Whyndam Clark: el campeón del US Open que encontraba mensajes en su mochila

La mirada al cielo en honor a su madre, Lise; Whyndam Clark recorrió un largo camino en el golf
La mirada al cielo en honor a su madre, Lise; Whyndam Clark recorrió un largo camino en el golf - Créditos: @ROSS KINNAIRD

Punto 1: Diviértete en el hermoso campo de golf. Punto 2: Sé arrogante. Punto 3. Recordarse a sí mismo los dos primeros puntos. Esos fueron los tres objetivos que anotó Whyndam Clark cuando su entrenadora mental, Julie Elion, lo desafió a que escribiera alguna guía para sostenerse en en el hipercompetitivo PGA Tour y no frustrarse en el intento.

Más que nunca, esos tips de puño y letra debían surtir efecto durante la semana del US Open. Y vaya si le dieron resultados al oriundo de Denver: disfrutó en Los Angeles Country Club y, por sobre todo, fue lo suficientemente arrogante para consagrarse en el test más duro de los majors. Y no solo eso: le faltó el respeto –en un sentido deportivo- nada menos que a Rory McIlroy, que buscaba su quinto título grande y a quien le terminó ganando por un golpe en ese apasionante mano a mano final.

La copa del US Open en alto para Wyndham Clark, en el fantástico atardecer de Los Angeles
La copa del US Open en alto para Wyndham Clark, en el fantástico atardecer de Los Angeles - Créditos: @ANDREW REDINGTON

Clark aseguró que se mostró arrogante en instantes límite del torneo; se convenció de que el intimidante campo par 70 no lo iba a achicar. El último domingo, por ejemplo, no se amilanó cuando tuvo que sacar la pelota por segunda vez desde una festuca que acechaba al lado del green, en el par 5 del hoyo 8. Ni tampoco cuando se vio obligado a ensayar un approach y putt imposibles para salvar el par en el 9 y conservar la punta.

El golfista de 29 años, criado en Colorado, se despertó ayer en el 13° puesto del ranking mundial –figuraba 32°- y con un incremento de 3.600.000 dólares en su cuenta bancaria, sin contar los descuentos. Pero más allá de listados o dinero, su mayor ganancia fue haberse convencido de su estirpe de campeón. Todo muy mental. ¿Qué parecía rondarle en su cabeza hasta no hace mucho? Estaba demasiado enojado para ganar, pero adoptó una nueva actitud hacia el título del US Open y lo atrapó con una autoridad admirable, más allá de no arrancar como candidato.

Su lugar en el mundo del golf empezó a cambiar el mes pasado, cuando ganó el Wells Fargo. Para entonces, sus ejercicios mentales ya le habían hecho un clic en su mente. Y se enseñó tan relajado en aquella contienda en Charlotte que ni siquiera se dio cuenta de que la victoria lo clasificaba para su primer Masters. Más tarde, en el vestuario, Johnny Harris, propietario de Quail Hollow Club –donde se organiza el Wells Fargo- y miembro de Augusta National, invitó a Clark a jugar allí una vuelta de práctica a finales de este año. “¡Oh, mierda!”, dijo Clark, dirigiéndose a su caddie John Ellis. “¡Estamos en el Masters!”.

Es increíble lo que sucedió con este nuevo campeón del US Open, porque hasta aquí había jugado seis majors y su mejor resultado en torneos grandes había sido un puesto 75°. Además, había fallado el corte en cuatro de ellos. Claramente, no era el jugador que se suponía que se impondría en Los Angeles, sobre todo porque coqueteaban con el título Scottie Scheffler (N° 1) y Rory McIroy (N° 3), además de Rickie Fowler, el “renacido” que en sus buenos momentos supo ganar The Players (2015). No solo había pesos pesados merodeando la vanguardia, sino que era lógico esperar un eventual colapso de Clark, que sin embargo superó todas las dificultades.

Aquello de los recordatorios, de los objetivos por perseguir propuestos por su psicóloga, vienen desde su más tierna infancia. Aunque lejos de potenciarlo e insuflarlo, en su momento le dieron vergüenza y le hicieron pasar malos momentos. En su niñez y adolescencia, Whyndam encontraba notas en todos lados: en su bolsa de palos, en su bolso deportivo, en su mochila del colegio… Su mamá, Lise, era la encargada de escribirle esos ayudamemoria para que anduviera por la vida con fe y ambición. El joven abría esas notas en medio de las clases del colegio y a veces sus compañeros lo descubrían leyendo esos mensajes motivadores de su mamá, lo que despertaba risas socarronas y alguna burla en el aula.

Si de chico se avergonzaba por encontrar esos papelitos por todos lados, ¿qué le sucedería hoy? “¿Ahora? Daría cualquier cosa por descubrir otros. Sé que mi mamá está orgullosa de mí”, mencionó Clark, atravesado por la muerte en 2013 de su progenitora debido a un cáncer de mama, a sus 55 años. “Ella siempre se enorgulleció de mí sin importar cómo estuviera yo o lo que estuviera haciendo. Ojalá ella pudiera estar aquí y disfrutara este título del US US Open. Fue una semana increíble”.

Las referencias a su madre son múltiples. Mientras festejó en el green del 18, replicó un movimiento que tiene grabado desde sus primeros años. “Ella era mi mayor animadora. Hice una gran victoria en V con mis brazos cuando gané, porque mi mamá era porrista en la escuela secundaria. Cada vez que yo salía para la escuela o rumbo a un torneo, me hacía esa gran pirueta de porrista y aterrizaba de rodillas con una gran V y decía: ‘¡Wyndham, victoria!’ Así que hice eso. Ella estuvo aquí todo el tiempo”, comentó emocionado.

La señal de sus brazos en V de victoria, como lo animaba su madre de chico
La señal de sus brazos en V de victoria, como lo animaba su madre de chico - Créditos: @HARRY HOW

Clark creció en Denver, donde su madre lo introdujo al golf a los 3 años. Aprendió de su padre, Randall, jugando y practicando en el Cherry Hills Country Club; se impuso en dos campeonatos estatales de secundaria y jugó golf universitario en el Estado de Oklahoma.

Durante su primer año en la facultad, a su madre le diagnosticaron el cáncer. Finalmente, después de la evolución de la enfermedad, la muerte de Lise devastó a Clark, tanto dentro como fuera del campo. Rompía palos o abandonaba en la mitad de las vueltas de golf. Tenía problemas para concentrarse y quería dejar el deporte. Su coach, al ver cómo empeoraba su ánimo, le recomendó ser transferido de Oklahoma State a la Universidad de Oregon, una mudanza que efectuó a regañadientes. Pero lo importante era que cambiase de escenario y respirara otro aire...

Se convirtió en profesional en 2017, hizo dos de los ocho cortes en el PGA Tour en sus primeros dos años y tuvo un relativo éxito en los últimos cuatro en el circuito, al conseguir el 62 % de los cortes y un registro de nueve top 10. Pero tardó en despejar esa sensación de estar perdido sin su madre. Además, estaba frustrado porque no lograba competir como sabía que podía hacerlo. Golpeaba cosas y gritaba en su auto. A veces, simplemente conducía con la mente en blanco.

“Tuve tres o cuatro momentos decisivos en mi carrera desde la universidad, pero estoy muy contento de haberlo superado”, contó Clark, que se ilusiona con más: “Dios tiene un plan para mí... y es mucho más grande de lo que podría haber imaginado”.