Qué debe aprender el Tri de lo vivido en Confederaciones

Si uno analiza el cuarto puesto de México en la Copa Confederaciones sin ver cada uno de los partidos y la forma de juego del equipo, puede decir que no es un fracaso, que el cuarto lugar de ocho equipos está entre las posibilidades del torneo cuando México tiene que definir la parte seria del campeonato ante nombres como Chile, Alemania y Portugal, rivales que hoy están un escalón arriba en del Tri y que bien lo pueden superar en los momentos definitorios.

México debe hacer autoanálisis de la Confederaciones. Foto: Getty
México debe hacer autoanálisis de la Confederaciones. Foto: Getty

Ahora bien, si usted siguió cada partido de la Confederaciones sabe que la forma de obtener ese cuarto puesto no fue la mejor, es más, dejó mucho que desear, aquí intentamos desglosar las carencias, debilidades y errores que llevaron al Tri a que el sabor del cuarto sitio sea malo, insisto no porque no esté dentro de la normalidad que México pueda perder contra Alemania y Portugal, es por la forma, por el fondo, por lo mostrado en el terreno de juego que el sabor tras finalizada la Confederaciones sea amargo.

No hay autocrítica

Desde el empate in extremis de la primera jornada de la Copa ante Portugal se dejaron ver las virtudes y debilidades del equipo mexicano. Era uno atacando, con la pelota en los pies y otro defendiendo. La presión alta que le consiguió muchos balones en el campo rival era clave en el sistema pero una vez que era superada los jugadores mexicanos sufrían y regalaban ocasiones de gol a diestra y siniestra. El no contar con un contención natural que regulara al equipo cuando no tenía la pelota provocaba un desequilibrio que nunca se corrigió y que partido a partido dejaba mano mano o en inferioridad a la zona defensiva mexicana.

Ese diagnóstico no lo detectó pronto el cuerpo técnico, ya que en cada uno de los partidos de la primera ronda fue así y la cosa explotó ante Alemania, que en apenas ocho minutos desnudó las falencias defensivas del Tri y encarriló la eliminación de México aprovechando los espacios entre la defensa y el mediocampo. El argumento para seguir insistiendo en esa formación fue que la posesión le perteneció al conjunto azteca en todos esos juegos pero la fragilidad que mostraba en defensa hacía que muy poco necesitara su rival para generarle ocasiones, vaya, México fue el equipo más goleado de la Confederaciones con 10 goles recibidos. Se defendía mal por sistema.

Rotaciones, más importantes que el talento

Las excusas que vertía Juan Carlos Osorio para justificar la ausencia o cambio de posición de algún jugador en el esquema del Tri son irrisorias e inverosímiles. El mejor jugador de campo (porque Ochoa y Talavera fueron salvadores en muchas ocasiones) que tiene México en ofensiva es Carlos Vela, fue el más desequilibrate ante Portugal en el primer encuentro y lo retiró del campo a los 57 minutos “porque así lo tenían planeado”, ante Nueva Zelanda decidió no usarlo y ante Rusia sólo un tiempo. Llegó el partido más definitivo para el Tri y no lo puso ante Alemania, la razón: “Creímos que jugar como extremo le iba a costar más y por el físico, (de los alemanes) nos decidimos por Raúl Jiménez -centro delantero natural que jugó en la banda-”, cuando en ese partido sí usó al pequeño Aquino por el extremo opuesto.

La obsesión por el tamaño que tiene Osorio se retrata también en defensa. La carencia de laterales lo ha hecho usar centrales por la banda antes que darle la oportunidad a jugadores que han comprobado que se desenvuelven bien en esa posición, como el actual campeón con Chivas, Jesús Sánchez, a quién Almeyda improvisó hace un año en esa posición y que en la Final demostró que ya domina la posición le juega en contra su baja estatura, pues nunca ha tenido la oportunidad de probarse en esta selección.

Además está la falta de repetición de saber qué va a hacer el compañero, para dónde va a moverse y qué hacer en determinadas jugadas, que eso solo lo da el conocer con quién juegas, conocer y repetir hasta el cansancio pases, triangulaciones ocupar espacios de compañeros, todo eso se da de una sola forma y es con el juego de conjunto, al no tener el Tri jugadores Clase A, es más que indispensable el juego de conjunto para competir contra equipos con jugadores de esa clase, y el conjunto no se logra cambiando jugadores porque sí.

Video: México no pudo resistir el tercer puesto ante Portugal

La historia no la cambia un hombre

Mucho se habla de la burbuja en la que vive el fútbol mexicano, que si los jugadores no son para exigirles mejores resultados de lo que vimos, que si el técnico es necio y se aferra a sus creencias, buenas o malas, pero lo cierto es que el material para usar no es basta ni es de clase mundial, un hombre no va a cambiar eso, sí México logra avanzar al famoso quinto partido en un Mundial hoy parece más que sería un acto de azar, algo que se de no por el trabajo ni por la gestión de los directivos. Puede que el Tri en este mismo ciclo llegue a los cuartos de final de un Mundial, pero eso no va a cambiar en nada la estructura del fútbol mexicano que se sigue sosteniendo del negocio, antes que de lo deportivo y que le deposita toda la presión al técnico nacional.

Alemania, campeón del torneo, tiene un plan en el que más de mil entrenadores hacen visorias por todo el país tratando de captar talento, puliendo los detalles, desarrollando técnica y tácticamente a los niños para que en un futuro se conviertan en jugadores de primer orden. De los miles que seleccionan, menos del uno por ciento llega a la fase de final de convertirse en profesional, es una forma de trabajar que entrega mucha materia prima para trabajar al técnico que quieran poner en su equipo nacional, que además va de la mano con el plan, con el estilo y la forma de juego. Ya sabemos que los métodos existen para desarrollar talentos en México, pero los mismos dirigentes frenan el futuro con políticas que limitan el margen de maniobra para quien está al frente de la selección. Sin opciones, seguiremos viendo a los mismos nombres en el Tri que entregan los mismos resultados, una y otra vez, ciclo de nunca acabar.

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