La escuela de Giorgio Chiellini

Giorgio Chiellini, celebra la victoria de la Juventus en la semifinal de la Champions League 2015 contra el Real Madrid CF (Foto: Michael Regan/Getty Images)
Giorgio Chiellini, celebra la victoria de la Juventus en la semifinal de la Champions League 2015 contra el Real Madrid CF (Foto: Michael Regan/Getty Images)

Abril de 1991. No cabe un alma más en Pisa para recibir al Milan de los holandeses. La mayoría de los que abarrotan el cemento del estadio Anconetani son pisanos apurando las últimas horas de su equipo en Primera pero también hay familias enteras llegadas de todos los puntos de la provincia para disfrutar del irrepetible equipo de Sacchi. El orgullo local vuela inflamado en cientos de bufandas azulnegras y mil hinchas milaneses copando todo un fondo del estadio. El ambiente es eléctrico junto a la torre inclinada pero el partido termina 0-1 con gol de Paolo Maldini. Simple y contundente. Viéndolo todo está un niño de siete años desplazado con los suyos desde Livorno. Se trata de Giorgio Chiellini y aunque es pura fábula no cuesta imaginar que ese día decidió convertirse en defensa.

Eclipsado a menudo por el elegante Bonucci, las últimas actuaciones de Chiellini (un titán en la presente Champions League contra el Mónaco y el Barcelona) nos deben servir para recordar una evidencia sostenida en el tiempo, que el niño livornés fascinado por el poderío de Costacurta y Maldini es uno de los mejores especialistas defensivos del mundo.

Con cinco ligas en la vitrina, el central de la Juve puede levantar su primera Champions League y sin embargo su currículum encierra un título todavía mayor si cabe. El triunfo de Chellini es reinar llegando desde muy abajo. Desde las cloacas del fútbol italiano. Basta recordar que 2002 le despidió ascendiendo a la serie B con su equipo de siempre, el Livorno. Tenía 20 años.

“Recuerdo que jugaba en el juvenil del Livorno y cuando fui a verlo entendí enseguida que tenía madera y lo subí inmediatamente al primer equipo que jugaba entonces en la C1. Tenía solo 15 años pero ya era tan alto como ahora, era cierto que debía ganar algunos quilos pero se veía que iba a hacer carrera” Osvaldo Jaconi, su primer míster en el Livorno es un personaje dictatorial que figura en la historia del fútbol italiano por haber ascendido en nueve ocasiones. Con su bigote, ceño fruncido y chándal eterno nadie ha ganado más promociones que Jaconi. Con Osvaldo y más cuando llega la hora del ascenso solo juegan los duros. Que precisamente él, un tipo curtido en mil batallas del infrafútbol, fuera el primero en adivinar el talento para el rigor de Chiellini, define al juventino.

Otro momento que explica a Chiellini sucede en el minuto del partido de vuelta de semifinales de esta Champions League contra el Mónaco. Radamel Falcao busca el remate en el segundo palo, arremetiendo con voracidad para abrir la última ventana que permita asomar la cabeza a su equipo. Si la pelota pasa será gol pero entonces aparece Chiellini y despeja el balón con una simplicidad alarmante. Se desliza fortísimo, gira el tobillo y entre el colombiano y una línea de meta sobre la que su amigo Buffon está vendido, espada y pared, coloca el pie del único modo posible para enviar el balón fuera.

Cuando el balón sale a córner, el Juventus Stadium se levanta para celebrar la última proeza de su central. Chiellini se lo toma con filosofía, tan solo ha hecho lo que aprendió una tarde en el campo del Pisa hace 26 años.

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