Santiago Giménez, del prejuicio de ser un "apalancado" a fichar por el Feyenoord

Santiago Giménez en un partido amistoso con la Selección Mexicana. (Tim Heitman-USA TODAY Sports)
Santiago Giménez en un partido amistoso con la Selección Mexicana. (Tim Heitman-USA TODAY Sports)

Santiago Giménez siempre ha cargado con muchas etiquetas. Hoy su nombre comienza a tener peso propio, pero durante muchos años fue el hijo de Christian Giménez. Lo primero que se supo de él fue eso. Era verídico pero despectivo, con la inevitable alusión a que sólo estaba en Primera por palancas familiares. Ese mito se derribó a fuerza de goles. Los hizo en categorías inferiores y en el equipo principal, donde en verdad importaba. Si alguien dudaba de sus capacidades, su fichaje por el Feyenoord de Países Bajos ha confirmado que Santiago no es ningún improvisado.

Pero tampoco hay que perder la perspectiva. Giménez todavía no es un delantero hecho. Por eso se ha marchado al futbol neerlandés. Ahí encontrará cobijo y podrá crecer a su ritmo. Irónicamente, ese entendimiento de la paciencia como fuente de progreso se echa en falta en México. Cada aparición sorpresiva en el futbol nacional suele estar marcada por la esperanza de que un talento individual bastará para alterar positivamente el destino colectivo. Desde la época de Hugo Sánchez hemos constatado que no es así.

Es verdad que la baja de juego de Raúl Jiménez, mezclada con un buen arranque de Santiago en Rotterdam, podría ser la coartada perfecta para ver al Bebote como titular en Qatar 2022. Pero aun así ese escenario se consolida, es fundamental tener en cuenta que Giménez no es un atacante resolutivo: depende de un equipo y tiene muchos aspectos a mejorar. Como lo hizo ver Johan Vásquez en su reciente confesión, en el futbol europeo el aprendizaje es constante: se corrigen errores "de fábrica" que se se pueden adjudicar a defectuosos procesos formativos.

Y también ese sentido Giménez caminó a paso rápido. Su debut no oficial con Cruz Azul se dio en el verano 2016, cuando tenía 15 años, durante una pretemporada. En términos prácticos, esa fue su presentación en sociedad. Entró trece minutos con el número 149 para enfrentar a Pumas en un cotejo amistoso. Pero lo verdaderamente importante de ese juego fue que compartió cancha con su padre. Giménez hijo provocó un penal que Giménez padre falló. Aunque la historia no pudo ser perfecta, sí cumplió con su principal objetivo: ver a dos generaciones en el mismo césped.

Mientras esperaba por su debut oficial, Giménez se cansó de perforar arcos en todas las categorías con límite de edad. Constancia y esfuerzo. Y algunas pruebas complejas. En septiembre de 2018, Giménez sufrió una trombosis en el brazo derecho que lo alejó durante seis meses de las canchas. Su presentación ya se olfateaba. Lo hizo finalmente el 2 de agosto de 2019 contra Tijuana. Christian Giménez lo vio desde un palco de transmisiones (era comentarista de Fox Sports) y la escena conmovió a todos.

Desde ese momento, el crecimiento de Giménez ha sido innegable. Incluso pudo representar a Argentina. Fernando Batista, entrenador de la sub-23 albiceleste, lo confesó el año pasado: "Hablé con Giovani Reyna y con el hijo del Chaco Giménez, pero bueno, optaron por otras selecciones", dijo para TNT Sports. Aunque Santiago no fue tomado en cuenta para Tokio 2020, sus deseos de jugar con el Tri siempre han estado claros. Hizo su debut en la Mayor en marzo pasado.

El último año de su carrera ha sido frenético. Con Cruz Azul, ganó la ansiada liga que su padre sólo pudo soñar. Elevó su cuota goleadora y flechó al Feyenoord. Nadie le puede decir apalancado nunca más. Ya pasó ese examen con evidencias de sobra. Ahora tendrá que crecer a su ritmo, aunque en México no falta quien ya lo quiera ver como un salvador absoluto. Todo en la carrera de Santiago Giménez está por ser escrito.

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El video que tiene enternecidos a los Pumas.