Argentina: la credibilidad arbitral en duda

Siempre he sostenido, a lo largo de los años y con mucho fútbol visto, que no dudo de la honestidad arbitral. Sería nefasto tener que caer en la sospecha de arreglos o mala fe.

El árbitro, sea en el deporte que sea, es un ser humano y por lo tanto es falible. Nadie es perfecto y está expuesto a cometer errores dentro de los límites aceptables.

Más allá de los fanatismos y de los reproches que en reiteradas ocasiones se les achacan, siempre se les otorga el beneficio de la duda, una cuestión normal y aceptable.

Lo sucedido este lunes en el estadio de Vélez Sarsfield bien podría acabar con esa regla, como ese concepto y abrir la lamentable puerta de la sospecha.

Cuando se jugaban los últimos minutos del partido entre el local y Tigre, con el resultado igualado a un gol, el árbitro Pedro Argañaraz pito un penal a favor de Vélez que absolutamente nadie vio.

Es más, ni los propios jugadores de Vélez se habían dado cuenta de lo que estaba sucediendo ya que en ningún momento reclamaron la supuesta (e inexistente) falta.

¿Qué cobró? ¿Qué lo motivó a señalar el punto del penal? ¿Hubo mala fe? ¿Por qué sus colaboradores no intervinieron para hacerle cambiar el equivocado fallo?

Lo cierto es que hasta el propio Horacio Elizondo, ex árbitro internacional de una jerarquía indiscutida y actual director de la Dirección de Arbitraje Nacional declaró que “yo no pongo las manos en el fuego por nadie”…

A su vez el técnico de Tigre, Facundo Sava, indignado, sostuvo que fue “el invento más grande que vi en mi vida”.

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