Lo que debería aprender Solari de Del Bosque

Vicente del Bosque (Foto: J.J. Guillén / EFE).
Vicente del Bosque (Foto: J.J. Guillén / EFE).

Está de enhorabuena el Real Madrid, que acaba de levantar el Mundial de Clubes de la FIFA y ha podido tener unas navidades felices tras un par de meses de marejada por Valdebebas. Sin embargo el título que certifica a los blancos como mejor club del mundo durante más de 1.000 días consecutivos no puede ocultar los problemas que sigue teniendo el equipo y que Santiago Solari va a tener que afrontar a la vuelta de las vacaciones.

Lo cierto es que el Real Madrid ha dado muchas muestras de fragilidad táctica esta temporada, además de su ya consabida falta de gol desde la salida de Cristiano Ronaldo. Para lo segundo sólo hace falta que los efectivos del ataque blanco, que tiene muchos y muy buenos, afinen la puntería y mejoren el funcionamiento ofensivo general –correr más, buscar los espacios, encarar, etc.–, pero para lo primero el técnico argentino va a tener que emplearse a fondo.

Las derrotas ante Eibar y CSKA demostraron todas las deficiencias defensivas del equipo, y partidos como los del Huesca o el Rayo Vallecano, no hicieron mucho por demostrar que el Real Madrid sea todo lo sólido que necesitará ser para intentar un nuevo asalto a la Champions League este año. Ni siquiera contra el Al Ain y el Kashima Antlers pudo estar tranquilo el equipo, que tiende a desorganizarse defensivamente con demasiada facilidad, y por eso sufre ante equipos con transiciones rápidas en ataque.

Por eso quizás Solari podría aprender algo de Vicente Del Bosque, que al agarrar al equipo en noviembre de 1999 tras las destitución de John Benjamin Toshack, se encontró una situación bastante parecida a la que está enfrentando Solari: Una buena plantilla, pero repleta de estrellas venidas a menos y sin motivación alguna que llevaban varios meses dando tumbos ante la falta de liderazgo del entrenador galés.

Del Bosque, que hasta entonces sólo había sido un apagafuegos momentáneo en el club tras la destitución de Benito Floro en 1993 y de Jorge Valdano en 1996, se sentó de nuevo en el banquillo del Santiago Bernabéu com entrenador de la primera plantilla y firmó, para empezar, un empate ante la Real Sociedad, una derrota ante el Celta de Vigo y una derrota, desastrosa, ante el Real Zaragoza por 1-5 en el Bernabéu. Todas las alarmas se encendieron en ese momento, el equipo se encontraba peligrosamente cerca de los puestos de descenso antes de que llegara el parón invernal, y Vicente Del Bosque buscaba como fuera la forma de hacer reaccionar al equipo.

En el verano de 1999 el equipo que había sido campeón de Europa en 1998, después de 32 años de sequía, y ganador de la Intercontinental seis meses después de aquel hito, se vio reforzado por jugadores jóvenes como Nicolas Anelka –entonces el jugador más caro del mundo–, Michel Salgado, Steve McMannaman o Iván Helguera, pero también por otros de dudosa calidad como Elvir Baljic, Julio Cesar, Geremi Njitap o Albano Bizarri.

Estos jugadores tenían que ser el relevo generacional de ilustres veteranos como Davor Suker, Pedja Mijatovic o Christian Panucci, pero el equipo mantuvo la columna vertebral que devolvió el club al escalafón más alto del fútbol europeo: Bodo Illgner, Fernando Hierro, Manolo Sanchís, Roberto Carlos, Fernando Redondo, Raúl González y Fernando Morientes. Otros jugadores como Savio Bortolini, Christian Karembeu, Ivan Campo, Aitor Karanka, Guti o Clarence Seedorf también se mantenían en el equipo, con el 10 holandés viéndose forzado a dejar el club escasas semanas después de que llegara Del Bosque al banquillo blanco para poder hacer frente a las deudas que acuciaban al club.

El entrenador salmantino se vio frente a la posibilidad de competir junto a su equipo en el primer Mundialito de Clubes organizado por la FIFA, el cual se disputó en Brasil en los primeros días del año 2000, y en el que el Real Madrid se coló como campeón de la Intercontinental del 98, pues el torneo se anunció en el verano de 1999, cuando ni la Intercontinental de ese año ni la Copa Libertadores –acudió también el Vasco de Gama como el campeón de 1998 y no el Palmeiras como campeón de 1999– se habían disputado.

Real Madrid’s coach Santiago Solari and Emirates’s Al Ain head coach Zoran Mamic, left, gesture during the Club World Cup final soccer match between Real Madrid and Al Ain at Zayed Sport City in Abu Dhabi, United Arab Emirates, Saturday, Dec. 22, 2018. (AP Photo/Kamran Jebreili)
Real Madrid’s coach Santiago Solari and Emirates’s Al Ain head coach Zoran Mamic, left, gesture during the Club World Cup final soccer match between Real Madrid and Al Ain at Zayed Sport City in Abu Dhabi, United Arab Emirates, Saturday, Dec. 22, 2018. (AP Photo/Kamran Jebreili)

El torneo fue un desastre para los blancos, que no lograron clasificar a la final tras quedar segundos de un grupo que compartían con Corinthians –eventual campeón– el Al Nassr de Arabia Saudí y el Raja Casablanca de Marruecos. Para más inri, en el partido por el tercer puesto, los blancos no pudieron batir en los penaltis al Necaxa mexicano. Sin embargo, el entonces nuevo entrenador del Real Madrid utilizó esos partidos como banco de pruebas para intentar dar con la alineación más fiable posible para afrontar los últimos seis meses de competición de la manera más digna.

