Real Madrid: un túnel, un antídoto o un veneno

Isco lamenta una ocasión perdida para el Real Madrid en la vuelta de cuartos de final de la Copa del Rey frente al Leganés (Foto: AP Photo/Francisco Seco)
Isco lamenta una ocasión perdida para el Real Madrid en la vuelta de cuartos de final de la Copa del Rey frente al Leganés (Foto: AP Photo/Francisco Seco)

En las carreteras europeas los túneles deben contar por ley con una salida de emergencia cada 500 metros. Con esta imagen en mente no cuesta imaginar a al Real Madrid, inmerso en el más largo de los subterráneos, desechando todas y cada una de las salidas que la temporada le ha ido ofreciendo. Verle golpeando las manillas de la puerta escapatoria atascadas sin remedio. El fin de semana pasado, contra el Deportivo, abrió una de esas puertas y llenó los pulmones de aire fresco en una bocanada desesperada. Sin embargo, el efecto revitalizante ha quedado anulado a las primeras de cambio. Eliminado de la Copa, un Leganés histórico devuelve a los de Zidane al túnel.

El Real Madrid de principio de temporada era un conjunto vibrante que había encontrado la armonía en el juego. Dañaba por las bandas con dos carrileros larguísimos y gobernaba los partidos desde el balón. Cinco meses después aquella fotografía luminosa ha ido virando al sepia en un desgaste imparable. Zinedine Zidane no ha cambiado ni un milímetro en sus planteamientos. Honesto como pocos en su discurso, no ha encontrado en esa coherencia la llave para recuperar la fluidez perdida.

El Leganés, un equipo experto en amurallar su portería por pura supervivencia, colocó al Real Madrid cara a cara con su mayor pesadilla esta temporada: la falta de mordiente arriba. Tres tiros a puerta en todo el partido, incluyendo el excelente gol de Benzema, y lo que es más preocupante, contadas ocasiones de mérito dejaron los blancos en la vuelta de cuartos. Poco, muy poco para un equipo que se estaba jugando la vida. Fuera con los titulares o con los suplentes, el Madrid debió ofrecer mucho más. Especialmente en la primera mitad.

En un conunto acostumbrado a salir por la puerta grande o por la enfermería, la eliminatoria contra el PSG es, más que nunca, un frasco con tres equis pintadas en un papel. Las incertidumbres que plantea el equipo hacen imposible imaginar si detrás está el antídoto o el veneno.

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