El presidente de Burundi encarceló a un entrenador porque le dieron muchas patadas en un partido amistoso

Pierre Nkurunziza, presidente de Burundi. Foto: REUTERS/Evrard Ngendakumana
Pierre Nkurunziza, presidente de Burundi. Foto: REUTERS/Evrard Ngendakumana

Pierre Nkurunziza, el presidente de la República de Burundi, tiene una relación peculiar con el deporte. El dirigente de esta pequeña nación centroafricana, la tercera más pobre del mundo según datos del Fondo Monetario Internacional, llegó a prohibir a sus ciudadanos que salieran a correr, por considerarlo una actividad “subversiva”. Con el fútbol, el juego más popular del país, no se ha atrevido, probablemente porque es una actividad que a él, personalmente, le gusta mucho, hasta el punto de tener el título de entrenador y de participar a menudo en partidos.

De hecho, según informa La Gazzetta dello Sport, cada vez que viaja por su país le acompaña un coro evangélico (su otra gran pasión es la devoción religiosa cristiana) que se reconvierte en el Hallelujah FC, un equipo que se enfrenta a combinados locales en encuentros amistosos. A menudo el propio presidente, a sus respetables 54 años, refuerza a los chicos del coro jugando como delantero centro. Así ocurrió en su excursión a Kiremba, una pequeña ciudad al sur de Burundi, que visitó a principios de febrero.

El duelo entre el Hallelujah presidencial y la representación de Kiremba no terminó nada bien: de hecho, Cyriaque Nkezabahizi y Michel Mutuma, entrenador y ayudante respectivamente del equipo de casa, han acabado en la cárcel, arrestados bajo la acusación de “conspiración contra el Presidente de la República”. ¿El motivo? El mandatario reconvertido a atacante no acabó nada contento con la cantidad de patadas que le propinaron los defensas rivales.

Cuentan fuentes locales que el combinado de Kiremba no tenía el número mínimo de jugadores para afrontar el partido, por lo que a última hora tuvo que reclutar a jóvenes de la vecina República Democrática del Congo y así completar el once. El problema es que estos chicos congoleños no sabían que se enfrentaban ni más ni menos que al presidente, así que se emplearon a fondo en su tarea, con entradas más duras de la cuenta. Nkurunziza, respetuoso con las reglas del juego, no hizo nada contra los futbolistas (esa es tarea del árbitro), pero cuando acabó el partido sí que se vengó de los técnicos, a los que considera responsables de haber ordenado a sus zagueros que se emplearan con especial agresividad.

En el poder desde 2005, Nkurunziza, líder del partido derechista “Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia”, está afrontando su tercer mandato. No sin polémica, ya que la oposición considera que este hecho es inconstitucional (él alega que su primera legislatura no cuenta, ya que fue elegido directamente por el Parlamento y no en sufragio universal). Superó un intento de golpe de Estado en 2015 y varios boicots opositores con protestas violentas en las calles de Buyumbura, la capital del país. En el mismo 2015 llegaron a acusarle de dejarse fotografiar jugando al fútbol mientras se acumulaban los muertos en las manifestaciones contra su gestión. Otra de las características de su gobierno es la mentalidad ultraconservadora en asuntos sociales: llegó a presumir de haber recibido un premio por su “lucha contra la homosexualidad”.

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