Balas, muertes y un absurdo partido de fútbol

Toma del Palacio de Justicia en Colombia por el M-19
Toma del Palacio de Justicia en Colombia por el M-19

La primera ráfaga de ametralladora se escuchó a la 11:35 a.m. y los civiles presentes comenzaron a correr despavoridos por las diferentes salas del Palacio de Justicia de Colombia. Mientras las arengas subversivas se sumaban al terrorífico ruido, 7 guerrilleros del Movimiento 19 de Abril –M19-, liderados por Alfonso Jacquin, anunciaban un premeditado secuestro en la sede y símbolo del poder judicial colombiano, ubicado en el centro de Bogotá. Era 6 de noviembre de 1985 y la operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre, había comenzado oficialmente.

Los guerrilleros del M19 justificaban su acto en que el gobierno del Presidente Belisario Betancourt supuestamente había incumplido los acuerdos de paz con esta guerrilla firmados un año antes, por lo que querían convocar a un juicio público contra el máximo mandatario.

Una vez ubicados en diferentes posiciones del recinto, Jacquin hizo una llamada telefónica a su comandante Luis Otero Cifuentes, reportando las novedades que le permitirían seguir ejecutando su sangriento plan: 27 guerrilleros más, liderados por el comandante, ingresaron a la fuerza en tres vehículos por el sótano del mítico edificio.

En 25 minutos, los guerrilleros habían logrado el control total del edificio y tomaron como rehenes cerca de 350 personas entre magistrados, consejeros de Estado, servidores judiciales, empleados y visitantes.

Como es costumbre, el mes de noviembre en Colombia se caracteriza por tener varias festividades que incluyen el conocido Reinado de Belleza en Cartagena y los octagonales semifinales del fútbol profesional. El país sudamericano, de gran tradición en ambos eventos, prácticamente se paraliza en dichas fechas y por supuesto que en 1985 parecía que no iba a ser la excepción. Ese 6 de noviembre, miércoles para mayor exactitud, mientras en el concurso de belleza descollaba como favorita la guajira María Mónica Urbina, las semifinales del fútbol habían sido programadas de la siguiente forma: Deportivo Cali vs. Bucaramanga, Junior vs Medellín, Nacional Vs América y en Bogotá, ciudad donde ocurría lo que después se denominaría como el “Holocausto del Palacio de Justicia”, Millonarios recibía a Unión Magdalena.

Toma del Palacio de Justicia en Colombia por el M-19
Toma del Palacio de Justicia en Colombia por el M-19

Entre la 1:30 y 2:00 p.m., las Fuerzas Militares colombianas comenzaron un intento de retoma, enviando los primeros vehículos blindados que ingresaron al Palacio por la puerta principal y por el sótano, mientras dos helicópteros dejaron en la azotea del edificio a un grupo de policías del Comando de Operaciones Especiales. En ese momento, los jugadores del Millonarios Fútbol Club dirigidos por Eduardo Luján Manera reposaban el almuerzo en su sitio de concentración y los del Club Unión Magdalena escuchaban la charla técnica de Eduardo Julián Retat. Fue allí, en ese momento, cuando los jugadores del cuadro visitante comenzaron a escuchar los disparos del enfrentamiento gracias a que el hotel donde se encontraban alojados, quedaba a solo 10 calles de distancia.

Cerca de las 4 p.m. el acorralamiento a fuego de las Fuerzas Armadas colombianas había hecho que los guerrilleros se amotinaran en los últimos pisos del Palacio y desde allí respondieran los ataques. Medios de comunicación transmitieron la voz del Presidente de la Corte Suprema de Justicia Alfonso Reyes Echandía, quien era uno de los rehenes, pidiendo desde el cuarto piso del edificio que se detuviera el operativo: "Por favor, que nos ayuden, que cese el fuego. La situación es dramática. Estamos aquí rodeados de personal del M-19". Fueron las últimas palabras públicas que pudo pronunciar el jurista, antes de ser asesinado.

