Con Cristiano al fin del mundo

Con Cristiano al fin del mundo

Por si después de su hazaña en el Camp Nou aun debía certificar que no se arruga nunca, el portugués se marcó otra "hazaña" ante el Wolfsburgo.

Esta segunda va entrecomillada porque, como he comentado durante la semana, no se puede pedir épica para ganar 3-0 al Wolfsburgo en casa, y no se puede confundir lo que ocurrió hoy en Madrid con aquellas noches mágicas de los 80.

El ambiente era el mismo, quizás incluso mejor, quien sabe, pero eso cabe agradecérselo a los aficionados. El partido, sin embargo, fue justamente el que quiso el Real Madrid y el que vivió durante seis días en la cabeza de su técnico.

Los blancos arrancaron fuertes y su impetú encerró a los alemanes en su área. La paciencia era clave y el equipo sólo aceleró cuando vio hueco. Como no, el destino quiso que Carvajal -- fuera del once en Alemania en la noche más oscura de Danilo-- se convirtiera en el jugador que diera el grito de guerra y desatara la caballería. Su pase a Cristiano se convirtió en el 1-0 y 40 segundos después dejó al portugués de nuevo sólo, pero su remate de cabeza chocó en Dante para irse a corner.

Kroos, que lleva un mes bajo mínimos aunque Zidane siga confiando en él, demostró que para sacar faltas y corners no se tiene que ser atleta, si no bueno técnicamente. Su saque de esquina encontró a Ronaldo en el primer palo, que se deshizo de Guivalougui y marcó un cabezazo que ya hubiera querido firmar el propio Carlos Santillana.

A los 17 minutos, el Real Madrid empataba la eliminatoria, pero con hora y cuarto por delante, los blancos, que están hechos para el sprint, no supieron bien que hacer, si dar un paso atrás o un paso adelante. En ese indecisión el equipo acabo partido, con los defensas bajando y los atacantes subiendo, y Casemiro intentando aguantar el tipo en el medio como podía.

El brasileño se ha convertido en un jugador primordial de este Real Madrid apresurado, y una vez más fue clave cuando peor se le pusieron las cosas a los blancos.

El Wolfsburgo sólo metió miedo antes del descanso, con un tiro lejando de Luiz Alberto y una buena jugada de Schurrle que erró Henrique en el control. Antes y después, el Real Madrid dio siempre la impresión de tener las cosas controladas. Si hubiera necesitado cinco goles los hubiera hecho, pero como sólo necesitaba tres, saltó tras el paso por los vestuarios con ganas de apuntillar al contrario.

Ronaldo siguió siendo el capitán general: las pedía todas, arengaba al público, pedía a los defensas que se juntaran con los medios, arropaba a Bale en una noche pobre del galés, y miraba siempre de reojo a Carvajal y Marcelo para asegurarse que podría desmarcarse en alguna de sus incursiones por banda.

Era justicia divina que el portugués marcara el tercero, el gol de la remontada, su hat-trick que le pone en 16 goles en 10 partidos de esta Champions, y quizás por eso Guivalougui y Naldo se abrieron de par en par en el minuto 77 para que Ronaldo marcara el tercero en su primer libre directo del año en la competición.

Los hombres de Zidane hicieron su trabajo, y una vez más Ronaldo se echó el equipo a la espalda. Caerá bien o mal, pero nadie puede negar que enchufado es muy difícil de superar. Con Ronaldo jugando así, el Real Madrid puede llegar hasta donde quiera.

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