amistosa horas antes del juego, donde se lo amenazaba de muerte. “Tuve mucho miedo cuando jugué ese partido porque me amenazaron con matarme a mí y a mi madre. Estaba tan aterrado que ni pensé que estaba jugando al fútbol. Lamentablemente, perjudiqué a mis compañeros”, contó el dobleancho tiempo después. Él había pedido no jugar esa final, pero la lesión de Adolfo Zumelzú lo obligó a ser de la partida.

Uruguay dio vuelta el marcador y del 1-2 pasó a ganarlo por 4-2, quedándose con el primer mundial. Monti, que aceptó haber jugado con temores esa final, fue la principal víctima de la prensa argentina, que lo acusó de “arrugar”, justo a él.

Los oriundos

No le costó demasiado a Monti, entonces, salir del país aceptando la oferta de la Juventus, de Turín, cuando el fútbol se profesionalizó en 1931. Por algunas lesiones y por falta de competencia, el doble ancho llegó más ancho que nunca Italia, y muchos tifossis se desilusionaron con la contratación. Sin embargo, el porteño se propuso volver a su mejor forma física y, con 30 años, se hizo eje de un equipo comandado por Carlo Carcano, que ganó cuatro de los cinco Scudetti del legendario Quinquenio de Oro. La Vecchia Signora dominó el fútbol italiano desde la temporada 1930/1931 hasta la 1934/1935.

Antes del Mundial de Italia, en 1934, Benito Mussolini impulsó un programa de nacionalización forzada para potenciar a la azzurra y, junto con Monti, convirtieron en “oriudos” a otros argentinos: Raimundo Orsi, Atilio Demaría y Enrique Guaita, además del brasileño Anfilogino Guarisi.

Para el Duce, esta era su copa, con la cual intentaría demostrarle su fuerza al mundo y expandir su mensaje fascista por las antenas de radio. “No sé cómo lo harán, pero Italia debe ganar este campeonato”, le dijo Mussolini a Giorgio Vaccaro, un dirigente deportivo al cual también le encargaron la tarea de “ablandar” a las selecciones rivales, con dinero y amenazas.

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En octavos de final, Italia hizo su debut goleando a Estados Unidos por 7-1. En la secuencia, fue 1-1 con España y, como aún no existían los penales para definir un ganador, debió jugarse un nuevo partido, al cual los ibéricos llegaron disminuidos porque medio equipo estaba lesionado, tras recibir todo tipo de maltratos en el primer match (ignorados por el árbitro). Monti, por su parte, se ganó dos nuevos sobrenombres: el León Azul y el Terror, después de haber conseguido lesionar al histórico arquero catalán Ricardo Zamora.

Al final, fue 1-0 para Italia. Una nueva batalla. “Menos mal que ganamos ese partido –aseguró Orsi-. Mejor dicho, ganó Monti. Les pegó a todos, creo que hasta al seleccionador español. Para colmo, el árbitro no vio nada en el gol de Giuseppe Meazza, que había hecho una falta grande como una casa, y los españoles lo querían matar. Pero eligió bien. Si lo anulaba lo iban a matar los italianos”.

Otra final, otra amenaza

En semifinales, Italia venció por 1-0 al Wunderteam austríaco con gol del “oriundo” Guaita. En la previa a la final contra Checoslovaquia, Mussolini se hizo presente en el entrenamiento de la azzurra. El mensaje, una vez más, fue claro: “Señores, si los checos son correctos, seremos correctos. Pero si nos quieren ganar de prepotentes, el italiano debe dar el golpe y el adversario, caer. Buena suerte para mañana, y no se olviden de mi promesa”. La promesa a la cual hacía alusión era una amenaza. Vittoria o morte, les había escrito en un telegrama. No hace falta traducir.

En una final tensa, contra un gran adversario, los checoeslovacos se pusieron en ventaja con gol de Antonin Puc, en el segundo tiempo. Orsi empató cerca del final y, en el tiempo extra, los italianos consiguieron la victoria con gol de Angelo Schiavio. Mussolini consiguió lo que quería y los futbolistas se salvaron de vaya a saber qué tortura.

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Tras el Mundial, Monti siguió jugando en la Azzurra hasta 1936 y en la Juventus hasta 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y la Serie A se suspendió por tiempo indeterminado. Allí anunció su retiro e inició una breve experiencia como entrenador en la que dirigió a Triestina, Varese, Atalanta, Vigevano e, interinamente, a la Vecchia Signora.

En 1947, fue DT de Huracán, pero luego de una pelea con los dirigentes dio por finalizado su periplo como entrenador y se atrincheró en su casa de Escobar. Falleció de un paro cardíaco, a los 82 años, el 9 de septiembre de 1983. Uno de los grandes futbolistas de la primera mitad del siglo XX, será recordado por haber jugado dos finales de mundiales con dos países diferentes.

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