Roberto Ovelar, un campeón de vida

MED718. MEDELLÍN (COLOMBIA), 20/12/2015.- El jugador del Atlético Nacional Alex Mejía (i) disputa el balón con Roberto Ovelar (d), del Junior, hoy, domingo 20 de diciembre de 2015, durante el partido por la final de la liga colombiana de fútbol, en el estadio Atanasio Girardot de Medellín (Colombia). EFE/Luis Eduardo Noriega A.
MED718. MEDELLÍN (COLOMBIA), 20/12/2015.- El jugador del Atlético Nacional Alex Mejía (i) disputa el balón con Roberto Ovelar (d), del Junior, hoy, domingo 20 de diciembre de 2015, durante el partido por la final de la liga colombiana de fútbol, en el estadio Atanasio Girardot de Medellín (Colombia). EFE/Luis Eduardo Noriega A.

Aún seguía abierta la herida que le propinó en el minuto 60 el intencional codazo de Oscar Murillo y que no fue sancionado. Roberto Ovelar, el Búfalo paraguayo, claramente no quería recibir la medalla que lo acreditaba como subcampeón del fútbol colombiano porque estaba tan ilusionado con obtener la gloria en Colombia que un segundo lugar solo generaba tristeza.

Él, que sabe tanto lo que es ganar como perder, tendrá que esperar una próxima ocasión para inscribir su gloria en el Olimpo del fútbol colombiano.

Roberto Andrés Ovelar Maldonado nació en Cuguaty, República del Paraguay, el 1 de diciembre de 1985. Su padre, Leonardo Ovelar, era un empresario del sector agropecuario de ese país que perdió todo gracias a sus inclinaciones políticas.  Las empresas y los activos que había conseguido con años de trabajo fueron diluyéndose gracias a las tendencias políticas de la familia, que iban en contra de la dictadura militar que rigió el país Sudamericano por más de 35 años. A Don Leonardo, le tocó esconderse por más de 5 años en la selva lejos de su familia y de todo lo que amaba, porque había serias intenciones de asesinarlo. Solo podía hacer esporádicas y clandestinas visitas nocturnas para estar con los seres que amaba.
 
Roberto tuvo un brusco paso de niño a hombre para colaborar económicamente en su hogar, que estaba compuesto por su madre y sus 8 hermanos. De niño libraba una lucha dura diaria desde temprano cuando caminaba 7 kilómetros  para llegar a la escuela, alternando sus estudios con oficios tan nobles como la zapatería, la jardinería, la agricultura y la venta informal de bananos, yuca, tomates y hasta juguetes para navidad a final de año.  
 
Su amor por el fútbol comenzó muy pequeño, cuando en las humildes calles de Cuguaty él y su hermano Luis se fueron labrando un nombre que terminó llevándolos a ambos a la primera división paraguaya. De un momento a otro, Ovelar cambió las vacas y los cultivos de las fincas donde trabajaba para ser contratado por Cerro Porteño, una de las instituciones más grandes del país.

Después de varias pruebas el técnico Gustavo Costas lo contrató afirmando que estaba sorprendido porque el “Búfalo” tenía las condiciones necesarias para convertirse en uno de los mejores jugadores paraguayos. Con 20 años y mientras otros futbolistas sudamericanos ya han realizado procesos en divisiones menores, en equipos, en Selecciones y hasta en Copas Mundiales, Roberto apenas comenzaba a entrenar profesionalmente, pero Costas no se había equivocado: debutó un año después ganando el título de Primera División y anotando en ese torneo 10 goles.

De ahí vino la fama: contratos, eventos, autógrafos, fanáticos, traspasos y cuando se pensaba que todo lo negativo había pasado, Ovelar comenzó a cargar con una cruz de lesiones que irían cortando el ascenso en su carrera. Pasó por varios equipos de su natal Paraguay, de Perú, de México y de Chile; siempre comenzaba jugando a gran nivel pero la consolidación se le complicaba por sus continuos problemas de salud.

