Hugo Sánchez, el ídolo que México nunca volverá a tener; a pesar de su ego

Hugo Sánchez en el partido entre México y Noruega del Mundial de 1994. (Lutz Bongarts/Bongarts/Getty Images)
Hugo Sánchez en el partido entre México y Noruega del Mundial de 1994. (Lutz Bongarts/Bongarts/Getty Images)

Como Hugo Sánchez no hubo antes y seguramente no habrá después. Su nivel histórico no ha estado al alcance de ningún jugador mexicano. Rafael Márquez lo ganó todo en el Barcelona, sí, pero a nivel individual, y en el entendido de que sus posiciones no son equiparables, Hugo fue mucho más determinante y tuvo más brillo. Qué fácil es decirlo, pero anotó 317 goles en la liga española (208 de ellos con el Real Madrid). Fue cinco veces pichichi y ganó una Bota de Oro en la temporada 1989-1990.

Junto a Diego Armando Maradona, Sánchez compartió una frustración: en esa época el Balón de Oro únicamente se le entregaba a jugadores nacidos en Europa. Y justamente con Maradona es con quien lo equiparó el comentarista Christian Martinoli durante el programa 'Hugo Sánchez presenta' de Star+. “Para mí eres el indiscutido. Para mí eres el Maradona de los mexicanos”, fueron las palabras de Martinoli para Hugol.

Y mentiras no dijo. Hugo Sánchez ocupa en el futbol mexicano un lugar idéntico al de Maradona en el futbol argentino. De hecho, podría decirse que ambos están en el mismo rango por lo que hicieron en Europa. Fueron contextos diferentes en todo sentido: Hugo tuvo su punto más alto en el Real Madrid, el equipo más poderoso de Europa; y Maradona brilló con el Napoli, un equipo que peleaba por el descenso y él convirtió en un dolor de muelas para todo el continente y, en especial, para los clubes aristócratas de Italia: Milán, Juventus e Inter. Ganó dos Scudettos.

Pero, de cualquier forma, ambos abrieron caminos en Europa y demostraron que el talento latinoamericano podía triunfar allá en una época en la que lo más común era que cada continente tuviera a sus jugadores virtuosos en tierra propia. No es comparable su registro numérico, pues ambos jugaron en posiciones y clubes diferentes, pero queda claro que sus estatus fueron similares: Sánchez hizo 323 goles en Europa y Maradona 113. Claro, Maradona era mucho más mágico: regates, asistencias de fantasía, y principalmente representó una bandera para los napolitanos, que era discriminados por el Norte de Italia y encontraron en el futbol del argentino una venganza perfecta.

La personalidad de Hugo Sánchez puede ser criticada por sus constantes opiniones que tienden a endiosarse a sí mismo sin argumentos (como cuando ha dicho que puede hacer campeón del mundo a México como entrenador), pero es un hecho que sin esa personalidad, que es de doble filo, sirve para lo bueno y lo malo, jamás habría trascendido en Europa. Fue así como superó el racismo en el Atlético de Madrid, cuando le gritaban "indio". Después, retirado pero siempre presente en los medios de comunicación como entrenador y analista, ha hecho gala de una soberbia que, ciertamente, equipara también a la del Maradona posjugador.

Y de hecho la faceta de Hugo Sánchez como entrenador puede resumirse en una narración célebre del mismo Christian Martinoli, la de aquella noche en la que firmó su adiós al Tri tras quedar eliminado del torneo Preolímpico en Carson, California, en 2008. “Fracaso rotundo de Hugo Sánchez como técnico nacional. Si tiene dignidad este señor, tiene que presentar su renuncia. Uno de los peores fracasos en la historia del futbol mexicano lo vivimos contra un equipo que da pena ajena como Haití. Con Hugo Sánchez no se ganó la Copa Oro, no se va a jugar la Confederaciones y no se va a asistir a los Juegos Olímpicos”.

Hugo Sánchez sería un personaje muy aburrido si todo hubiera sido perfecto en su carrera. Por eso no brilló en la Selección Mexicana como todos los aficionados lo hubieran querido (y esa decepción se coronó décadas después cuando dijo que si hubiera jugado con otro país, habría sido campeón del mundo), y por eso su etapa como entrenador fue incipientemente exitosa, al ganar el bicampeonato con Pumas, y luego largamente mediocre, sin equipo desde 2012.

Las palabras de Martinoli son claras: es el equivalente de Maradona para los mexicanos. Pero no sólo eso. Directamente, si se ponen los dos nombres en la balanza exclusivamente hablando de los hecho a nivel de clubes, y en Europa, Hugo no le pide nada a Maradona. En selecciones, como se sabe, la historia no podría ser más diferente. La narrativa está completa cuando se habla de él: jugador de clase mundial, leyenda a la altura de los más grandes, pero luego una carrera como entrenador con más amarguras que éxitos, y una tendencia a meter su éxito en todas las conversaciones que le sean posibles. Es Hugo. No habrá nadie igual.

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