'Zurdo' Ramírez y su ventajista pelea contra Gabriel Rosado que avergüenza al boxeo

Gilberto 'Zurdo' Ramirez s Tommy Karpency |  Reuters/Andrew Couldridge
Gilberto 'Zurdo' Ramirez s Tommy Karpency | Reuters/Andrew Couldridge

Todo cambió para Gilberto 'Zurdo' Ramírez el 5 de noviembre del año pasado. Dmitry Bivol, campeón mundial semipesado de la AMB, ratificó su dominio sobre el boxeo mexicano en Abu Dhabi, cuando dio una cátedra contra el entonces invicto mexicano. De nada sirvió el precedente del 44-0, pues Ramírez no pudo complicar en ningún momento al ruso, que ya había sido verdugo de Saúl ‘Canelo’ Álvarez en mayo de ese año. La contundente victoria evidenció que a Ramírez le habían hecho falta pruebas de verdad, rivales con los que su nivel incrementara por mera competitividad.

Su próximo rival ya está en puerta. Se trata de Gabriel Rosado, peleador estadounidense de sangre puertorriqueña, al que se medirá el próximo 18 de marzo. Rosado tiene un récord de 26-16-1. Sin duda no es un historial que impresione, pero ‘The King’ ha dejado constancia de su valentía y talento incluso cuando ha perdido.

Pero el problema real de esta pelea radica en la diferencia de peso, y en cómo Óscar De la Hoya, promotor del combate, ejecuta una pelea tan dispareja que podría entrañar riesgos para el peleador desfavorecido. Rosado nunca ha peleado en las 175 libras (semipesado) y apenas llevaba un año en las 168 libras (supermediano), con saldo de dos derrotas: ante Ali Akhmedov y contra Shane Mosley Jr. Hasta 2021, Rosado era un peso mediano (160 libras) natural; en boxeo se conoce a peso natural como aquel en el que un peleador empieza su carrera profesional o en el que pasa más tiempo peleando.

Gabriel Rosado en su pelea contra Shane Mosley Jr. en abril del 2022 en la ciudad de San Antonio, Texas. (Carmen Mandato/Getty Images)
Gabriel Rosado en su pelea contra Shane Mosley Jr. en abril del 2022 en la ciudad de San Antonio, Texas. (Carmen Mandato/Getty Images)

Ramírez, en cambio, lleva ya cuatro años peleando en esta división de los semipesados, por lo que está más que acostumbrado a ella. Previamente fue campeón del mundo, en 2016, en la división de los supermerdianos, pero incluso para ese peso (168 libras) su físico ya era grande. Ahora hay que imaginar que en su actual división, la de semipesado, apenas podría decirse que está en una división ajustada a sus dimensiones.

Por ejemplo, contra su último rival, Bivol, tenía todavía una ventaja en su estatura: seis centímetros, que en el boxeo son muy importantes. Además, hay que considerar que el peso límite de 175 libras (79 kilogramos) es sólo el peso que deben dar antes del combate, pero ya en el ring los peleadores suben rehidratados. Y quien lleva ventaja en esos casos es el púgil de mayor estatura y corpulencia (Ramírez mide 1.89 metros, y Rosado, 1.82).

En el 'modus operandi' de los promotores abunda esta táctica que De la Hoya práctica a la perfección: cuidar a las 'estrellas' después de una derrota o de una pelea compleja, de alto desgaste. Se le suele llamar ‘peleas de transición’, y se hacen con la intención de que el peleador favorito tome ritmo, tenga una presentación lustrosa y recupere confianza antes de asumir otro reto de máxima exigencia. Pero no se puede admitir lo que están haciendo tanto promotor como boxeador aquí.

Porque están poniendo en riesgo la integridad de un colega, Gabriel Rosado, que ha acumulado mucho castigo a lo largo de su carrera. Es cierto que el peleador de origen boricua es reconocido por nunca dar un paso atrás y enfrentar a todos los que se le pongan en el camino: muy recordado es su combate con Gennady Golovkin (2013, en Nueva York), en el que Rosado manchó todo el ring de sangre y la pelea sólo se detuvo porque su esquina decidió pararla, ante el dramatismo de lo que estaba pasando. Pero Rosado ya no está para enfrentar a rivales en plenitud, que pueden causarle daño y, además, exponerse a competir en una categoría desconocida para él.

El récord de Ramírez, cuando estaba invicto 44-0, ya tenía matices cuestionables, pero de alguna forma había mantenido una lógica, pues enfrentaba a rivales clasificados entre los mejores del mundo y a peleadores con experiencia en su división. Pero nunca se había visto que le colocaran a un rival con un desajuste de divisiones tan amplio que resulta peligroso e indignante. Además, si De la Hoya quiere elevar el prestigio de su rival, no lo conseguirá con esta pelea y, de hecho, es difícil que vuelva a hacerlo, pues para eso, Ramírez tendría que volver a pelear por un título del mundo. Y eso no parece que vaya a suceder pronto en esta división. No es el camino para construir (o intentar construir) a un ídolo.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Los 'Chineros de la Merced': indigna cómo roban, pero más cómo todos los ven y no hacen nada