Miguel Mejía Barón, el sabio del futbol que le devolvió la dignidad a los Pumas

Miguel Mejía Barón en un partido con Tigres. (Eduardo Teran/Jam Media/Getty Images)
Miguel Mejía Barón en un partido con Tigres. (Eduardo Teran/Jam Media/Getty Images)

Miguel Mejía Barón es un nombre de respeto en el futbol mexicano. Sus palabras siempre han tenido eco, pero lo que verdaderamente lo define son sus actos. El actual vicepresidente deportivo de Pumas ha dejado claro que no hay sofisticación que valga más que la inteligencia bien aplicada. En su actual gestión, se ha encargado de hacer una limpia en Universidad Nacional. El reciente fichaje de Dani Alves es la joya de la corona.

Aunque su llegada al equipo felino estuvo plagada de interrogantes, a casi un año de distancia su silencioso trabajo comienza a rendir frutos en los ámbitos deportivo e institucional. Primero se encargó de dar salida a los elementos que poco y nada aportaban (Favio Álvarez, Rogério, Saucedo, Corozo, entre otros) . Es cierto que se marcharon elementos de valor como Erik Lira, Alfredo Talavera y Alan Mozo.

Pero cuando parecía que, otra vez, Pumas se resignaría a rellenar su plantilla con jugadores del montón, los refuerzos comenzaron a llegar providencialmente: ficharon a Gustavo del Prete, referente en Estudiantes de la Plata que había despertado el interés del América; Eduardo Salvio, jugador con pasado europeo, mundialista en Rusia 2018 con Argentina y que era pretendido por Rayados. Y no menos importante: renovaron a Juan Ignacio Dinenno. También sumaron algunos elementos para apuntalar el plantel como Adrián Aldrete, Gil Alcalá y César Huerta. Y Dani Alves, para no dejar lugar a sospechas sobre la seriedad del proyecto.

Miguel Mejía Barón junto a Leopoldo Silva en la presentación de Dani Alves. REUTERS/Luis Cortes
Miguel Mejía Barón junto a Leopoldo Silva en la presentación de Dani Alves. REUTERS/Luis Cortes

Más allá de diversas polémicas provocadas por su manera de ser, Mejía Barón goza de un amplio reconocimiento en el ambiente futbolístico. "Tú eres un hombre culto, leído, serio, incorruptible, frontal, con enorme bagaje deportivo y no deportivo, que te puedes sentar a dialogar y negociar con el rector de la Universidad Nacional, y demás entes intelectuales que en ocasiones gustan rondar el vestidor Puma", escribió Luis García en el periódico Récord.

Lo menos que se puede pedir a un equipo como Pumas es que tengan un plantel fuerte. No son magnates como Rayados o Tigres, pero su historia los obliga a eso: a pelear con dignidad. Y en este torneo en particular se han terminado los pretextos y el victimismo. Tienen que dar resultados y Mejía Barón lo sabe. El Doctor —apodo que proviene de su título como cirujano dentista expedido por la UNAM— bebió de la gloria auriazul como jugador y entrenador. Es todo un hombre de la casa.

"Le gusta que el jugador cuide los pequeños grandes detalles que son la diferencia entre ganar y perder y es un gran observador tanto dentro como fuera de la cancha de los muchachos. Tiene las maneras de hablar con ellos, también tiene una buena visión de lo que es futbolísticamente el equipo, creo que es un buen apoyo para Andrés Lillini", dijo Miguel España, referente histórico de Pumas, en entrevista con El Economista.

Mejía Barón en su etapa como entrenador del Tri. (AP Photo/Jorge Saenz)
Mejía Barón en su etapa como entrenador del Tri. (AP Photo/Jorge Saenz)

El Tri, autoexilio y un retorno tardío

Pero nadie es inmune a los fracasos. Mejía Barón tuvo el punto más alto de su carrera y también el más triste en 1994. Había tomado a la Selección Mexicana como reemplazo emergente de César Luis Menotti y bajo su batuta el Tri llegó a la Final de la Copa América 1993. En el Mundial de Estados Unidos 1994, México quedó emparejado con tres rivales europeos por primera y única vez en la historia de sus participaciones mundialistas: Noruega, Irlanda y la poderosa Italia de Arrigo Sacchi, Roberto Baggio y Paolo Maldini. Pese a los malos augurios, México avanzó como líder de grupo. El rival en octavos, Bulgaria, suponían una prueba accesible.

Y ahí se gestó uno de los capítulos más traumáticos en la historia futbolística de México. Empatado el partido 1-1 y ya en tiempos extras, Mejía Barón se guardó los cambios: Hugo Sánchez y Carlos Hermosillo. El Penta ha contado en diversas ocasiones que durante varios minutos conversó con el entrenador sobre lo que pasaba en el campo: lo quería meter de enganche, en lugar de Benjamín Galindo, y él nunca había jugado en ese puesto. Nada pasó y México quedó sumido en la tristeza tras perder en penales.

México cayó eliminado en penales contra Bulgaria en 1994. (AP Photo/Diether Endlicher)
México cayó eliminado en penales contra Bulgaria en 1994. (AP Photo/Diether Endlicher)

Después de sus aventuras por Atlante, Puebla, Tigres y Pumas en una segunda y efímera etapa, Mejía Barón decidió apartarse de los banquillos del futbol profesional. No dejó la dirección técnica como tal, pues trabajó como entrenador de futbol universitario en Puebla. Parecía destinado al autoexilio. Eso cambió en 2014 cuando fue invitado por Ricardo Ferretti a trabajar en Tigres como asesor deportivo. En ese periodo, Mejía Barón formó parte de los éxitos del cuadro regio y dirigió ciertos partidos en los que el Tuca no estuvo disponible por alguna sanción.

Su llegada a Pumas en septiembre del año pasado supuso un cisma total. Ha recuperado el orden y le dignidad en uno de los equipos más populares del país. Con casi 78 años, Miguel Mejía Barón todavía tiene la energía y, sobre todo, sabiduría para devolver al equipo de la Universidad a los sitios que él ya conoció en otros tiempos.

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