El final más alocado de todos los tiempos en el basquetbol no profesional

Los partidos en la preparatoria del viernes por la noche son grandes escenarios para la convivencia, reunirse con los amigos, las familias y hasta con los enemigos de las escuelas rivales. Pero el partido que disputaron los Blair Bears y los Waverly Vikings en su propio gimnasio, en la población de Waverly, Nebraska, resultó ser uno de los encuentros con uno de los finales más alocados en la historia del baloncesto no profesional.

A ese partido le restaban 4.5 segundos en el último cuarto, el juego estaba con marcador de 50-50 y los Bears tenían la posesión. Luego de que el equipo de Blair puso en juego la bola, uno de sus jugadores recibió una falta en una zona lejana de la duela. Pero hizo un tiro con la esperanza de que el oficial cambiara su decisión y la falta fuera marcada en acción de tiro. Pero quién sabe cómo, el largo tiro, entró. Sin embargo, el oficial dijo que el tiro no valía.

La jugada fue repetida en el mismo lugar en el que se iba a poner en juego el balón, y luego de volver a meter la bola a la cancha, Waverly robó el balón con dos segundos restando en el partido, y el entrenador pidió tiempo muerto. Sin embargo, el jugador que recibió el balón no escuchó el silbatazo del tiempo fuera inmediatamente, así que tiró desde más allá de media cancha, y metió el tiro, pero no contó. Aunque eso no impidió que la gente en el gimnasio enloqueciera. Pero el árbitro, también avisó que el tiro no contaba.

Finalmente, los Vikings diseñaron una jugada en la que uno de sus compañeros quedaría aislado en la esquina, y mientras las últimas décimas de segundo se escurrían del cronómetro, su intento de tres puntos entró, todo red, sin tocar el aro, para consumar una victoria de 53-50, y acto seguido, se produjo una invasión a la duela de Waverly.

Además de ser una jugada perfectamente ejecutada, para maximizar esos últimos dos segundos de juego, fue la mejor manera de coronar el final de un partido en la que se concatenaron una serie e eventos que sólo quien estuvo en ese gimnasio, podría dar fe de lo sucedido.

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