Insólito: consigue un hoyo en uno y se lesiona en la celebración

Tony Finau durante un torneo el pasado mes de marzo. Foto: AP Photo/Eric Gay.
Tony Finau durante un torneo el pasado mes de marzo. Foto: AP Photo/Eric Gay.

Hay deportes que exigen a sus participantes un esfuerzo físico extremo y un estado de forma notablemente superior al del común de los mortales, digno casi de superhéroes. El golf, esa actividad en la que se puede permanecer en la élite con notable sobrepeso y fumando puros en plena competición, se encuentra en una categoría distinta. Ni mejor ni peor: diferente. No se necesita completar largos recorridos en tiempos ridículamente breves, ni lanzar objetos pesados a distancias inverosímiles, ni siquiera elevarse a más de dos metros del suelo y hacer escorzos imposibles para patear un balón y acaparar portadas.

Nada de eso: el golf es un juego de precisión, como los dardos o el billar. Golpear una pelota con un palo y que vaya justo adonde se pretende es más difícil de lo que parece, y más si el destino es un agujero minúsculo en el suelo a varios centenares de metros de distancia. Por eso, en golf la mayor hazaña imaginable (hablamos de momentos puntuales y concretos, no de acumular campeonatos) es conseguir un “hoyo en uno”: que la bola acabe en su lugar no con los toques que indica el par, ni con alguno menos, sino tras un solo garrotazo.

Cuando esto ocurre, ¿es habilidad extrema del golfista o pura buena suerte? Que lo decida el lector. El caso es que muy pocas veces se ve tal acción durante los torneos profesionales. El estadounidense Tony Finau, de 28 años, lo ha logrado en un escenario privilegiado: el campo de Augusta, en Georgia, Estados Unidos. Allí se estaba disputando el Par-3, un torneo previo al Masters que tiene carácter casi de exhibición, pero al que no le falta atención mediática. Y claro, un hoyo en uno es algo digno de celebrar…

..pero a Finau se le fue de las manos, o mejor dicho, de los pies. Lleno de euforia, el número 34 del ranking mundial se puso a correr por la hierba con los brazos en alto, primero hacia adelante, después de espaldas, posiblemente para ver mejor a sus familiares que estaban entre el público. De repente se despistó, pisó mal, se torció el tobillo derecho y acabó por los suelos. Él mismo se recolocó la articulación y pudo seguir andando, aunque cojeando notablemente.

Aparentemente la cosa no fue a más, puesto que siguió compitiendo, no sin dolor. Pero al acabar la jornada no quiso hacer declaraciones a la prensa y tuvo que recibir tratamiento médico. Hoy 5 de abril empieza el Masters, el torneo “serio”, y su participación está prevista, aunque no se sabe si podrá jugar. Los medios hablan de que la lesión es una “dislocación”, lo que implica que el hueso se ha salido de su sitio y el tiempo de recuperación, en principio, es prolongado. No obstante, el propio Tony ha dicho en Twitter que es “optimista” y que espera poder volver al campo.

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