Jonjo Shelvey y Harry Jacobs: la historia más tierna del año en la Premier League

Ayer mismo explicábamos en este mismo blog que nos había encantado el gesto entre solidario y tierno del Parma con los niños que sufren atrofia muscular espinal en Italia y hoy tenemos que rescatar una historia similar pero en Inglaterra. Nos pasamos la vida escribiendo sobre estrellas del balón conduciendo deportivos así que es justo hablar de ellos cuando muestran un rasgo de humanidad. El protagonista es Harry Jacobs, un niño londinense que sufre alopecia, lo que le ha hecho perder rápidamente todo el pelo pese a que tiene tan solo siete años. Los otros dos vértices del cuento son el Swansea y Jonjo Shelvey, que sufrió la misma enfermedad que Harry en la infancia.

Harry le escribió una carta a Jonjo pidiéndole que le visitase en el colegio y es realmente conmovedora. Es un guiño cómplice de un niño diferente para otro niño diferente. "Sé que juegas en el Swansea. Me llamo Harry y tengo alopecia como tú. ¿Te gusta? Creo que no está mal porque no puedo coger piojos y tampoco tengo que ir al peluquero, lo que está bien. Realmente no me gusta. (...) ¿Puedes venir a mi colegio, por favor, pero primero a casa? Te llevaré a mi colegio y te presentaré a mis amigos."

 

Shelvey no se limitó a recibir el mensaje y tuitear alguna cosita en sus redes sociales, prefirió involucrarse. En un gesto que le honra invitó a Harry y a su familia a un palco privado para disfrutar del partido de liga contra el Southampton, cargando con todos los gastos de la estancia durante el viaje. Además, le regaló a Harry una camiseta del equipo personalizada con su nombre y entraron juntos de la mano al césped antes de comenzar el encuentro. Harry pudo lanzar incluso unos cuantos tiros en el verde del Liberty Stadium. Imaginen la experiencia.

Además, el centrocampista quiso sincerarse públicamente después de lo vivido. "Sé lo que es crecer como un niño con alopecia. Fue muy duro con los otros poniéndome motes y ese tipo de cosas. Lo sentí por Harry cuando me envió la carta y fue bonito compartir mis experiencias con él y tratar de ayudarle. Lo mejor fue ver su mirada cuando salimos con el equipo. Me dijo que se lo había pasado muy bien y fue muy especial"

Este gesto humano que a Shelvey (también el del Parma) le ha salido de modo natural, conmovido por la historia de un chaval que está sufriendo en sus carnes lo que supone ser diferente, devuelve la esperanza en que otro fútbol es posible. Uno más cercano a los aficionados, un fútbol social y con espíritu de comunidad en el que los futbolistas son parte del entorno y no ciudadanos de torre de marfil que sirve solo para dar espectáculo y amasar beneficios.

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