¿Es peligrosa la arrogancia de los Warriors?

Stephen Curry, de los Golden State Warriors, tras marcar un triple ante los Houston Rockets en los playoffs de la Conferencia Oeste, el 16 de abril de 2016 en Oakland (Getty/AFP | Thearon W. Henderson)
Stephen Curry, de los Golden State Warriors, tras marcar un triple ante los Houston Rockets en los playoffs de la Conferencia Oeste, el 16 de abril de 2016 en Oakland (Getty/AFP | Thearon W. Henderson)

Los triunfos acumulados son producto del trabajo, de eso no queda la menor de las dudas. En materia de basquetbol, los entrenamientos, el practicar tal o cual aspecto del juego, dedicarle horas a perfeccionar la técnica, el aspecto físico, revisar estadísticas, tendencias, sesiones de video, convertirse en un ratón de biblioteca, un meticuloso, estudioso del deporte. Todas esas cosas son las que te conducen a la excelencia, a la mejora continua, al anhelado éxito.

Todos estos argumentos se ajustan perfectamente a la descripción de lo que ha sucedido con los Golden State Warriors, el equipo que las últimas dos temporadas ha marcado la pauta en la NBA, llevando los niveles de excelencia a puntos casi inalcanzables para el resto de la liga, sobre todo luego de imponer su histórica marca de 73-9, rompiendo el récord que parecía imposible de desbancar de 72-10 de los Chicago Bulls de 1995-1996 y con un jugador como Stephen Curry, a quien aparentemente se le da meter tiros desde cualquier parte de la cancha cuando le dé la gana.

 

 

Steph Curry parece ser un tipo agradable, con una sonrisa que casi te hace pagarle del mismo modo, con otra sonrisa igual de encantadora, su manera de hablar, liviana, amable, aparentemente da la pinta de ser humilde, pero para nada, en lo absoluto, sobre todo hay que mirar su lenguaje corporal y su actitud en la duela, pero todo esto está cobijado por el éxito que lo ha envuelto las pasadas dos temporadas al lado de su equipo.

Pero una lesión puede echar todo esto abajo. Es una lesión de la cual no quieren hablar ni pensar mucho al interior de los Warriors, y la cual marginó a Curry del Juego 2 de la serie de primera ronda de Playoffs ante los Rockets de Houston. Sus frágiles tobillos ya le han dado problemas al estelar francotirador de Golden State, cabe recordar que en 2011 y 2012, esas articulaciones ya le fueron operadas y le hicieron perderse varios juegos, y de hecho esa es la razón por la que no firmó un contrato de acuerdo a su estatus (44 MDD), pues debido a eso, la organización de Golden State tiene un buen pretexto para no abrirle la billetera, y es de manera paralela una de las grandes preocupaciones de este equipo.

Todavía no se sabe si Curry participará en el tercer juego de la serie, cuando la confrontación regrese a Houston, pues se mantiene con el estatus de 'cuestionable', es decir 50-50 de que reanude las actividades. Es su ausencia la que le brinda minutos a Andre Iguodala, un jugador que con los Sixers de Filadelfia vivió sus mejores años pero jamás estuvo a la altura de lo que de él se esperaba, y sin ánimo de ofender a nadie, se le puede considerar un jugador del montón. Sin embargo, y gracias a una serie de coyunturas, como unos Cavaliers de Cleveland diezmados, la baja de juego en de Klay Thompson y del propio Steph, y jugando sin ninguna presión por mantener o cuidar un estatus, Iguodala jugó libre y se las arregló para convertirse en el salvador de Golden State en las pasadas Finales NBA, donde obtuvo la designación como el MVP.

Pero parece que eso se le ha subido a la cabeza, al menospreciar a los Rockets, diciendo que el juego 2 de esta confrontación se sintió más o menos como una práctica. Esto, bajo los códigos de jugadores NBA, es una falta de respeto y el jueves por la noche en el Toyota Center, el ambiente será más que hostil para Andre y sus compañeros. Claro, de seguir aplastando a Houston, la soberbia y la bravuconería habrán pagado dividendos generando todavía más confianza, de lo contrario, los Warriors podrían estar metiéndose a terrenos peligrosos.

 

 

Dejamos al final el tema de Draymond Green, el jugador que, si no simpatizas con Golden State, inmediatamente pasa a tu lista negra, por ser un fastidio, un bravucón y arrogante de primera, el típico jugador que adoras cuando está de tu lado, pero que detestas cuando está en frente.

Green se ha transformado con el paso del tiempo, aunque esto suene a una obviedad; pasó de ser un jugador de perfil bajo-discreto con los Spartans de Michigan State en el basquetbol colegial estadounidense, a un líder vocal dentro del vestidor de los Warriors, pero para ello, sus instrumentos favoritos han sido la fanfarronería, el famoso trash-talk, la arrogancia y la petulancia.

Esto no quiere decir que soslayemos la calidad o la capacidad de Green, en lo absoluto, aquí jamás hemos dicho que no sea un jugador de calidad probada, desequilibrante, lo es y eso está probado, pero la arrogancia siempre será un arma de dos filos.

 

 

La conclusión a esta reflexión es que nada es para siempre, todo lo que sube, tiene que bajar. Definitivamente los Warriors son el mejor equipo de la NBA y están dispuestos a probárselo a todo el mundo, con buen basquetbol, capacidad de respuesta ante los desafíos y en los momentos de apremio, con un sinnúmero de herramientas para hacerlo, y este marco le da a Golden State fuertes argumentos para sentirse el gallo del gallinero, pero las cosas podrían cambiar pronto y todas esas veces que hubo burla hacia el rival, de ser el bully, seguramente se van a regresar, van a generar un sentido de venganza, sobre todo si la estabilidad de una franquicia se posa sobre unos frágiles tobillos.

¿Ustedes qué piensan? ¿Deben los Warriors mantener su estatus de equipo arrogante o ser un poco más humildes pese a la tentación de no hacerlo y vivir el momento?

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