Wílmar utiliza una guadua como prótesis, escaló el Everest y sueña con una medalla olímpica

Wílmar Marulanda, deportista colombiano de paracycling (Foto Facebook Wílmar Marulanda).
Wílmar Marulanda, deportista colombiano de paracycling (Foto Facebook Wílmar Marulanda).

Por Sebastián Aguirre Eastman

A Wílmar Marulanda le resultaba bastante incómodo ir y venir en su bicicleta por los 50 kilómetros que distancian las ciudades colombianas de Manizales (donde nació y vivía) y Pereira para visitar a su mamá. Impulsado solo por la fuerza de su pierna izquierda, el trayecto se hacía largo debido a las acrobacias y los brincos que debía realizar para mantenerse estable y con buen ritmo.

Ante la imposibilidad económica de adquirir una prótesis ortopédica que subsanara la ausencia de su pierna derecha, la cual perdió luego que un perro Pitbull lo mordiera y se la destrozara, Wílmar pensó que una buena idea era moldear un tronco de guadua, esa planta familiar al bambú, que le permitiera mantenerse en pie. Recortó entre 40 y 50 centímetros, y en un sitio especializado se la pulieron para que se ajustara a su cuerpo.

Todo ocurrió un tiempo después de que sufriera este percance que modificó su proyecto de vida. Sin terminar la escuela secundaria, Wílmar hallaba en el ciclismo un escape a sus preocupaciones desde que tenía 15 años -hoy tiene 25-, antes de perder su pierna y más cuando ya se vio en situación de movilidad reducida, lo cual no le disminuyó su pasión por este deporte.

Wílmar se ha convertido en uno de los mejores en su especialidad en Colombia y aspira a representar a su país en eventos internacionales (Foto Facebook Wílmar Marulanda).
Wílmar se ha convertido en uno de los mejores en su especialidad en Colombia y aspira a representar a su país en eventos internacionales (Foto Facebook Wílmar Marulanda).

Entre sus aficiones estaban, además, los deportes extremos. La cercanía de la ciudad de Manizales con el Nevado del Ruiz -famoso por la avalancha de noviembre de 1986 que desapareció la población de Armero y causó más de veinte mil muertes- sirvió para que Wílmar se interesara por la escalada. Algunos de sus amigos servían como guías a los visitantes.

En 2009, un empresario colombiano montó un proyecto para escalar los 8.848 metros del monte Everest, la cima más alta del mundo. Y quiso que en la expedición fuese una persona con movilidad reducida. Por eso contactó a algunos de los guías del Nevado, entre ellos a un amigo de Wílmar, quien lo recomendó.

Fue así como Wílmar partió con rumbo a la cordillera del Himalaya. Allá, entre maldiciones y arrepentimientos, alcanzó a escalar 7.250 metros. Para esa época ya había conseguido quién le financiara la prótesis, de otro modo su ascenso hubiese sido imposible.

Luego de un tiempo, hace cuatro años, un amigo del ciclismo lo invitó a Villavicencio -120 kilómetros al sur de Bogotá-, en los Llanos orientales colombianos. Wílmar competía en varias modalidades: ruta, pista, ciclomontañismo. En esa ciudad se quedó una semana en el hotel de su conocido, quien le dijo que tenía puertas abiertas cuando quisiera volver.

Y sí que tuvo Wilmar un motivo muy especial para aceptar dicha invitación: la asistente de su amigo, una señorita con la que intercambió algo más que miradas. Fue por ella que hace cuatro años, Wílmar tomó su bicicleta y pedaleó durante cuatro días por los 409 kilómetros entre Manizales y Villavicencio, con su pierna izquierda, y el deseo de su corazón, como turbinas que aceleraban el paso.

Su plan era quedarse 20 días en Villavicencio, pero Wílmar se fue quedando y definitivamente echó raíces en esa ciudad, tuvo un hijo y le dio un nuevo impulso a su carrera como ciclista, que había comenzado sin muchos bríos en la liga del departamento de Caldas -del cual Manizales es la capital-, pero ante la falta de apoyo al paraciclismo los ánimos no le daban más que para recrearse.

En Villavicencio se integró a los equipos del departamento, siempre distiguiéndose como el hombre de la guadua en su pierna derecha.

El pasado fin de semana, en la ciudad de Cali, Wílmar tuvo uno de sus mejores resultados en los campeonatos nacionales de paracycling. Obtuvo las medallas de plata en las pruebas de 3.000 metros persecución individual, el Kilómetro y el Scratch, todas en la modalidad C2 (deportistas con otras alteraciones severas de la movilidad que implican el uso limitado de una pierna y de un brazo).

Esto le dio pie a Wílmar para soñar con un lugar, por primera vez, en la Selección Colombia de Paracycling en pista y estar en el Mundial de la especialidad, a disputarse del 22 al 25 de marzo próximo en Río de Janeiro, Brasil.

Un logro que espera conseguir para darle más impulso a su pasión, esa que lo lleva a viajar constántemente hasta Bogotá pues en Villavicencio no hay velódromo dónde practicar, pese a que recibe un valioso aporte del Instituto de deportes de ese departamento; para entrenar, debe correr en las carreteras de la región, exponiéndose a algún accidente.

En el deporte y en la vida, Wílmar exhibe siempre alegría. Lo hace cuando habla de su condición física, a la cual no solo le saca sonrisas; como el deporte no alcanza para cubrir sus necesidades, creó una empresa de domicilios, “Patofiel”, por aquello de que “solo ando con una sola pata”, y dice que es el más rápido en las entregas de las facturas pues en ninguna parte le toca hacer fila.

Te podría interesar:

Kevin Aladesanmi Sánchez: el primer futbolista sueco que juega en Colombia sueña con estar en la selección de este país

¿Tendrá el futbolista inglés Ethan Hodby la misma suerte en Linkedin que el italiano Cristian Zaccardo?