Un Real Madrid al sprint

Un Real Madrid al sprint

Tras la tormenta llegó el sol y al Real Madrid siempre se le ha dado mejor jugador en verano o primavera que en invierno. Partido a las cuatro de la tarde en el Santiago Bernabéu, con los jugadores en manga corta, y el estadio lleno a rebosar con familias que buscaban una alegría tras el tropiezo en la Champions League. No hay mejor marco para que los hombres de Zidane se dejen el pellejo sobre el cesped --al menos durante media hora.

Y duró el encuentro ante el Eibar solo media hora porque este Real Madrid está hecho para el sprint. Ante equipos decididos y valientes, los blancos, incluso sin Gareth Bale --el que más y mejor sprinta--, son un cohete apunto de despegar. La espalda de la defensa blaugrana nunca fue castigada de tal manera, pues entre Lucas Vázquez, Ronaldo y Jesé volvieron locos a una retaguardia que tendrá pesadillas con los atacantes merengues.

Todo esto, como no, comandado por dos mediapuntas que son eso: Mediapuntas. Isco y James son dos superclases condenados a entenderse y a esforzarse si pretenden jugar en el Real Madrid, pues si el equipo juega con dos extremos y un delantero (La BBC, vamos) no hay sitio para un mediapunta. Mucho menos para dos.

Por eso el malagueño y el colombiano deben bajar al barro y acostumbrarse a ser más mediocentros que atacantes, un poco lo que buscó Carlo Ancelotti con ambos el año pasado en su mediocampo, o lo que logró con Ángel Di María la temporada anterior: convertir a un extremo rápido y vertiginoso en un hombre de ida y vuelta capaz de recuperar y salir jugando con clase. ¿Recuerden a Andrea Pirlo o a Clarence Seedorf en el AC Milan de principios de siglo? Eso.

La buena noticia es que el Real Madrid en la Liga Española, al menos ante el 80 por ciento de rivales, puede darse el lujo de jugar sin mediocentros puros y aun así arrollar en los partidos. No les pidan pausa y control, porque no la encontrarán. Y no es tanto culpa de los jugadores del medio sector, si no un poco la costumbre del equipo. Nadie duda que Kroos o Modric serían dos grandes interiores amasando las jugadas en un equipo como el Barcelona, pero cuando delante tienes a Ronaldo y Bale tirándote diagonales al espacio constantemente, los que sacan el balón desde atrás deben acostumbrarse a saltare un par de pases e ir a por la yugular directamente.

Claro, esto se convierte en problema cuando pasa una de las siguientes dos cosas: si tu rival, digamos el Wolfsburgo, se cierra atrás y tus delanteros no tienen la movilidad necesaria para encontrar los huecos en la defensa; o si tu rival, digamos el Eibar, se ve 4-0 abajo, se junta en el medio para acabar con la sangría y tus delanteros, con la tarea ya hecha, dejan de correr en busca de los espacios.

Lo segundo fue justamente lo que ocurrió en el segundo tiempo del partido, con todo el pescado ya vendido, y lo primero es el gran temor de Zidane de cara a lo que puede ocurrir el martes en el Bernabéu.

De ahí que el francés tenga que buscar una solución más dinámica, que busque los espacios, sí, pero que también sepa que hacer cuando se encuentre con un 70 por ciento de posesión a 30 metros del área del rival y una telaraña de defensas del Wolfsburgo rodeando a sus atacantes.

Tras un comienzo de partido esperanzador ante el Eibar, el Real Madrid demostró pegada, pero poco más. Sólo hay un plan y cuando no funciona, toca rezar para que suene la flauta. El Real Madrid vive al sprint y el martes, para intentar mantenerse en la Champions League, el equipo necesitará mucha más cabeza y paciencia que velocidad.

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