Un entrenador paga a un aficionado para que se tatúe su cara en las nalgas

Garry Monk, entrenador del Birmingham City. Foto: Reuters/Action Images/Ed Sykes
Garry Monk, entrenador del Birmingham City. Foto: Reuters/Action Images/Ed Sykes

Hay fanáticos del fútbol que no se pierden un partido de su equipo. Los hay que viajan por todo su país, o incluso a lo largo y ancho de su continente, para seguir a sus jugadores favoritos. Están los que se dejan su sueldo en comprar cualquier producto que salga al mercado con relación con el club de sus amores. Pero el nivel de fanatismo que ha demostrado Kevin Tomlinson, hincha del Birmingham City inglés, sobrepasa casi todo lo visto hasta ahora.

Los blues son uno de los equipos históricos del fútbol inglés: fundado allá por 1875, nunca se ha proclamado campeón, pero tiene algún que otro título menor y, salvo raras excepciones, siempre ha oscilado entre la primera y la segunda división de su país. De hecho, esta temporada la ha disputado en el Championship, la categoría de plata, pero la temporada no ha sido muy buena. De hecho, hasta la última jornada ha corrido grave riesgo de descender al tercer nivel.

Garantizar la salvación dependía de derrotar en la última jornada (el pasado domingo) al Fulham, uno de los equipos más fuertes: los londinenses, terceros, tenían la opción de ascender directamente a la Premier League, sin pasar por el playoff. La victoria era dificilísima. Por eso Tomlinson decidió apostar fuerte: si su Birmingham ganaba, se haría un tatuaje con la cara del entrenador del equipo, Garry Monk. Pero no en un lugar cualquiera de su equipo: llevaría para siempre el rostro del técnico… en su trasero.

Pasó lo que tenía que pasar: el partido se saldó con un 3-1 para los azules que certificó la permanencia una temporada más. Y Kevin, hombre honrado, se decidió a cumplir su promesa. Para ello puso en marcha una campaña de recaudación de fondos en la web GoFundMe; estimaba que el tatuaje le costaría unas 100 libras, y si sobraba dinero, lo donaría para la causa benéfica “Justice for the 21”, de apoyo a las familias de las víctimas de los atentados terroristas del IRA que azotaron la ciudad en 1974.

A fecha 10 de mayo por la mañana se han superado las expectativas con mucha holgura. Van recaudadas 340 libras, de donantes que han ofrecido cantidades pequeñas, de unas 5 o 10 libras cada uno. Pero llama la atención que un solo mecenas ha puesto de golpe 80 libras, las que faltaban en ese momento para llegar a las 100 necesarias: ni más ni menos que el propio Garry Monk.

“¡Acabo de pagar, tío! Pero solo hay una condición: los hinchas del equipo quieren ver la prueba”, puso Garry como comentario junto a su donativo. Habrá que esperar un poco, puesto que a Tomlinson le ha costado un poco encontrar un tatuador dispuesto a hacerlo. Según ha dicho en su Twitter, el sábado a las 11 de la mañana irá al estudio para grabar en sus partes bajas el rostro de su héroe. No obstante, la recogida de donativos sigue abierta para quien quiera seguir contribuyendo a encontrar “justicia para los 21”.

Con este gesto Monk se ha ganado el cariño de la afición de un equipo en el que lleva poco tiempo. Le dieron el cargo hace apenas un par de meses, el pasado 4 de marzo, en sustitución de Steve Cotterill, quien a su vez había reemplazado a Harry Redknapp a principios de temporada. Garry es un entranador joven, de solo 39 años, aunque ya tiene experiencia en equipos como el Swansea, el Leeds y el Middlesbrough; antes de eso fue futbolista profesional, en la posición de defensa central, y se le recuerda sobre todo por su etapa de 10 años en el Swansea, del que fue capitán.

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