La División Mayor del Fútbol Colombiano –Dimayor-, ente independiente del Gobierno Nacional y presidida en ese entonces por León Londoño Tamayo, no sabía si postergar o no los partidos que debían jugarse ese día. Con el pasar de los hechos y al ver la frenética situación, la decisión de aplazar la fecha de fútbol profesional iba cambiando a medida que los dirigentes buscaban esperanzadoras noticias que nunca llegaron. Hasta que una llamada de parte de un representante del Alto Gobierno solicitaba ejecutar una absurda sugerencia y así eliminar las dudas de los directivos: la fecha del octogonal debía jugarse ese día y a la misma hora previamente establecida. Y peor aún, el partido de Bogotá iba a transmitirse en directo por televisión a todo el país.

La abogada Noemí Sanín había sido nombrada dos años antes como Ministra de Comunicaciones por el Presidente Betancourt, principalmente para desarrollar la Ley 42 de televisión que en teoría debía ampliar la producción nacional, legalizar el servicio de subscripción por cable y aceptar el ingreso de capitales privados al negocio. Sanín, de reconocida trayectoria en el mundo empresarial, gozaba de fama como mujer líder, visionaria e incluso obstinada; y en el mundo de las comunicaciones lo había demostrado, porque a pesar de producir grandes cambios en la legislación televisiva nacional, era conocida también por su visión estrecha de la libertad de prensa, que una vez más quedó demostrada cuando emitió un comunicado a todas las programadoras y estaciones radiales del país: “El gobierno nacional agradece a los medios de comunicación… abstenerse de transmitir por radio o televisión informaciones sobre los operativos militares en directo o a través de entrevistas o comunicados…” rezaba parte del comunicado.

Ella, junto al entonces director del Instituto Nacional de Radio y Televisión de Colombia  -Inravisión-, Fernando Barrero Chávez, acordaron no solo no autorizar ningún cambio en la programación televisiva, sino transmitir el partido de Millonarios contra Unión Magdalena en vivo, buscando tranquilizar a los ciudadanos colombianos de los terroríficos hechos de la Toma del Palacio.

Ninguno de los integrantes de ambos equipos se imaginaba que iba a jugarse el partido. Desde la azotea del antiguo Dann Carlton de Bogotá, en la avenida 19 con calle 5 junto al colonial barrio La Candelaria, algunos jugadores del Unión Magdalena veían como la capital se había convertido en un infierno. Los guerrilleros habían provocado un incendio para quemar los archivos judiciales de los narcotraficantes considerados “extraditables” por el Gobierno colombiano, que en las investigaciones posteriores confirmaron que este fue uno de los objetivos principales de los subversivos en el ataque.

Bogotá estaba militarizada, llena de humo, de sonidos de cañones, de tanques de guerra, de helicópteros, de gente que corría despavorida para salvaguardar su vida. Bogotá olía a miedo, a sangre, a muerte. A pesar de la censura a los medios de comunicación, los jugadores de Millonarios escuchaban una y otra vez la grabación del magistrado Reyes Echandía y temían por la seguridad de sus familiares a quienes llamaban frecuentemente. Pero a las 5 de la tarde y contra todo pronóstico, se les informó a los protagonistas que el partido se realizaría y además, sería transmitido por televisión nacional.

La Ministra Sanín llamó a los principales directores de los medios para darles la orden de cortar la transmisión del Palacio y pasar a reportar la fecha profesional en Colombia. En RCN, tradicional cadena radial colombiana, lo informaron de la siguiente forma: “A esta hora, la situación de tensión continúa y esporádicamente en la zona se efectúan intercambios de disparos. La hora en Colombia, 8 y 2 minutos, muy bien, en este momento vamos a iniciar la transmisión de la jornada del fútbol en todo el país, ustedes saben hoy comienza el octogonal de la liga profesional de balompié en Colombia. Les tendremos constantemente durante el partido de fútbol, a medida que se produzcan hechos sobresalientes, más información desde el Palacio de Justicia. En el primer tiempo del partido tendremos el informe, en el intermedio uno más amplio y lo mismo en la segunda parte del encuentro deportivo.”.