Roberto Ovelar
Roberto Ovelar

El marcado pasado de Ovelar, quien hizo un drástico cambio de trabajar en fincas a la alta competencia sin una adecuada preparación, sin conocimiento de prevención de lesiones y sin un desarrollo corporal óptimo para un deportista, pasaba factura e hizo que Roberto cada vez que exigía su cuerpo de una forma constante, este no le respondiera de la mejor manera.
 
En 2014 llega al fútbol colombiano a representar al Atlético Junior de Barranquilla. Cansado de empresarios a los que acusa de robarle dinero de transferencias, contratos y hasta de sueldos; Ovelar decide que su suegra, abogada en Paraguay y esposa de un retirado empresario deportivo, manejara sus intereses. Sus valores aprendidos en el campo donde la gente para hacer negocios solo se da la mano, confía en el prójimo, no existe maldad y el valor de la palabra es fuerte como el roble, servían  muy poco en un mundo tan sucio como el fútbol. La señora negoció directamente con el equipo y en julio de ese año, el guaraní aterrizaba en la capital del Caribe.

Su debut en Colombia fue cuando Atlético Junior enfrentó al Mónaco por la Copa Euroamericana el 20 de julio, bajo la rechifla constante del público local. A pesar del buen partido del guaraní, el público no aceptaba su contratación y pocos días después le fue diagnosticada pubalgia,  esa tendinitis de algunos de los numerosos músculos abdominales del cuerpo y que se convierte en uno de los peores enemigos del futbolista, la cual lo aquejó durante todo el semestre. Pudo jugar pocos partidos y solo anotar 2 goles, esto sumado a que el equipo cumplió con una de las peores campañas de las últimas décadas.

Aburrido, cansado y con pocas posibilidades en el equipo habló del futuro con su esposa Gladys y cuando estaba a punto de rescindir el contrato, ella lo convenció en quedarse: irse era solo una muestra de cobardía y darle gusto a sus contradictores. En cambio luchar en plenitud de sus condiciones,  era demostrar que su contratación no había sido en vano.

En 2015 el nuevo técnico tiburón, Alexis Mendoza, creyó en él y le brindó la confianza que tanto necesitaba de la mano de una correcta; lo cual fue una decisión acertada porque en los diferentes torneos que disputó este año, anotó 20 goles.

Roberto Ovelar
Roberto Ovelar



Hoy es ídolo en Barranquilla y en Colombia afirman que es de los mejores extranjeros llegados en los últimos años. Un delantero con gol, con visión de juego, potencia, excelente remate con ambas piernas y de cabeza, lo que genera que el guaraní esté en el corazón del caribe colombiano.

Sueña con ser abogado, porque por culpa de tantas dificultades en su vida y tantas injusticias cometidas contra su familia por parte de la dictadura militar, no pudo terminar la secundaria. Hoy afirma acertadamente que nunca es tarde para estudiar y que será profesional para ayudar a las personas, sobre todo a las más necesitadas.  Frecuentemente toma las lecturas y material de estudio de su esposa Gladys, quien estudia abogacía on line en una universidad en Paraguay, porque le apasiona el tema.

Vive feliz en Barranquilla, junto a su esposa y dos hijas. Ha logrado compenetrarse con la afición y sentir su cariño en cada esquina de la ciudad.  Hoy a sus 30 años, la vida le sonríe porque después de tanto sufrimiento la recompensa poco a poco se ha ido entregando, a pesar de no poder ganar la final frente al Atlético Nacional.

Sabe que todo lo que ha conseguido es basado en lucha, sacrificio y entrega, a pesar de las dificultades de la vida. Dificultades que nunca lo detuvieron y nunca lo detendrán porque como él mismo afirma “Sin sacrificio no hay victoria”.

Con la colaboración especial de Danilo Cabrera Castro, “El Sabio de Los Pinos”

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