Los picotazos de Gareth Bale

El delantero galés del Real Madrid Gareth Bale celebra tras marcar el segundo gol ante la Roma, durante el partido de la primera jornada de la Liga de Campeones que se disputa anoche en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. EFE
El delantero galés del Real Madrid Gareth Bale celebra tras marcar el segundo gol ante la Roma, durante el partido de la primera jornada de la Liga de Campeones que se disputa anoche en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. EFE

Perdiendo el tiempo en internet he aprendido que los venezolanos tienen un insecto llamado “pica y huye”, una hormiguita apenas visible cuya mordedura causa dolorosas hinchazones e incluso fiebre al que la sufre. Leo sobre ese bicho venezolano y pienso en Gareth Bale en este Real Madrid prometedor de Julen Lopetegui. También en mi hijo de año y medio, rubio como un querubín, que dice ni media palabra pero lleva tres días seguidos mordiendo a sus compañeros de guardería.

El galés vive a “desfoco” porque la crítica anda a otras cosas. A manosear el concepto de lo coral en oposición al Madrid unilateral de Cristiano Ronaldo o ensimismados con el toque y los bajitos, también por pura comparación tóxica con el ídolo perdido. En la bolsa están también los que desconfiaron del galés desde el inicio. En cambio a mí me interesa el “pica y huye” porque el Madrid será uno u otro en función de dos factores: la explosión definitiva de Asensio y la buena salud del galés, de largo el jugador más determinante para el gol de la plantilla.

Si el futuro de Bale es un cristal embarrado por las lesiones, su arranque de temporada (tres goles, cuatro asistencias y un poderío onmipresente) son una gamuza implacable. Pasó el paño contra la Roma como lo pasó frente al Getafe, Girona, Leganés e incluso en los pinchazos contra el Atlético de Madrid y el Athletic. Sergio Ramos, Kroos, Modric o Isco montan el aquelarre en torno a la pelota para que Asensio, Benzema y Bale levanten las escobas al cielo. Ninguno en el Madrid está tan capacitado como el galés para cuadrar el balance que Cristiano dejó temblando. En forma, el galés es un futbolista de gol por tiro.

GRAF6954. MADRID, 19/09/2018.- El delantero galés del Real Madrid Gareth Bale celebra tras marcar el segundo gol ante la Roma, durante el partido de la primera jornada de la Liga de Campeones que se disputa esta noche en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. EFE/Rodrigo Jiménez
GRAF6954. MADRID, 19/09/2018.- El delantero galés del Real Madrid Gareth Bale celebra tras marcar el segundo gol ante la Roma, durante el partido de la primera jornada de la Liga de Campeones que se disputa esta noche en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. EFE/Rodrigo Jiménez

“Bale nos da muchas soluciones”, explicó Julen Lopetegui tras la primera victoria liguera contra el Getafe. Ese día, como en el derbi supercopero, en Girona o frente a la Roma, el galés le ofreció al Madrid velocidad por fuera y amenaza en el área. Una navaja de doble filo. Porque el Bale post-Cristiano reclama para sí el área y lo que cuelga de ella. Normalmente empieza por derecha pero, si se tercia, acaba matando en la izquierda. Su centro en carrera es oro para sus compañeros de ataque, lo saben bien los laterales e Isco. De su capacidad para machacar las jugadas en el área chica también sabe Asensio.

El Madrid de Lopetegui es un equipo ordenado por vocación pero líquido para atacar. El técnico vasco trajo a Chamartín la presión alta y la marcha de Cristiano Ronaldo hizo el resto. En las botas del luso desembocaba de manera inevitable el caudal ofensivo del equipo, que ahora ha encontrado nuevos desagües. Desatranques Bale en un tridente ofensivo cuya principal virtud es la variedad y la precisión en movimiento. Benzema, Asensio, Bale e Isco son un avispero en continua actividad.

Gareth Bale es el más indicado para aprovechar ese nuevo escenario. El galés, tímido durante muchos tramos de su carrera en España, cuestionado como pocos, está comenzando a vampirizar el sistema para explotar. Le da salida al equipo por la derecha, donde brilla por su capacidad para centrar en carrera con precisión, y también por la izquierda, donde se convierte en un futbolista letal frente al portero. Cuando la técnica del equipo en la salida supera la presión del rival, así fue contra la Roma, llegan las dudas y ahí Bale se vuelve letal. Si las lesiones lo respetan, un imponderable, será su año.

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