Así se vino abajo el matrimonio de Messi con el PSG

En el momento en que el avión privado que transportaba a Lionel Messi a un lucrativo compromiso de patrocinio en Arabia Saudita carreteó por una pista francesa a principios de esta semana, su carrera en el Paris Saint-Germain había terminado efectivamente.

La suspensión llegaría un día después. La separación oficial no ocurrirá hasta que su contrato expire en unas pocas semanas. El juego de la culpa puede extenderse durante meses.

Pero ya el miércoles no había duda en los puntos principales: Messi nunca volverá a jugar para el PSG y tanto el jugador como el club están de acuerdo en eso.

El final no habrá sido una sorpresa para ninguna de las partes. Entre el jugador y el club siempre había existido una relación comercial, una que carece del peso emocional del tiempo que pasó Messi en el Barcelona. Y aunque se discutió sobre la renovación del contrato del delantero en las semanas y meses después de que Messi condujo a Argentina al título de la Copa Mundial en diciembre en Catar, ninguna de las partes parecía comprometida a consumar un acuerdo.

Pero después de faltar a una práctica el lunes, un día después de que los aficionados en París abuchearon a los líderes de la liga por una derrota en casa ante el Lorient, un equipo medio que los hinchas esperaban ver aplastado por la descomunal plantilla del PSG, cualquier idea de una renovación se extinguió.

Los lunes son tradicionalmente un día libre para los jugadores del PSG después de una victoria. Sin embargo, cuando pierden, se espera que los jugadores entrenen.

Sin embargo, ya el lunes en la tarde, Messi y su familia estaban siendo fotografiados en Arabia Saudita, en cumplimiento de una parte del contrato de varios años que tiene el jugador para promover a la autoridad turística del reino del golfo Pérsico. En París, los directivos del club estaban formulando su airada respuesta ante la ausencia no aprobada de su estrella.

Para el martes por la noche, se corrió la voz de que el PSG no cedería ante Messi. Oficialmente, el club no ha dicho mucho. Pero las sanciones impuestas a Messi se filtraron rápidamente: había sido suspendido de participar en los entrenamientos y los juegos por dos semanas, tiempo durante el cual no recibiría un centavo de su salario gigantesco, que según se reporta estaba cerca de 800.000 dólares por semana. En privado, un directivo del club dijo que era poco probable que Messi volviera a portar los colores del club.

Al igual que el PSG, Messi y sus representantes permanecieron en silencio públicamente a medida que la especulación sobre el desmoronamiento de su relación crecía tras bambalinas. Sin embargo, el campamento de Messi ha informado sobre su lado de la historia a una variedad de personalidades de los medios. Según esos reportes emitidos esta semana, Messi tenía la impresión de que tenía el permiso del club para llevar a cabo su emprendimiento comercial. El jugador había decidido hace un mes, informó uno, que no se quedaría en París para una tercera temporada. Incluso había comunicado esa decisión al club, según los reportes.

Mientras tanto, el club estaba haciendo lo mismo. La preocupación inmediata, al parecer, no era reparar la relación, sino controlar la narrativa. Pero, al centrarse en los detalles, se ignoró lo obvio: el desenlace de esta semana representa el punto más bajo en la relación transaccional de Messi no solo con el PSG sino también con el Estado de Catar. El jugador había anunciado su venida a París hace menos de dos años, una llegada sin sobresaltos después de que Messi abandonó el Barcelona, lleno de lágrimas y empujado por problemas en el presupuesto de ese club, como un triunfo. El PSG ha hecho todo lo posible desde entonces para asociarse con el genio de Messi.

El matrimonio por conveniencia no podría haber resultado mejor para el jugador, el club y el país. Messi firmó uno de los contratos más generosos del deporte. El PSG, que es propiedad de una empresa catarí, agregó otro nombre de clase mundial a su búsqueda, hasta ahora sin resultados, de un título de la Liga de Campeones. Mientras tanto, Catar, el país, incorporó a una figura destacada antes del evento más grande en la historia de esa nación, la Copa del Mundo de 2022, y luego, vio a Messi interpretar un papel protagónico en un torneo que terminó cuando el emir de Catar arropó al jugador con una túnica tradicional, el “bisht”, para luego desfilar al campeón por las calles de Lusail como un trofeo.

Personas cercanas al PSG expresaron su sorpresa el miércoles con la caracterización de la salida de Messi y cómo esta fue presentada a su favor. Dijeron que era el club el que había considerado con detenimiento la idea de una renovación de contrato, como parte de un plan para remodelar al PSG a un club que ya no es adicto a superestrellas como Messi, Neymar y Kylian Mbappé, sino uno que depende más del talento local. Estos dijeron que de parte de los representantes de Messi se había recibido incluso una oferta de la cantidad de dinero que él aceptaría para quedarse en el club, una propuesta de aumento salarial que estaba mucho más allá de todo lo que el club había ofrecido tentativamente en enero. Sin embargo, para entonces, puede que ya haya sido demasiado tarde.

Los indicios de un conflicto comenzaron a manifestarse casi tan pronto como Messi regresó de Catar como campeón mundial. El PSG comenzó a desdibujarse cuando la temporada de la liga se reanudó en el Año Nuevo y su ventaja, que alguna vez fue incuestionable, comenzó a reducirse. El equipo salió de la Copa Francesa y, más frustrantemente para sus propietarios de Catar y sus aficionados parisinos, también de la Liga de Campeones.

Al mismo tiempo, los abucheos de los hinchas acérrimos del PSG se volvieron más intensos y las opiniones más airadas comenzaron a centrarse cada vez más en Messi, cuyo desempeño y producción, tal vez como se esperaba de un jugador de 35 años que salió de una agotadora Copa del Mundo, disminuyeron por debajo de su esplendor habitual.

En las últimas semanas, los observadores de Messi, parte de una industria artesanal adjunta tanto del estrellato del jugador como a su destreza en el fútbol, especularon sobre a dónde podría aterrizar este la próxima temporada. ¿Un regreso a Barcelona, tal vez? ¿Una aventura estadounidense en Miami? ¿Una estadía extendida en Arabia Saudita? Sin duda, todos están sobre la mesa ahora.

Mientras Messi posa para fotos con su familia en Riad, una cosa está clara: su futuro no estará en París.

c.2023 The New York Times Company