Michael Vick, de estrella adorada a "asesino de perros"

Aunque nunca le faltó nada, la vida de Michael Vick no fue un camino de rosas -ni mucho menos. Hijo de Brenda, una conductora de autobuses que además atendía medio tiempo en un Kmart, y de Michae padre,  un trabajador de astilleros que pasaba buena parte de sus horas viajando, se crió en Ridley Circle, un complejo habitacional donde escaseaban los servicios y sobraba la violencia, bien al Este de la ciudad portuaria de Hampton Roads, Virginia.

Su padre, apodado "bullet" (bala, en inglés) por la velocidad que mostraba en el emparrillado en sus épocas de jugador, le enseñó al pequeño Michael los fundamentos básicos del fútbol americano. El pequeño, de buena memoria y excelentes movimientos, llevó aquel aprendizaje a sus partidos de preparatoria y a los torneos universitarios, donde se destacó como atleta del Virginia Tech. Récords, triunfos y un par de portadas de revista representando a aquel establecimiento, le sirvieron para cotizarse. Su cara se hizo conocida y, hasta ahí, eso tenía una excelente connotación.

Michael Vick, con los Falcons. 
Michael Vick, con los Falcons. 

Su meta estaba clara, el objetivo estaba cada vez más cerca. Vick, el hijo de "bullet", quería disputar al menos un juego de la NFL. Y si era posible, hacerse rico, para que su familia ya no sufra más por dinero. Durante el Draft, San Diego Chargers tuvo la prioridad por él, pero decidieron intercambiar con los Atlanta Falcons aquellos derechos. Michael debutó en la liga de sus sueños un 9 de septiembre de 2001, en San Francisco. Dos días antes de aquello, sí.

En apenas un año, Vick dio un salto de calidad monstruoso. Para 2002, el quarterback ya era considerado como una de las nuevas estrellas de la NFL, y las marcas comenzaban a acercársele con contratos jugosos y objetos de lujo, que él rara vez rechazaba.

Con la número 7 en su pecho, corría a toda velocidad y se escurría entre sus rivales, que apenas podían ver como el quarterback ganaba yardas y los dejaba una y otra vez en ridículo. En Atlanta, era uno de los grandes ídolos de niños y adultos, la cara de los Falcons.

Sin embargo, un allanamiento en su residencia rural de Surry County, que seguía la pista de su primo, Davon Boddie, a quien se lo acusaba de posesión, distribución y consumo de estupefacientes, arrojó un resultado estremecedor. Además de los narcóticos del primo (que, de hecho, existían), la policía encontró una arena que servía como escenario para llevar a cabo salvajes peleas entre perros, donde se levantaban apuestas (por supuesto) ilegales. El olor a muerte en el lugar era insoportable.

La historia de Michael Vick.
La historia de Michael Vick.

Además de confiscar evidencias, los uniformados se llevaron 66 perros, la mayoría de ellos (55), pitbulls. Muchos de estos animales estaban maltrechos, heridos. Algunos, apenas conseguían arrastrarse. Testigos involucraron a Vick con las peleas clandestinas de perros y lo señalaron como financista del aberrante sistema de competencia y administrador de millones de dólares en apuestas.

En agosto de 2007, Vick se declaró culpable. Además, admitió que sus compañeros asesinaron a perros "que no dieron la talla" y admitió haber participado del ahogamiento/ahorcamiento de entre seis y ocho animales. Fue sentenciado a pasar 23 meses de cárcel efectiva en la Prisión Federal de Leavenworth.

Vick, preso. 
Vick, preso. 

 

El 20 de mayo de 2009 fue liberado e intentó regresar a los Falcons, su equipo antes del incidente. El presidente del equipo de Atlanta, Arthur Blank, declaró públicamente que no lo quería de vuelta en casa. Fichó con los Eagles de Philadelphia y el 27 de septiembre de 2009 volvió a jugar, enfrentando (y venciendo) a los Kansas City Chiefs.

A pesar de algunos destellos en los Eagles, donde permaneció hasta 2013, Vick jamás volvió a ser el mismo después de prisión. Intentó lavar su imagen con trabajos comunitarios y palabras sentidas ante públicos hostiles, pero de nada sirvió. Difícilmente pueda quitarse la firma de "asesino de perros", la lleva sobre las espaldas, en la frente... y esa tinta no se corre.

Vick intenta lavar su imagen. 
Vick intenta lavar su imagen. 

Un paso por los New York Jets que se convirtió en un nuevo fracaso, en 2014, parecía acabar con su carrera, pero Vick encontró refugio en los Pittsburgh Steelers, donde se mantiene hasta hoy, como quarterback reserva, a los 35 años. "Todo se reduce a lo que yo pueda hacer con mi juego. No tengo que usar una fachada frente a nadie", declaró hace algunos meses Vick, que más allá de un balón o un puesto, más bien pelea por una (utópica) redención.

Michael Vick es acusado (video): 

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