Yahoo Noticias El ciclismo 'vintage' se toma a España
Cenicero. Restan diez minutos para la seis de la mañana y un grupo de ciclistas, vestidos a la antigua usanza, maillots de lana y bicicletas de acero, se reúne en la plaza España de este pueblo de La Rioja, de no más de dos mil habitantes, para tomar la partida de la tercera edición de la Eroica Hispania. Marcha ciclista para unos, carrera para otros, paseo turístico para algunos, que retrocede en el tiempo y le rinde homenaje a la épica del deporte de las dos ruedas.
Cenicero. 4 de junio, caen las primeras gotas de lluvia de lo que será un domingo pasado por tormentas, por rayos y truenos. Lo común en esta zona de España. Claro, el barro no faltará. Aún está oscuro y los héroes de la bicicleta, algunos resguardados por sus chubasqueros, otro sin mayor protección que el maillot del Molteni (de Eddy Merckx), del Bic (de Luis Ocaña), del Peugeot (de Pascal Simon), del Zor (de Alberto Fernández), del Kas (del Tarangú Fuente), del Teka (de Pedro Muñoz), se lanzan a recorrer las tres distancias que la organización ha trazado: 198 kilómetros, la larga; 118, la media; y 70, la corta.
El agua no es impedimento. “Añade más épica a la gesta”, grita un ciclista. “Pensad que no cae agua sino vino”, responde otro. Pedalada a pedalada van quedando atrás Cenicero, Baños de Ebro, Torremontalbo, San Asensio, Briones, San Vicente de la Sonsierra y su hermoso puente medieval con el ascenso “imposible” a la iglesia Santa María la Mayor, Paganos, La Guardia, Labraza, El Ciego, Logroño, Fuenmayor y viñedos y más viñedos. En los avituallamientos, dispuestos por los organizadores, los ciclistas encuentran fruta, pan dulce, sánduches, vino, queso, chorizo. No hay espacio para las barritas energéticas ni geles. Es una verdadera vuelta a los orígenes de este deporte.
Son ciclistas de hoy que emulan a los de antaño. A los que iban por carreteras de piedras con bicicletas que llevaban cuatro veces el peso de las actuales, con el cable de los frenos por encima del manillar, bidones de aluminio, palancas de cambios en el tubo del cuadro y pedales de rastrales o calapies. Son imágenes de una jornada que se repite por los caminos que transitan los tractores que remueven la tierra de las viñas riojanas y que bien parecen sacadas de un álbum de recuerdos de fotos en blanco y negro.
Es el auge del ciclismo vintage que se toma a España. Porque no solo es Cenicero, sitio de partida y de llegada de la Eroica Hispania, sino también San Martí Sarroca (Cataluña), donde se celebra la Pedals del Clip; Madrid, sede de La Clásica Otero y La Chichonera; Abejar (Soria), donde se celebra La Histórica; la Retrotrobada de Berga, (Cataluña); Medina de Rioseco (Valladolid), con el Retro GP del Canal de Castilla; La Etapa Clásica, en Zaragoza, la Pionera, en Huesca, y la Edoardo Bianchi, en Campo Cariñena (Aragón); y la Retrobike Enkarterri de Balmaceda (Vizcaya), entre otras.
“Es la nostalgia y el deporte unidos a través del tiempo”, dice Giancarlo Brocci, creador de L’Eroica, en Gaiole in Chianti, en la Toscana italiana. La prueba insignia de esta cultura. “Cuando empezamos en 1997, tuvimos 82 inscritos. En la edición de 2016, rondamos los 6.000. El ciclismo retro, heroico, es algo que sobrepasa las fronteras. Se hace para vencer los límites y la fatiga. Y España vive actualmente ese contagio”. Brocci lo dice montado en su Bianchi, con el número 1, preparado para tomar la salida.
Eroica Hispania es un evento hijo de la original italiana, cuya franquicia también se celebra en Japón, Gran Bretaña, Sudáfrica, Estados Unidos, Uruguay y Holanda.
Según Fernando Bueno, jefe de prensa del comité organizador del certamen, de los casi mil inscritos para esta tercera edición de la ciclo marcha, 750 tomaron la partida. “Llegaron de todas partes de España y de 24 países diferentes. La lluvia y la final de la Champions hicieron que muchos se rajaran a última hora pero todo salió bien”, acota en la línea de meta.
Exciclistas profesionales como Marino Lejarreta, Ismael Lejarreta, Pedro Delgado, José Recio, Enrique Aja, Pedro Muñoz, además de apadrinar este tipo de pruebas, vuelven a vestir el culotte y el maillot que defendieron en su época, para formar parte de los grupos que se lanzan a la aventura de la carretera.
Dentro de las actividades paralelas que se llevan a cabo a las carreras, destacan los mercadillos retro de componentes, bicicletas, piezas, maillots, celebración de comidas; conferencias, proyección de documentales y hasta exposiciones de pintura.
En Cenicero y Sant Martí Sarroca estuvieron colgados los cuadros de Miguel Soro, exciclista profesional -que también tomó parte en las carreras-, y cuya temática, con una técnica que mezcla el acrílico y collage en tabla, se centra en el esfuerzo y el sacrificio del ciclismo de antaño. Toda una vuelta al origen.
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