Análisis - Caos en el Barcelona: ¿por qué se jugó el partido contra Las Palmas?

El Barça-Las Palmas se disputó sin público en el Camp Nou. (AP Photo/Manu Fernández)
El Barça-Las Palmas se disputó sin público en el Camp Nou. (AP Photo/Manu Fernández)

El domingo 1 de octubre en Cataluña fue una auténtica locura como consecuencia del intento de referéndum de autodeterminación, debido a muchos motivos que no procede analizar aquí. Centrémonos en lo deportivo: a alguien, en un derroche de insensatez, se le ocurrió programar el partido del FC Barcelona contra la UD Las Palmas, correspondiente a la séptima jornada de Liga, para el mismo día. Y además a las 16.15 horas, en pleno horario de votación y con los disturbios sucediéndose a lo largo y ancho de la que todavía, ignoramos por cuánto tiempo, es una región de España.

Poco antes del pitido inicial saltaba la noticia: el encuentro se suspendía. Era una decisión unilateral del Barça, que temía que se produjesen incidentes entre independentistas y fuerzas policiales como los que ya se estaban viendo en muchos colegios electorales. Sin embargo, la LFP no estaba de acuerdo, ya que los Mossos d’Esquadra le habían garantizado que se podría mantener la seguridad. La Liga insistió en que había que jugar y amenazó a los azulgrana con aplicar el Código Disciplinario, uno de cuyos artículos establece que, de no presentarse, se le habría dado el partido por perdido 3-0 y además se le habrían restado otros tres puntos de la clasificación. Habría supuesto seis puntos menos de los que tienen ahora.

Dadas las circunstancias, la última palabra estaba en la plantilla, que era quien tenía que saltar o no al césped. Y, tal como cuentan varios medios, en el vestuario se produjo un debate. Había un bando, liderado por Gerard Piqué y respaldado por futbolistas como Sergi Roberto, partidarios de no jugar, pero Messi dio voz al sector mayoritario que optaba por salir al campo. Y salieron: primero a calentar, vestidos con una camiseta con los colores de la senyera catalana, y después, ya de azulgrana, a competir y a ganar 3-0 a los canarios (quienes, de manera simbólica, habían bordado una bandera española en su indumentaria). Fueron determinantes las palabras del presidente del club, Josep Maria Bartomeu, quien, según cuenta el diario Marca, bajó al vestuario y dio con las palabras clave: “Si perdemos la Liga por esos seis puntos, nadie se acordará de la suspensión de este partido y solo quedará que no somos campeones”. Iniesta, capitán, y el entrenador Ernesto Valverde estaban con él.

El triunfo barcelonista no lo pudo ver ningún aficionado que no estuviera delante de un televisor. En una decisión insólita, la dirigencia culé aceptó que se jugara… pero a puerta cerrada, “ante la excepcionalidad de los hechos”. Miles de aficionados se quedaron fuera del Camp Nou. Todos indignados: unos (los más) porque insistían en que, teniendo en cuenta lo que ocurría en otros lugares de Cataluña, lo más sensato habría sido suspender (la grada de animación llegó a amenazar con invasiones del campo), y otros, aficionados visitantes o simples turistas que posiblemente estaban poco informados de lo ocurrido, porque tras el largo viaje y el mucho dinero gastado para llegar a Barcelona se quedaban sin poder disfrutar del espectáculo.

La situación derivó en un desorden institucional con pocos precedentes en el fútbol español. Fue la primera vez en la historia del campeonato que un partido arrancaba sin un solo espectador en las tribunas. Ni siquiera había gente en el palco de autoridades, con la única excepción del vicepresidente de Las Palmas, Nicolás Ortega, que contempló él solo la derrota de los suyos. También se había suspendido, horas antes, la habitual comida oficial de directivas, ya que los dirigentes del Barça estaban en una reunión para, precisamente, valorar qué hacer.

De momento la historia tiene ya dos víctimas: han presentado su dimisión un peso pesado de la junta de gobierno del club, el vicepresidente Carles Vilarrubí, y otro mandatario de menor rango, Jordi Monés. Ambos eran contrarios a la disputa del partido y pedían su aplazamiento a modo de protesta. Además, la jornada dejó dos imágenes que no dejan en buen lugar al club: un partido jugándose con el Camp Nou en silencio sepulcral, y uno de los iconos de la entidad, el “derrotado” Gerard Piqué, superado por los acontecimientos y llorando ante la prensa tras el encuentro. Y en las próximas horas se va a volver a reunir el equipo del presidente Bartomeu, quien, hay que recordarlo, tampoco estaba en una posición cómoda antes de que estallara este asunto: al socio Agustí Benedito solo le faltaron unos 4.000 avales de socios para poder presentar una moción de censura. Corren tiempos muy revueltos para la familia azulgrana, que solo mantiene la calma porque, de momento, el rendimiento deportivo está siendo fantástico.

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