Pablo Pérez se cavó su propia tumba

Pablo Pérez se cavó su propia tumba

El título tal vez suene algo fuerte. Algunos dirán que hasta algo exagerado. Pero, ¿no tiene acaso un alto grado de sinceridad?

Decir las cosas como deben decirse no significa faltar a la verdad y dentro del marco del análisis de lo sucedido el domingo en La Bombonera hubo un hecho puntual que cambió, en gran manera, el desarrollo del Superclásico.

La patada que Pablo Pérez le dio a Éder Álvarez Balanta fue un acto de irresponsabilidad desde todos los puntos de vista. Irresponsabilidad profesional e irresponsabilidad con sus propios compañeros y hasta los propios hinchas.

 

Pablo Pérez parece no entender que no deja de ser un empleado de un club y debe manejarse con profesionalismo. Y más allá de ser una institución popular y prestigiosa como Boca Juniors (como pudo haber sido River Plate, Independiente o el propio Newell´s Old Boys, donde se inició), debe respetar, para también ser respetado.

Pablo Pérez cometió una falta grave y tanto el cuerpo técnico de Boca Juniors, encabezado por Guillermo Barros Schelotto, como la dirigencia, encabezada por su presidente Daniel Angelici, deben tomar cartas en el asunto y actuar con decisión y firmeza. Pablo Pérez merece un fuerte castigo y ellos deberán ser quienes midan el alcance del mismo.

Mientras tanto en Argentina se jugó el fin de semana la jornada de Clásicos. Clásicos devaluados. Todos los del domingo terminaron 0 a 0 (Rosario Central vs Newell’s, Boca vs River, Racing vs Independiente y Belgrano vs Atlético Tucumán).

¿Decadencia? ¿El temor a perder le cede su lugar a la voluntad de ganar? De todo un poco.

¿Qué puede pasar por la cabeza de un jugador de Newell’s, por ejemplo, cuya Barra Brava les envió un mensaje de “Matar o Morir”?

Algo similar ocurrió con los futbolistas de Colón, amenazados por la misma lacra a tal punto que Alan Ruíz se escapó literalmente de Santa Fe luego que en la semana fue golpeado por un inadaptado.

Así se viven los días actuales en el fútbol argentino. Así de triste es la realidad. Clásicos sin goles, sin la alegría que enorgullece al más popular de los deportes.

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