Elkin Serna, el atleta paralímpico colombiano que terminó entre los 100 primeros de la Maratón de Nueva York

Elkin Alonso Serna Moreno (L) y su guía Germán Naranjo Jaramillo durante los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 en los que obtuvo la medalla de plata en la categoría T12 de la maratón. AFP PHOTO/PAUL ELLISPAUL ELLIS/AFP/GettyImages
Elkin Alonso Serna Moreno (L) y su guía Germán Naranjo Jaramillo durante los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 en los que obtuvo la medalla de plata en la categoría T12 de la maratón. AFP PHOTO/PAUL ELLISPAUL ELLIS/AFP/GettyImages

Por Sebastián Aguirre Eastman – Medellín, Colombia

Entre los 29.678 hombres que oficialmente participaron en la Maratón de Nueva York el pasado domingo 5 de noviembre, de un total de 50.766 atletas, un competidor paralímpico colombiano, acompañado de su guía, concluyó en la casilla 82, con el segundo mejor registro para un latinoamericano, con 2:37:10.

Elkin Serna Moreno, doble ganador de la medalla de plata en las maratones de los Juegos Paralímpicos de Beijing 2008 y Londres 2012 en la categoría T12 (personas con visión reducida), corrió en Nueva York junto a Germán Naranjo -quien lo acompaña desde 2012- motivado por la necesidad de tener un registro oficial que le permitiera volver a estar presente en el ranking mundial; para ello es requisito presentar un buen resultado en eventos internacionales. De lo contrario, contó a Yahoo Deportes desde EE.UU., estaría en peligro la ayuda que el Comité Paralímpico Colombiano le brinda para su carrera deportiva.

El guía que no lo desampara

Debido a la dificultad que tiene en sus ojos, producto de una mala cicatrización en la mácula tras nacer con un virus, Elkin solo tiene entre un 10 y un 15 por ciento de visión.

Esto lo llevó a competir como atleta paralímpico con la compañía de un guía. Desde 2012 esa función la cumple Germán Naranjo, a quien conoció hace cerca de 14 años en el ambiente del atletismo en Antioquia. A principios de siglo, Elkin vivió en una finca donde compartió con otros atletas, y allí fue el primer encuentro.

Con el tiempo la sincronización fue dando resultados, lo cual se reflejó en los logros internacionales.

En su primer año corriendo juntos obtendrían la medalla en Londres, y luego vendrían más éxitos como pareja en Juegos Parasuramericanos y Campeonatos Mundiales.

La coordinación es clave, y para ello trabajan intensamente dos veces por día. Para la Maratón de Nueva York intensificaron las labores los últimos tres meses, y tras el buen resultado mantendrán la ruta con miras a la Maratón de Londres en abril de 2018.

Desplazado por la violencia

Urrao es una población pequeña del departamento de Antioquia, distante 157 kilómetros de Medellín, enclavada entre montañas agrestes, que en los años noventa fue azotada por la violencia que ha afectado a Colombia por más de cinco décadas.

En ese pueblo nació Elkin. Paisano suyo es otro gran deportista colombiano, el reciente campeón del Tour de Francia, Rigoberto Urán. De hecho, los dos llegaron juntos al pueblo a su regreso deLondres 2012, en los que ambos recibieron medalla (Urán consiguió plata en la ruta del ciclismo).

La familia de Elkin fue desplazada de su tierra por grupos violentos y tuvo que establecerse en Medellín, donde el atleta encaminó su carrera deportiva.

Había pocas cosas que lo ligaran con el pueblo antes de su éxito paralímpico en Londres; con pocos o ningún familiar en el pueblo, y sin ninguna propiedad qué atender, Elkin no tenía necesidad de visitarlo, pero tras los logros conseguidos ha vuelto para recibir homenajes como el que le dedicó la municipalidad, al instaurar la Casa del Deporte con su nombre.

Ahora piensa devolverle a Urrao algo de lo que le dio en su infancia. Con su primera profesora en atletismo, Orfa Nelly, visualiza una academia que forjará futuros talentos.

“Hay chicos que caminan hasta dos horas para ir hasta su escuela. Allí debe haber grandes atletas”.

Dice Elkin, quien a su 32 años y por sus brillantes resultados internacionales puede darse el lujo de vivir del deporte en la actualidad.

Piensa hacerlo por al menos ocho años más, sin pensar aún en qué hará luego. No es de planear su futuro, para eso ya habrá tiempo, y añade que su obsesión no es el dinero.

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