Una miserable derrota

Por Israel Germán

En el deporte existen muchísimas maneras de perder, con orgullo y dignidad, o con la ausencia de estos dos ingredientes, y aunque una derrota sigue y seguirá siendo una derrota, hay unas que duelen más y que son inolvidables.

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Tratándose de basquetbol, hay muchas maneras de perder un encuentro. Aludiendo al párrafo anterior, este resultado puede darse por una apabullante paliza, o en el otro extremo, por un muy cerrado margen, digamos, por un punto.

Una canasta mientras expira el tiempo y suena la chicharra puede convertirse en una de las maneras más dolorosas de perder un partido, sobre todo cuando quedan apenas algunas décimas de segundo. Duele más que nada porque te quedas sin siquiera una oportunidad de replicar, simplemente se acabó, sin más.

Pero en la vida y en el deporte, siempre ocurren sucesos que elevan la barra un poco más alto.

Como por ejemplo lo acontecido en el partido de secundaria en un torneo de octavo grado de la región Kansas Mid-East, los equipos de Riley County Falcons se enfrentaron a los Rock Creek Mustangs.

Aunque la descripción del video en Youtube menciona que se trataba del partido por el tercer puesto de este campeonato, la persona que lo compartió a través de Twitter asegura que se trataba del partido por el título.

La cosa es que los Falcons superaban a los Mustangs por 26-25 mientras el juego llegaba a sus momentos cruciales. Los Mustangs tuvieron una última oportunidad para ganar el encuentro.

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Lo que están a punto de ver, simple y sencillamente define de nuevo lo que significa perder de la manera más dolorosa. Esto no ha pasado en la NBA o en el baloncesto colegial o internacional, pero tienen que verlo…



Es muy doloroso perder con una canasta de último segundo, de eso no cabe la menor duda, pues en este caso es el rival el que te inflige la puñalada en el pecho, pero cuando pierdes de este modo, quedándose el balón en el soporte del aro con un tiro que tu propio equipo ha hecho tratando de ganar el partido… esto sólo puede derivar quizás en ir a terapia para superar el trago amargo.