Del Bosque probó cosas de lo más atrevidas, sobre todo en defensa, intentando buscar la fórmula adecuada de frenar la sangría defensiva y lidiar con las pobres prestaciones que hasta el momento habían demostrado Manolo Sanchís, Aitor Karanka o Iván Campo. En el primer encuentro, ante el Al Nassr, el entrenador salmantino dio la oportunidad a Christian Karembeu –mediocampista trabajador y, como mucho, esforzado lateral derecho– de jugar de defensa central junto a Fernando Hierro. El francés estuvo totalmente desubicado durante todo el encuentro e incluso cometió el penalti con el cual el equipo Saudí anotó su único gol del partido.

Ante Corinthians, Del Bosque dio una vuelta de tuerca, colocó a Karembeu de mediocentro junto a Redondo e intentó que Michel Salgado, aguerrido lateral aunque poco aplicado tácticamente –sobre todo en el arranque de su carrera– acompañara Hierro como central, con el camerunés Geremi haciendo las veces de lateral derecho. El experimento también salió bastante mal. Tanto así que mediada la segunda parte el técnico optó por armar una defensa de cinco jugadores, retrasando a Karembeu junto a Michel Salgado de centrales y dejando Fernando Hierro en el puesto de líbero, mientras que Geremi y Roberto Carlos ocupaban las bandas.

Este sería el germen de una solución que, cinco meses después brindaría la Octava Copa de Europa al club madridista, pero que en ese primer intento no funcionaría para nada. En el tercer partido del grupo, ante el Raja de Casblanca, Del Bosque volvería a apostar por Karembeu como central, y aunque logró amarrar la victoria (3-2), los dos goles permitidos ante los marroquíes le daría la clasificación al Timao brasileño a la final.

Del Bosque tuvo que ver la situación bastante complicada, porque conforme fueron pasando los meses y el equipo no encontraba soluciones defensivas de buen nivel, empezó a implantar esa defensa de cinco jugadores que quitaba mucho peso en ataque, sí, pero que ayudaba a balancear al equipo para frenar el boquete defensivo que sufría –el cual se hizo más presente que nunca en la primera semana de marzo, durante la segunda liguilla de la Champions League, cuando el equipo perdió 2-4 y 4-1 ante el Bayern de Munich.

Las lesiones de larga duración de Fernando Hierro y Manolo Sanchís, y el descubrimiento de Iván Helguera en la posición de líbero por delante de la defensa, como justamente hiciera Lothar Matthäus en la selección alemana y el Bayern de Munich por aquella época, harían que el entrenador madridista apostara por una defensa conformada por Michel Salgado, Iván Campo, Iván Helguera, Aitor Karanka y Roberto Carlos. Sólo dos meses después de los ya mencionados ruborizantes resultados ante su bestia negra europea, los blancos volvieron a enfrentar a los bávaros en las semis de la Champions League (ya habían eliminado al vigente campeón de la competición, el Manchester United, tras un 0-0 en el Bernabéu y un 2-3 en Old Trafford) y en esta ocasión les ganaron 2-0 en el Bernabéu y perdieron por 2-1 en Munich, para asegurar su pase a la final de la Champions dos años después de haber batido a la Juventus en el Amsterdam Arena.

El entrenador merengue había conseguido lo imposible, con un equipo por el que nadie hubiera apostado, y frente al Valencia, en Saint-Denis, el 24 de mayo consiguió ganar una vez más el trofeo favorito de la entidad.

Santiago Solari ficharía por el Real Madrid ese mismo verano, toda vez que Florentino Pérez llegó al equipo, con Luis Figo de la mano, pero también con los fichajes de jugadores tácticamente brillantes como Claude Makelelé y Flavio Conceiçao, lo que hizo que Del Bosque volviera a utilizar una defensa de cuatro jugadores. El mediocampo –y el sistema defensivo en general del equipo– empezó a dar de nuevo garantías al equipo.

Sin embargo, como jugador del Atlético de Madrid, Solari fue testigo de primera mano de la solución táctica que Del Bosque empleó a manera de emergencia y que acabó por brindar un nuevo título al conjunto merengue.

Vista la situación actual del Real Madrid, quizás una larga conversación entre el exentrenador y su pupilo podría aclarar muchas cosa al técnico argentino. No se trata simplemente de recurrir a superpoblar la defensa como en aquella ocasión, pero quizás sí de entender los síntomas y motivos que llevaron al entrenador campeón del mundo con España en 2010 a tomar ese rumbo con su equipo a principios del siglo XXI, el cual acabó por salvar una temporada que parecía abocada al fracaso.

Solari tiene también muchos problemas para encontrar el balance entre la defensa y el ataque de su equipo, cuenta con jugadores que están dejando mucho que desear y que se muestran bastante bajos de forma, mientras que hay otros que podrían aportar mucho más y que se merecen, visto lo visto, continuidad en el equipo. Es el caso por ejemplo de Marcos Llorente, que lleva un mes jugando a un gran nivel y que, tras la vuelta de Casemiro, podría verse de nuevo en el banquillo.

Ante esta situación, quizás Solari podría plantearse implantar un doble pivote en el mediocampo conformado por el canterano y el internacional brasileño, lo que podría aportar mucha más consistencia al equipo y dotarle de un ida y vuelta en el mediocampo que apoyara tanto a los centrales en defensa, como a los interiores que se descolgaran en ataque. El resultado podría reactivar al equipo de cara a la recta final del campeonato, además de convertirse en un aviso para navegantes: Jugarán los que mejor estén, siempre.

Claro está que sería solo una variante que bien puede ser tan efectiva como la que se inventó Vicente Del Bosque en el primer semestre del año 2000, o que quizás acabe en un fracaso estrepitoso. Pero tal vez una conversación entre el entrenador salmantino y Santiago Solari llenaría de motivos al argentino para intentar el cambio.

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