Boxeo: Tiempo de vacas flacas


Un día antes de que Floyd Mayweather Jr. y Conor McGregor subieran al cuadrilátero del T-Mobile Arena en Las Vegas, Nevada, Oscar de la Hoya descaró toda su frustración en un tuit dirigido a ambos púgiles.

“Fu… You #MayweathervsMcGregor. Ustedes le están faltando el respeto al deporte del boxeo”, escribió el fundador de la empresa promotora Golden Boy Promotions.

Por supuesto que su mensaje iba dirigido a comparar el circo del pasado sábado con el combate que su empresa presentará el próximo 16 de septiembre, entre Saúl “Canelo” Álvarez y Gennady “GGG” Golovkin. Pero, ¿Hasta qué punto De la Hoya tiene razón? ¿Vive el boxeo tiempos de vacas flacas? Una pelea como la del sábado, ¿afectó más al pugilismo o era necesario para volver a ser noticia?

No es secreto para nadie que el boxeo no atraviesa por su mejor momento y muchos son los factores que han contribuido para que así sea. Atrás quedaron los años en que Muhhamad Ali hipnotizaba a todos con su gracia dentro y fuera del cuadrilátero. Ya Mike Tyson no paraliza a todo el mundo para verlo destruir a sus oponentes ni cientos de millones de mexicanos -o no mexicanos- se sientan frente a un televisor para ver al gran campeón Julio César Chávez levantar los brazos en señal de victoria al final de sus combates.

Pero hay muchas más razones que también le han hecho mucho daño al boxeo. El peso pesado, que era la división que cargaba el boxeo, hace tiempo que no cuenta con un campeón que atraiga masas de seguidores alrededor del mundo; los promotores -y eso incluye al propio De la Hoya- cuidan tanto a sus potenciales campeones mundiales que lo piensan dos veces antes de firmar peleas frente a púgiles de su mismo calibre para no poner en riesgo sus invictos; la desacertada decisión de jueves en algunos combates también han alejado a los fanáticos, que ven el deporte como una mafia pre arreglada y, ¿por qué no decirlo?, aquellos encuentros de los que se esperaba mucho, como Mayweather-Pacquiao, han dejado mucho que desear.

Entonces, en medio de esta debacle, surge un espectáculo multimillonario -porque no se puede llamar de otra forma- que fue muy bien vendido por los principales medios deportivos en Estados Unidos que hizo pensar a muchos en la posibilidad de un gran encuentro entre el mejor púgil libre por libra de los últimos años y un debutante del boxeo que ha hecho fama en otra disciplina parecida, pero no igual.

Era algo así como pensar que Ma Long, actual campeón mundial y olímpico en tenis de mesa, podría ganarle a Rafael Nadal en Roland Garros solo porque ambos deportes usan raqueta y le dan a una pelota por encima de una malla.


Para colmo de males, la estrategia que utilizó Mayweather en su combate hundió más la imagen del boxeo. Por los primeros tres o cuatro asaltos, Floyd no era Floyd. Ya fuera porque intentaba cansar a McGregor o porque simplemente quiso darle sus nueve minutos de gloria, el llamado “Money Man” dejó que el peleador irlandés hiciera lo que quisiera en los primeros asaltos, algo que, por razones obvias, no le permitió a Pacquiao, Miguel Cotto, Oscar de la Hoya o “Canelo” Álvarez, entre muchos otros.

Ni hubo juego de piernas, no defensa impenetrable, ni combinaciones de golpes al cuerpo que hubieran frenado casi de inmediato al irlandés. Fue en la segunda mitad del combate que por fin vimos algunos destellos de boxeo real, pero duró poco, porque como era de esperarse, el novato acostumbrado a no pelear más de cinco asaltos en el octágono, no aguantó el rigor, se cansaron sus brazos, le pesaban los guantes y no tenía piernas.

De paso, las artes marciales mixtas tampoco salieron muy bien paradas en la velada del sábado, cuando una de sus estrellas actuales perdió ante un boxeador de 40 años que llevaba prácticamente dos años fuera del deporte y que no noqueaba desde el 2011 en aquel controversial final frente a Víctor Ortiz -otra decisión que abonó al descrédito del pugilismo actual.

Así las cosas, el boxeo necesitará disfrazarse de Ave Fénix y resurgir de sus propias cenizas para volver a ganarse el respeto de los aficionados. Requiere de un nuevo ídolo global que atraiga fanáticos de todos los rincones del planeta. Un campeón bona fide que no tema enfrentar a nadie y un buen plan promocional que vaya más allá de par de empujones en conferencias de prensa y pesajes, que ya nadie les hace caso.

La situación es tan difícil que analistas y fanáticos ruegan porque púgiles como Pacquiao o Cotto no se retiren por temor a que la credibilidad del deporte caiga más de lo que está.

Sin embargo, una nueva oportunidad se presenta el próximo 16 de septiembre cuando “Canelo” y “GGG” midan fuerzas por primera vez. Si el combate resulta una batalla honrosa, digna de dos campeones de su calibre, quizás no todo esté perdido.

Y entonces, De la Hoya podrá resurgir como el salvador del boxeo y con “standing” acusar a otros del daño que le han hecho al deporte sin que otros lo acusen a él de lo mismo.

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