Ante la última resurrección de Dani Alves

Dani Alves durante un partido de la Juventus (Foto: Originais Do Yahoo!)
Dani Alves durante un partido de la Juventus (Foto: Originais Do Yahoo!)

Tras del Mónaco-Juventus un buen amigo me resumió el momento de Dani Alves, del Barcelona y de la Juventus en una única frase. “Alves con 800 años es mejor que todos los laterales del Barsa juntos” fue su titular, ácido y certero, para definir la actuación del lateral brasileño en el estadio Louis II. Me la espetó entonces pero yo voy más allá, la frase me sirve para describir cualquier actuación de Alves desde febrero.

Dani Alves tiene 33 años. Cuando piensas en ese número y en las terribles exigencias físicas que marcan trabajar como lateral en el fútbol moderno disculpas el escepticismo con el que le recibió la grada juventina el verano pasado. ¿Vendrá a descansar tras ganarlo todo el Barcelona?, pensaba el pueblo. Sin embargo, La Juventus ha encontrado en ese veterano rebotado el carrilero de largo recorrido, solvente abajo y capaz de generar superioridad arriba, que todos los equipos grandes necesitan como respirar.

Dani Alves está escribiendo una temporada a lo Cristiano Ronaldo. Tras los problemas físicos del inicio de curso ha aparecido en el tramo decisivo para brillar y optar al tercer triplete de su carrera. Sus dos asistencias de seda a Higuaín son la cumbre, hasta el momento, de una evolución imparable. De la enésima muestra de profesionalidad de un tipo tan extravagante en sus apariciones públicas como riguroso en el trabajo diario.

Arrancó tibio en liga y lo fractura del peroné en aquel duelo contra el Genoa le frenó en seco, pero desde principios de año su fútbol ha vuelto a pesar en el engranaje de Maximiliano Allegri. Marzo y abril han sido testigos de su explosión. Pletórico en cada arranque, ha vuelto a ser el lateral incansable en la marca, de alegría contagiosa y letal en el centro de sus mejores años. Brilló contra el Empoli y el Milan, anotó de cabeza en una subida profundísima contra el Atalanta… Una resurrección tras otra. El brasileño se ha recuperado a tiempo para bordarse el scudetto.

En Champions League Alves ha sido simplemente decisivo. Ha pesado en cada ataque, creando 27 ocasiones de gol, más que ningún otro y ha despachado actuaciones estelares contra el Porto en la ida de octavos de final, contra el Barcelona en cuartos y ahora contra el Mónaco en semifinales. Tanto en el fondo del campo como soltándose en ataque y llegando como extremo, así fue en Francia, el brasileño ha sido oxígeno en la propuesta de Allegri.

Recuerdo la primera vez que vi a Dani Alves. Jugaba aquel Real Madrid imparable en los primeros meses de Queiroz en Sevilla y el equipo hispalense parecía abocado a la picadora. En el imprevisible 4-1 final que los andaluces le endosaron al flamante campeón de liga brilló la figura de un joven lateral derecho brasileño, entonces desconocido para la mayoría. Destrozó a la defensa blanca con ímpetu, carreras inteligentes y una capacidad tan única como devastadora para enroscar el centro. Con lo suyo de siempre. Aquella visión del primer Alves todavía me hace sonreír como se le sonríe a los primeros descubrimientos de la vida. Envidio a los juventinos que han sentido lo mismo por primera vez.

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