El día que la NBA acaparó la atención del mundo

Para muchos la NBA murió cuando en 2003 se retiró Michael Jordan, pues dejó de representarles un producto que debían consumir, dejaron de tener motivos para seguir de cerca lo que sucedía en el mejor basquetbol del planeta.

Pero la realidad, y aunque a muchos no les agrade, es que la liga nunca ha dejado de tener dignísimos representantes del deporte. La estafeta ha pasado de mano en mano y manteniendo una calidad, un nivel que no se ha perdido y que incluso parece ir al alza.

Lo que vivimos la noche del 13 de abril es un ejemplo de ello y fue simplemente apoteósico, magnífico, increíble. A veces las palabras son un escueto intento de describir sensaciones o situaciones, pero empecemos por compartir las vivencias de una noche en que la NBA acaparó las miradas del mundo entero, aunque en las redes sociales se marcaron tendencias claras...

 

La gente tuiteó anoche más sobre la actividad de Kobe Bryant que sobre la histórica gesta de Golden State
La gente tuiteó anoche más sobre la actividad de Kobe Bryant que sobre la histórica gesta de Golden State

 

 

#MambaDay

Comencemos por decir que en la víspera del 13 de abril, pulularon las encuestas sobre qué era lo que iba a hacer el aficionado esa noche, si ver la despedida de Kobe o atestiguar el cómo los Warriors imponían una nueva marca histórica, superando el récord de 72-10 de los Toros de Chicago de 1995-1996. Y la verdad es que al menos en las redes sociales las opiniones se bifurcaron. Llegué a ver varias encuentas en las que la gente dijo que vería a Stephen Curry y compañía, aunque la mayor parte se inclinó por ver cómo bajaba el telón una de las más grandes glorias del basquetbol de todos los tiempos: Black Mamba.

El infaltable Jack Nicholson, Jay-Z, Snoop Dogg, Kanye West, David Beckham, George López, Lamar Odom. Gente que pagó más de 20 mil dólares por una entrada para atestiguar el final de la carrera de Kobe. Las redes sociales tampoco se equivocaron y sólo se hablaba de los hashtags #MambaDay #KobeBryant #ThankYouKobe y eso apenas iba calentando la escena.

En lo que fue su última presentación como Laker, otra leyenda en la historia de la franquicia como Earvin Magic Johnson, con humildad dijo que Kobe era el más grande jugador que hubiera formado parte del equipo y sólo se encargó de ensalzarlo, de halagarlo y viniendo de quien vino todo ese torbellino de elogios, impresionante,pero el momento fue más valioso aún cuando en la pantalla se proyectaron los tributos y los cumplidos de sus más duros competidores.

 

 

La noche fue calentándose poco a poco en el Staples Center, tibiamente Kobe fue también elevando la temperatura, toda una hazaña luego de todo el preludio, de soportar esa especial carga de ser el centro de atención. Y no es que Bryant no supiera cómo manejar eso, pues desde el día uno en la NBA empezó a lidiar con este tipo de cosas, pero lo de aquella noche del 13 de abril, eso era algo inédito.

Y al término del primer cuarto ya empezaba a dar muestras del tipo de noche que nos tenía preparada, secundado también por el argumento de Byron Scott, su entrenador, quien había adelantado que el astro de los Lakers iba a tener minutos a montones. Sólo en dos ocasiones, a comienzos de la temporada, contra Washington y Detroit, el Black Mamba había jugado 36 minutos, su máximo total hasta entonces.

Bryant jugó 42 minutos ante el Jazz de Utah en su partido final y por momentos ya se le notaba muy cansado, como pocas veces, jadeando, jalando aire con vehemencia, mostrando su lado humano, pero también que era un grande e irrepetible, al irse con 60 puntos, en una noche que ni siquiera hubiera podido escribir el mejor guionista de Hollywood, que incluyó, además de esas seis decenas de tantos, un triunfo de sus Lakers por 101-96, en un juego en el que fueron abajo casi todo el tiempo.

 

 

Golden State: 73-9

A unos 592 kilómetros de distancia, al norte del estado de California, de manera simultánea, los Warriors de Golden State también estaban en su propia lucha por abrirse paso en la historia de la liga al tratar de imponer la mejor marca de ganados en una sola temporada.

Conforme el quinteto de Oakland iba acercándose vertiginosamente a desbancar la aparentemente imposible de borrar marca de los Chicago Bulls de 1995-1996 de 72-10, el debate fue generando polémica y derivando en distintas opiniones sobre qué equipo era mejor y si el equipo de Jordan y Pippen era capaz de superar al de Curry y Thompson, incluso se llegaron a hacerse simulaciones en videojuego para por lo menos tener una idea de cómo habrían sido esos hipotéticos enfrentamientos para tratar de dirimir la polémica. Por cierto, ganaron los Toros en siete juegos.

Pero un triunfo sin complicaciones por 125-104 de Golden State sobre los Grizzlies de Memphis, anidó a los Warriors en la historia como el equipo con la mejor marca de todos los tiempos en una sola temporada, marcando un precedente de lo que significa dominar, y en medio de todo eso, como si fuera poco, Steph Curry pulverizando marcas e imponiendo otras con escalas inimaginables, como ser el primer jugador en la historia de la liga en hundir más de 400 tiros de tres puntos en una campaña, como si estos fueran bandejas.

Ahora su gran reto será ponerle la cereza al pastel e intentar consumar esta temporada improbable y llena de éxito al arribar a las Finales y conseguir su segundo título en fila, el encanto y el reto de seguirlos en la postemporada será justo ese, el ver si lo logran, mientras tanto, este es un recuento del 73-9.

 

 

El regreso de la temporada

Los Celtics de Boston necesitaban ganar su último juego de la temporada regular para tratar de escalar algunos peldaños de cara a los Playoffs y estar dentro de los primeros cuatro para tener ventaja en casa, pero el comienzo del juego ante Miami no fue precisamente el que tenían en mente los 17 veces campeones de la NBA. Un flojo arranque y una mala primera mitad, llegó a poner a Boston hasta con 26 puntos de desventaja.

Al medio tiempo en el TD Garden, mientra seguramente el coach Brad Stevens le llamaba la atención a los suyos o quería encontrar la manera de hacerlos reaccionar, el club logró la hazaña de llevar a los sobrevivientes de tres de las dinastías que tuvo el equipo, la de 1966, la de 1976 y la de 1986. Algunos veteranos como el más ganador de todos los tiempos, Bill Russell (10 campeonatos de la NBA), Bill Walton, Kevin McHale, entre otros grandes, recibieron un homenaje en el que quedó clara la esencia, la historia, la savia del equipo. Quizás es la última vez que podamos ver a todas esas leyendas juntas.

Pues quizás esto sirvió como motivación, porque los Celtics salieron con el cuchillo entre los dientes para despedazar al Heat. Para empezar, propiciaron que sólo anotara cinco puntos Miami, la peor producción en un cuarto en toda su historia, y luego, consumando un regreso de 26 puntos de déficit para obtener el triunfo. La moraleja es que a veces cuando ganas pierdes y cuando pierdes ganas, es decir, pese al traspié, el Heat es el tercero del Este, mientras Boston cayó al quinto, pero el regreso, nadie lo borra.

 

 

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