Opinión | Ernesto Valverde, el hombre sensato
El otoño avanza perezoso en Barcelona. Tan lento que, a veces, el sol del verano lo alcanza y nos trae temperaturas caniculares. Es “La tardor” en la capital de esta Cataluña que vive tiempos convulsos. La ambigüedad de la política -y de los políticos-, en su máxima expresión, se ha tomado todos los espacios. La calle, el bar, la familia, el trabajo, el deporte, el fútbol, la vida.
Pero estos tiempos agitados no han hecho mella, deportivamente hablando, en el FC Barcelona, que se mantiene en lo más alto de la tabla. Líder de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), con 31 puntos, 11 partidos invicto (más 4 de Champions y 1 de Copa del rey). Estamos en el último parón del año, por los partidos internacionales de las selecciones, y el Barça está en la cima. Con la clasificación encarrilada a los octavos de la Champions League y en la siguiente llave de la Copa del Rey. Quince días en que la Liga se detiene. Dos semanas que bien conllevan a reflexionar.
Ni la ida de Neymar al PSG. Ni la temperatura de la política catalana. Ni las lesiones de Iniesta, Rafinha, Dembelé, André Gómez y Sergi Roberto. Ni el activismo de Piqué en las redes sociales. Ni el dique seco en el que vive el goleador Luis Suárez. Nada ha hecho desestabilizar al FC Barcelona en el liderato de la Liga ni en los otros objetivos en disputa: Champions y Copa del Rey.
Y el gran responsable del buen comienzo de curso, no es otro sino su entrenador Ernesto Valverde. Un hombre que llegó con algo de incredulidad en cierto sector de los socios y de la hinchada pero que, con el pasar del tiempo y los partidos, gracias a su sensatez para ver el fútbol, ha demostrado que está a nivel del reto: volver y llevar al equipo por la senda de los títulos.
El ‘Txingurri’ (hormiga en euskera) ha sido el gran acierto del mercado. El fichaje estrella que necesitaba el equipo para liderar el proyecto 2017-2018. El hombre tranquilo que no entra al trapo cuando se trata de hablar del caos político y gubernamental que vive Cataluña. El míster que se agacha de cuclillas en la zona técnica para ver mejor el juego. El extremeño, criado en el País Vasco, que sacó tres veces campeón al Olimpiacos en la liga griega, y que solo se limita a hablar de fútbol, con resultados.
El partido del fin de semana (el 600 de Leo Messi con la camiseta azulgrana), fue una muestra más del sentido común de Valverde para tomar decisiones y cambiar el dibujo del equipo, según la disposición de los jugadores que tenga. Apostó por Paco Alcácer, delantero con pocos minutos. Y el de Torrent le devolvió la confianza con dos goles, que le dieron la victoria ante el Sevilla, 2-1.
Valverde, cuyo pasatiempo es la fotografía, sabe enfocar y disparar en el momento exacto para sacar lo mejor del grupo que dirige. Imágenes nítidas de un juego efectivo que tiene al equipo líder e invicto. Sin embargo, muchos -en Barcelona nunca se está a gusto- lo critican porque no brinda espectáculo. “No es el Barça el del tiki-taka”, dicen. Se confunden. Valverde no es Guardiola. Sacrifica la estética por la ética. Es la hormiga que trabaja, con bajo perfil por resultados, haciendo acopio de puntos, para los momentos duros que vendrán más adelante. Esos que se confunden son las cigarras que no preven el invierno.
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