Este futbolista ha tenido que abandonar Facebook por defender a los gays

Guram Kashia (derecha) durante un partido con su selección. Foto: AP Photo/Shakh Aivazov.
Guram Kashia (derecha) durante un partido con su selección. Foto: AP Photo/Shakh Aivazov.

Se llama Guram Kashia y, aunque para el público español no sea demasiado conocido, sí que es una figura de cierto renombre internacional. Procedente de Georgia, uno de los pequeños países del Cáucaso que separan Rusia de Turquía, este defensa central de 31 años milita actualmente en los San José Earthquakes de la MLS norteamericana; los aficionados europeos le conocen más por su paso por el Vitesse Arnhem de los Países Bajos, en cuyas filas llegó a ser nombrado mejor jugador de la Eredivisie. Es, además, uno de los hombres más destacados de su selección nacional, con la que ha disputado ya 64 partidos, y ha sido nombrado mejor futbolista de Georgia dos años.

Hace muy poco, el 22 de agosto, su palmarés incorporó un premio más: se convirtió en el primer ganador del premio #EqualGame, un galardón recién creado por la UEFA para premiar a aquellos jugadores que promuevan “la diversidad, la inclusión y la accesibilidad en el fútbol europeo”. El motivo es que en noviembre del año pasado, cuando todavía estaba en el Vitesse, saltó al campo con un brazalete de capitán en el que lucía los colores de la bandera arcoíris, como gesto de apoyo al colectivo homosexual, muy perseguido en su país natal.

Su gesto, sin embargo, le ha traído consecuencias negativas. Si ya en su momento los sectores más conservadores de la población georgiana se escandalizaron (hubo hasta protestas callejeras con bombas de humo que tuvieron que disolver los antidisturbios), ahora la presión se ha redoblado. Kashia ha empezado a recibir innumerables amenazas e insultos, hasta el punto de que se ha visto obligado a cerrar su página en Facebook. Se sospecha que detrás de la campaña contra él está la Alianza de Patriotas, un partido político derechista minoritario pero con representación parlamentaria cuyo líder, Konstantin Morgoshia, ha pedido que se excluya al defensor de la selección, amenazando con manifestaciones en el estadio antes del próximo partido (el 9 de septiembre).

Kashia ni se plantea abandonar el combinado nacional (“mientras tenga, aunque sea, un solo seguidor en todo el país, seguiré jugando”, ha declarado) y tiene el apoyo tanto de su federación nacional como del gobierno georgiano. El ministro del Interior ya ha anunciado que se abrirá una investigación sobre los ataques, y sobre incidentes como la quema de banderas arcoíris frente a la sede de la Federación de fútbol del país; por su parte, algunos dirigentes de la Alianza de Patriotas han sido llamados a declarar en comisaría. El presidente de la UEFA, Alexander Ceferin, también ha respaldado al jugador, de quien alaba que “predica la tolerancia y la aceptación, y ha ayudado a cambiar la percepción de este grupo minoritario en Georgia”. Asimismo, Kakha Kaladze, una de las mayores leyendas del fútbol georgiano (ganó dos veces la Champions con el Milan) y hoy alcalde de la capital Tiflis, se ha posicionado a su favor.

“Quiero a mi país y no me arrepiento de nada. Creo en la igualdad para todo el mundo, sin importar en qué crean, a quién amen o quién sean. Siempre seguiré defendiendo la igualdad de derechos para todos, juegue donde juegue”, explicó Kashia a la prensa local, en declaraciones recogidas por la BBC. En Georgia la discriminación contra el colectivo LGTB está prohibida por ley, pero en la práctica la sociedad está muy influida por los valores religiosos de la iglesia cristiana ortodoxa, muy hostil hacia las minorías sexuales, y no son raros episodios como agresiones físicas contra ellas.

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