Javier Aguirre, el DT que no brilló en México, porque está hecho para dirigir en Europa

Javier Aguirre en el partido entre Mallorca y Getafe, que su equipo ganó 3-1, el pasado sábado. (Cristian Trujillo/Quality Sport Images/Getty Images)
Javier Aguirre en el partido entre Mallorca y Getafe, que su equipo ganó 3-1, el pasado sábado. (Cristian Trujillo/Quality Sport Images/Getty Images)

Javier Aguirre es atemporal. Lo ha hecho todo en el futbol y, en cada etapa, da la impresión de ser siempre el mismo. Un entrenador que grita, que no tiene miedo de que sus groserías se escuchen en televisión y que, de hecho, haya seguimientos especiales únicamente para saber qué es lo que dice durante los partidos. Figura indiscutible del futbol mexicano como jugador, sus andanzas como entrenador no pudieron ser más ilusionantes: fue campeón de México a los 41 años y a los 44 ya había dirigido en una Copa del Mundo, además de tener un contrato garantizado con el Osasuna de España.

Ese primer Mundial, sin embargo, fue reflejo de una realidad que jamás soltó al Vasco: le cuesta trabajo admitir el papel de favorito; su lugar en el futbol es el del desfavorecido. Nadie creía que Pachuca pudiera ganarle a Cruz Azul en su casa. Pasó. México parecía destinado a quedarse en el camino rumbo a Corea-Japón 2002, pero Aguirre protagonizó un levantamiento único y el Tri fue al Mundial. Ya en el Mundial, el grupo lucía complicado. Croacia, semifinalista en el Mundial anterior; Ecuador, que había hecho unas eliminatorias perfectas, sólo debajo de Argentina en la clasificación; Italia, que siempre es Italia.

México pasó como líder y lo que sigue es conocido: perdió contra Estados Unidos en el partido en el que era más favorito que nunca. El fracaso sigue doliendo 21 años después. Pero Aguirre tenía su camino trazado. En Osasuna se encargó de dirimir todas las dudas que podían existir: llegó a la final de Copa del Rey y calificó a la Champions League a un equipo que, en teoría, debía aspirar a eludir el descenso. Otra vez, con todo en contra, Aguirre lo logró. Y de un modo muy peculiar, pues implantó un curioso método de rotaciones para que todos los jugadores tuvieran actividad, pero también todos tuvieran el descanso necesario. Y aunque no eran futbolistas de Clase A, al mando de Aguirre sus capacidades iban más allá de los límites.

De ahí llegó al Atlético de Madrid, equipo de altas exigencias y que pasaba por un momento frustrante —y que suele tener batallas de ego en el campo y en la cúpula directiva—. Sería injusto decir que lo hizo mal: en su primer año calificó a una competición europea, Copa UEFA, luego de doce años; en el segundo, calificó a Champions League después de doce años. Pero algo se rompió en ese momento. Aguirre ya no ascendería más escalones de prestigio en el futbol a partir de entonces.

Regresó a la Selección Mexicana, dirigió al Zaragoza, Espanyol y probó suerte en Japón (como seleccionador), Egipto y Medio Oriente. Cuando su retiro de las grandes ligas parecía una misión asumida, llegó al Leganés, equipo al que casi logra salvar del descenso en España. No pudo, pero la emotividad de la pelea, el hambre de sus jugadores, conmovió a todos. Ese era el verdadero futbol: luchar contra los poderosos con orgullo. Y después Aguirre volvió a México para tomar a un equipo superpoderoso: el Monterrey. No le fue bien con un plantel diseñado para ganarlo todo. En Liga decepcionó en sus dos torneos, eliminado en Cuartos; ganó una Concachampions, que sólo sirvió para que en el Mundial de Clubes lo echaran en el primer partido.

"Las tablas que tiene Javier no las tiene nadie en el futbol mexicano. Y yo siempre creo que es un poco de fortuna. Tenía muy buen equipo, por ahí no enchufas. Javier tiene un carácter fuerte. A veces dice cosas que al jugador no le gustan. De verdad: Javier es para Europa, es su mole", dijo a ESPN Ignacio Ambriz, director técnico que se preparó en Europa durante seis años como ayudante del Vasco.

Y Aguirre volvió a España con la meta de salvar del descenso a otro equipo desamparado, como el Mallorca. Lo consiguió en dos meses. Inició la temporada 2022-23 otra vez con esa meta, evitar la quema, y el desenlace no podría ser más favorable: Mallorca se ha afianzada como equipo de mitad de tabla, con pasajes de futbol sumamente agradable.

Tras vencer 3-1 al Getafe el domingo pasado, la afición lo ovacionó: "No lo esperaba, pero me dio mucho gusto. No recuerdo que mencionaran mi nombre de manera tan espontánea en un estadio. Soy mayor, pero estas cosas te emocionan", dijo Aguirre al finalizar el partido. No brilló en México cuando debía hacerlo —pero había sido campeón cuando fue un novato— y quedó dibujado en la mente del futbol como un entrenador para equipos desfavorecidos, pero Javier Aguirre es historia pura. Un personaje entrañable, un director técnico que ojalá fuera eterno.

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