Pareciera que alguien en el Gobierno colombiano se tomó muy a pecho la frase que alguna vez pronunció el ya fallecido entrenador escocés William Shankly: “Algunos creen que el fútbol es solo una cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante que eso". Pero no, nadie en las altas esferas del poder es tan ingenuo; ellos prefieren aquel proceder que viene de los dictadores de la antigua Roma: “Pan y circo”.

El estadio Nemesio Camacho “El Campín” de Bogotá está ubicado a solo 13 km del Palacio de Justicia. Allí el partido comenzó delante de unos 2.500 hinchas y sin ningún tropiezo a las 8:30 p.m., mientras el incendio se propagaba a otras zonas del edificio y los bomberos arriesgaban doblemente su vida al intentar apagarlo en medio del fuego cruzado. El ejército atacó a los guerrilleros con rockets y algunos jugadores bajaron a la cancha ubicando radios cerca para poder escuchar lo que ocurría o más bien, lo que el Gobierno dejaba emitir.

Los futbolistas de ambos bandos jugaron entre la incertidumbre, los nervios, los ruidos de las ambulancias e incluso, hubo varios que no pudieron contener las lágrimas por la tragedia que le ocurría a cientos de sus coterráneos y al país entero. En el medio tiempo la única declaración que consiguieron los periodistas fue la del Coronel (r) del Ejército Alfonso Plazas Vega que afirmaba: “(Hay que) Mantener la democracia maestro, aquí no van ellos a asustarnos ni a atentar contra ninguno de los poderes ni contra ninguna de las ramas del poder público”. En ese momento y a pesar de una férrea resistencia, los guerrilleros ya se encontraban muy disminuidos.

El partido acabó a las 10:30 p.m. y los jugadores de Millonarios salieron raudos a sus casas a encontrar a sus familias, así como los del Unión Magdalena directo al aeropuerto a buscar a los suyos. La transmisión acabó inmediatamente y los medios de comunicación siguieron reportando cada uno de los hechos de la toma.

El siniestro duró 16 horas más, hasta que las Fuerzas Armadas declararon el control definitivo de la situación. Un total de 98 personas murieron, entre magistrados, servidores públicos, empleados, miembros de la fuerza pública y hasta un transeúnte que caminaba cerca al lugar de los hechos. La gran mayoría de guerrilleros fueron dados de baja y los ideólogos del Movimiento 19 de Abril que no estuvieron ahí, afirman que no tenían ni idea ni conocimiento que sus compañeros realizarían la sangrienta toma, versión que por obvias razones es difícil de creer.

Varios de los militares que defendieron la Patria hoy se encuentran procesados por motivos que van desde exceso de fuerza en la retoma hasta supuesta responsabilidad en los 7 desaparecidos que hasta la fecha son un misterio legal, y cuyas familias cada 6 de noviembre van a la Plaza de Bolívar, en frente del Palacio de Justicia, a hacerles protestas al Gobierno Nacional por el paradero de las víctimas.

Hoy, 30 años después y como es apenas natural, algunos de los protagonistas de ese absurdo partido han fallecido, otros son entrenadores, otros salieron del fútbol y de otros nunca se supo más nada. Pero de lo que no queda duda, es que todos ellos recuerdan el día en que el fútbol fue utilizado para distraer el derramamiento de sangre de vidas inocentes, que cayeron bajo el absurdo argumento de ideologías contrarias a la vida misma.

Por cierto, antes que se olvide, el partido lo ganó Millonarios 2 a 0, con goles de Juan Carlos Díaz y Juan Gilberto Funes.

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