Humberto Mariles, el primer campeón olímpico de México que fue a la cárcel por asesinato

Humberto Mariles durante una competencia en Nueva York en 1955- (STF/AFP via Getty Images)
Humberto Mariles durante una competencia en Nueva York en 1955- (STF/AFP via Getty Images)

La historia del olimpismo mexicano comenzó a resplandecer gracias a su nombre. Humberto Mariles fue un parteaguas para el deporte nacional. Hasta Londres 1948, México sólo había conocido la plata y el bronce. Pero este jinete oriundo de Chihuahua y formado desde niño en la disciplina militar inauguró los días de gloria. Subió a la cima del podio dos veces en tierras británicas. Primero en la prueba de saltos individuales y luego en la de saltos por equipo. Además, sumó un bronce en la prueba de los Tres Días.

Lo nunca visto antes ni después: un mexicano con dos medallas de oro en unos mismos Juegos. Arete, el caballo consentido de Mariles, no competía en igualdad de condiciones: era tuerto. Pero cuando arrancaba, y su jinete lo impulsaba, no había semejante que lo pudiera igualar. Juntos conquistaron al mundo, pese a que el presidente Miguel Alemán le había prohibido al jinete estrella que se presentara competir con aquel caballo de un solo ojo. El resultado contravino todo reproche. Mariles Cortés era más que un campeón: su imagen se volvió aspiracional para las élites del país. Querían ser como él y deseaban que en el mundo creyeran que los mexicanos se veían como él, por eso financiaban sus presentaciones en el extranjero.

El héroe del 48 volvió a repetir como representante mexicano en Helsinki 1952. Ya no pudo subir al podio otra vez, pero la gloria ya era suya desde cuatro años antes. A partir de su bautizo de oro, únicamente debía esperar que el tiempo lo consagrara como una efigie eterna. Revistas como la estadounidense Life y la alemana Der Spiegel lo mostraron gustosas en sus páginas, al tiempo que se colaboraba con marcas como Ford y Old Spice, según relató la periodista Ana Lilia Pérez en su libro Verdugos.

Con el grado de teniente coronel, Mariles era viva imagen de la perfección: atleta exitoso y hombre público ejemplar. Pero el ascenso a la estratósfera terminó en 1964. El héroe nacional vio cómo su impecable imagen se marchitó sin retorno. En el Anillo Periférico, el triple medallista viajaba abordo de un Chevrolet convertible de su hija. Un auto de la misma marca, Chevrolet, modelo Sedán, se le cerró. El vaso no derramó enseguida, pero las cartas estaban echadas. .

De acuerdo con el testimonio de la época de Roberto Macías, que conducía detrás de ambos vehículos, el Sedán se cerró insolentemente en diversas ocasiones mientras Mariles, en primera instancia, hizo lo posible por distanciarse y evitar problemas. Después de un fuerte intercambio de insultos, y una vez que el Sedán se había alejado, Mariles no quedó conforme. Aceleró hasta alcanzar a su rival instantáneo. Cuando se volvieron a encontrar, ambos forcejaron, hasta que Mariles sacó una pistola y disparó en el vientre de aquel hombre llamado Jesús Velázquez, contratista de ocupación. Una semana después Velázquez murió en el hospital.

Mariles ganó tres medallas olímpicas, dos de oro y una de bronce. (STF/AFP via Getty Images)
Mariles ganó tres medallas olímpicas, dos de oro y una de bronce. (STF/AFP via Getty Images)

En un principio, la condena para Mariles fue de 20 años. Sus abogados argumentaron que Velázquez no había muerto por el balazo, sino por negligencia médica. Dijeron, también, que un hombre intachable como Mariles solo podía haber reaccionado de ese modo en defensa propia. El secretario de Defensa de ese momento, Agustín Olachea, había desconocido a Mariles como miembro activo del Ejército y enfatizó que su juicio debía tener carácter civil. Al final, el bicampeón olímpico solo pasó ocho años en prisión. Cumplió ese fragmento de su condena original en Lecumberri, donde recibió un trato exclusivo: se le permitían salidas nocturnas y visitas especiales.

Cuando salió de la cárcel, todavía gozaba de la venia popular como si el tiempo no hubiera pasado y como si no hubiera arrebatado la vida a aquel hombre. Mariles realizó una tumultuosa exhibición en el Palacio de los Deportes que sirvió para constatar que su etiqueta de ídolo no tenía desgaste. Ya en pleno goce de su libertad, en noviembre de 1972, Mariles viajó a Francia. Su familia diría, después, que era un compromiso de negocios relacionados con caballos. La policía francesa acusó a Mariles de narcotráfico. Detenido en posesión de heroína, las autoridades argumentaron que pretendía introducir la droga a México haciendo uso de su influencia para pasar inadvertido en los controles aduanales.

El 7 de diciembre de 1972, en la cárcel de La Santé, Mariles murió de un edema pulmonar. No se revelaron mayores detalles sobre sus últimos momentos. El héroe olímpico murió entre las sombras de un asesinato apenas castigado y de unos cargos por narcotráfico de los que ya no pudo defenderse.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Tráiler pierde el control y lo insólito es cómo terminó dentro de una casa