Antonio Margarito, el peleador que destruyó su legado por una trampa deplorable

Antonio Margarito durante su pelea contra Miguel Cotto en diciembre de 2011. (Al Bello/Getty Images)
Antonio Margarito durante su pelea contra Miguel Cotto en diciembre de 2011. (Al Bello/Getty Images)

Cuando el referí detuvo la pelea al finalizar el décimo round, en el Madison Square Garden de Nueva York, Antonio Margarito sabía que sus días en la élite del boxeo habían llegado a su fin. El 3 de diciembre de 2011, Miguel Cotto lo había dominado con un boxeo categórico: tan preciso como violento. El boricua se tomó personal todo. Nunca dejó de sostener que Margarito había utilizado yeso en la primera pelea entre ambos, tres años antes.

A ciencia cierta, resultaba imposible saberlo. El argumento de Cotto era una imagen, durante la celebración del mexicano, en la que su vendaje se veía roto. De cualquier modo, no era suficiente para probarlo. En esa primera entrega, en marzo de 2008, el Tornado de Tijuana dio una de las sorpresas más grandes de la época. Llegó como víctima y fulminó a Cotto en once rounds. La imagen del megafavorito derrotado, de rodillas y sin aire, simbolizó el que en ese momento era uno de los grandes triunfos aztecas.

Margarito ganó su tercer título del mundo y consagró su nombre entre los mejores peleadores peso wélter de comienzo de siglo. En una época huérfana de ídolos —Morales y Barrera ya no estaban en el mapa; Márquez era un volado y Canelo, un joven desconocido en las Grandes Ligas—, Margarito se encargó de inflamar el orgullo nacional. Era un boxeador imperfecto, lento y torpe a golpe de vista, pero eso era sólo la apariencia: Margarito, en el fragor del combate, se convertía en un tirador despiadado. Exhibía su poder sin tregua, sin miedo.

En sus primeras doce peleas como profesional, acumuló tres derrotas. Tal augurio no haría suponer que Margarito sería campeón del mundo OMB durante cinco años ininterrumpidos. En marzo de 2002 venció a su compatriota Antonio Díaz para inaugurar su reinado, que finalizó en julio de 2007 cuando cayó ante Paul Williams. Un año después, volvió a reinar en las 147 libras, cuando superó al puertorriqueño Kermit Cintrón en abril de 2008. Dejó vacante ese título para tomar la oportunidad de su vida: Miguel Cotto.

Antonio Margarito venció a Miguel Cotto en julio de 2008. (Ethan Miller/Getty Images)
Antonio Margarito venció a Miguel Cotto en julio de 2008. (Ethan Miller/Getty Images)

Aquella brutal victoria lo catapultó hacia las grandes bolsas millonarias. Su primera defensa sería contra una leyenda viva: Shane Mosley. El ídolo tenía que ratificar su condición de número uno en enero de 2009, con el Staples Center de Los Ángeles como sede. El castillo de naipes, sin embargo, era frágil y pronto se sabría. Naanzim Richardson, entrenador de Mosley, acudió al protocolo de supervisión de vendaje. No tardó en darse cuenta de que había un líquido anormal en las manos del mexicano. Los cojines de las vendas de Margarito estaban húmedos. La Comisión de California decomisó los cojines del mexicano y, más tarde, informarían que en efecto se trataba de yeso.

Shane Mosley necesitó nueve rounds para detener a Antonio Margarito y unificar las fajas OMB, de la cual era defensor, y la AMB que el mexicano había arrebatado a Miguel Cotto. (MARK RALSTON/AFP via Getty Images)
Shane Mosley necesitó nueve rounds para detener a Antonio Margarito y unificar las fajas OMB, de la cual era defensor, y la AMB que el mexicano había arrebatado a Miguel Cotto. (MARK RALSTON/AFP via Getty Images)

Javier Capetillo, entrenador de Margarito, fue suspendido de por vida para ejercer en California. Luego la sanción se extendió a todo Estados Unidos, aunque después de una querella legal, recuperó el permiso en 2014. La interpretación de colegas, prensa y afición fue unánime: Margarito quiso sacar ventaja ruinmente, sin importar que expusiera la vida de un compañero de profesión. Capetillo dijo en el juicio que había sido una confusión: que los cojines pertenecían a otro peleador y que accidentalmente cayeron en la maleta equipada para vendar a su pupilo. El púgil fue suspendido durante un año en California.

Y en el ring, todo salió mal para Margarito: Mosley lo dominó toda la pelea y el noveno asalto selló una victoria por nocaut técnico, interpretada en el mundo del boxeo como una lección gloriosa a un tramposo que ya no tendría legitimidad a partir de ese momento.

"La conducta de los señores Margarito y Capetillo fue inaceptable. La sustancia representaba un peligro a la salud de contrincante. Es muy grave pelear con sustancias en los guantes que puedan lastimar a boxeadores de manera ilegal'', dijo a la prensa Luis Farías, portavoz de la Comisión Atlética de California.

Margarito volvió en mayo de 2010 para una pelea de paso contra Roberto García. En noviembre de ese año enfrentó a Manny Pacquiao por la faja superwélter del CMB. Sus burlas a Freddie Roach, entrenador de Pacman que padece párkinson, alimentaron el odio en su contra. La noche del 11 de noviembre recibió una paliza antológica en el estadio de los Cowboys. La fractura del hueso orbital del ojo derecho, provocada por los golpes de Pacquiao, era un preludio de jubilación anticipada. Cuando se promocionaba la pelea de revancha contra Cotto, un año después, el isleño no tenía reparo en decir que sería impiadoso con el ojo de Margarito.

Nunca se pudo comprobar que Antonio usara yeso contra él, por más que su poderosa pegada de ese día invitara a formular toda clase de suposiciones. Pero Cotto tenía la venganza instalada en lo más profundo de su alma.

El hecho comprobado se dio contra Mosley. Margarito, igual que Capetillo, ha dicho que es imposible pegar con yeso en las manos. "Un día péguenle al costal con yeso en las manos, verán que no se puede", dijo Margarito a Un Round Más. “Yo siempre les he dicho, si las manos de Margarito hubieran tenido yeso, se las hubiera fracturado”, adujo Capetillo en charla con Ernesto Amador.

Sin embargo, un antecedente nefasto les contradice: en 1983, Luis Resto usó yeso en sus guantes para enfrentar a Billy Collins Jr. La trampa se probó dos semanas después de la pelea. Collins fue diagnosticado con ceguera parcial irreversible, por los golpes recibidos, y tuvo que retirarse del boxeo. Cayó en depresión y en 1984 murió en un accidente automovilístico. Sí, sí se puede golpear con yeso en las manos y, como se lee, el daño puede ser irreparable.

Esa noche neoyorkina de diciembre de 2011 acabó con Cotto por todo lo alto, cobrando su revancha, como campeón —el cincho era lo de menos— y con un Margarito sorprendido cuando el referí le dijo que no podía seguir porque el daño en su ojo derecho, el mismo que había sido destrozado por Pacquiao, era muy grande. Margarito hizo trampa una vez y el boxeo le pagó con tres derrotas humillantes. Entre 2016 y 2017, volvió al ring para hacer tres peleas que no causaron mayor interés. El ídolo que no fue, un estigma eterno.

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