El gran villano del documental al que apuntan los Sussex no ha sido la Familia Real británica

Los duques de Sussex querían contar su propia historia en primera persona y lo están haciendo y con ello han reabierto la polémica en plena cuenta atrás para la Coronación de Carlos III. Harry y Meghan han mostrado su intimidad en el documental de Netflix, pero, en lo que a la historia se refiere todavía quedan muchas incógnitas por despejar que veremos si se aclararán el próximo jueves con el estreno de los tres capítulos siguientes. De momento, el gran villano de esta docuserie no está siendo la Casa Real británica como se podría esperar, el grueso de las críticas que hace la pareja están dirigidas a determinados medios de comunicación, al sistema con el que la Casa Real británica gestiona su relación con la prensa y a los métodos de algunos paparazzisEste documental confirma que ellos no se marcharon de la Familia Real británica para desaparecer, se fueron para tomar las riendas de su vida y eso incluye el decidir cómo, cúando y dónde se habla de ellos. 

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"Los tabloides del Reino Unido tienen una relación especial con la Familia Real británica. Hay una especie de contrato no escrito entre la institución y la prensa. Tal y como lo exponen, el contribuyente del Reino Unido paga por la Familia Real y a cambio de esos pagos se espera que la Familia Real esté disponible para los medios. Es algo así cómo: nosotros pagamos, vosotros posáis", explica Tim Burt, vicepresidente de Teneo -una consultoría global de asesoría y relaciones públicas- y que trabaja en el equipo de la fundación de los duques Sussex. Además en el documental de Netflix se explica cómo la Familia Real británica depende de los medios de comunicación para transmitir su mensaje y garantizar su presencia en la vida pública, es por ello que hacen miles de actos oficiales al año con la presencia de periodistas.

"Por cada duque y duquesa hay un equipo de comunicación, la comunicación de la Familia Real es muy parecida a la de una oficina de prensa o un portavoz de medios de políticos, empresas, hombres de negocios o celebridades", explica James Holt que trabajó en la comunicación de los duques de Sussex durante el tiempo que estuvieron dentro de la Casa Real y ahora sigue con ellos . "Hay un equipo de comunicaciones en el palacio de Buckingham, otro Clarence House y otro en el Palacio de Kensington y cada uno tiene como prioridad a sus protagonistas. Al final aspiran a controlar la narrativa", añade Tim Burt, explicando que cada equipo funciona de forma independiente y compite con los demás para tener la mayor cobertura posible y que esa cobertura sea positiva. Por otro lado, hay que tener en cuenta que desde el Palacio la norma es la de no reaccionar públicamente, no desmentir informaciones y no abrir batallas con los medios de comunicación. Harry y Meghan no estaban cómodos con esta forma de operar: ellos sí entran en el debate, matizan informaciones, hablan con determinados medios e interponen demandas contra otros.

'Harry era la nueva Diana, vendía mucho más que Guillermo': Gavin Burrows, detective privado

Para comprender cómo lo ha vivido Harry hay que irse al principio: desde el capítulo uno cuenta cómo de agobiante fue su juventud, siempre rodeado de fotógrafos. También habla del sufrimiento de su madre, no por la infelicidad de su matrimonio, sino por el excesivo interés que despertaba su figura. "Mi madre fue acosada durante toda su vida con mi padre, pero cuando se separaron el acoso pasó a otro nivel", dice el príncipe Harry para terminar explicando cómo lo que le pasó a su madre comenzó a pasarle a él a llegar a la adolescencia. Fue entonces cuando el chico que había perdido a su madre con doce años y luchaba por encontrar su lugar se convirtió en portada por sus problemas con las drogas y el alcohol. Él mismo habla de este tema en el documental de Netflix y lo hace con franqueza: "No todas las historias eran falsas, pero se exageraban".

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Lo que no se cuenta , quizá porque es un tema disputado en los tribunales, es cómo se consiguieron esas historias. El príncipe emprendió acciones legales contra la casa editora de The Sun y de News of the World, News Group Newspapers, así como contra el propietario del Daily Mirror, por presunto hackeo telefónico y otras actividades ilegales de recopilación de datos que luego convertían en noticias. Incluso hay un detective privado, Gavin Burrows, que confesó en la BBC para el podcast Harry, Meghan y los medios, que usó métodos poco éticos o ilegales para recopilar información sobre Harry y su entorno, incluida Chelsy Davy, la que fuera su primera novia. Al parecer se analizaba desde la basura hasta los registros telefónicos y la información financiera para saber cómo se gastaba el dinero; además hasta en tres ocasiones, según Harry, se llegó a hackear su teléfono privado. Según el detective –que literalmente le pidió perdón por "robar su infancia"- se obtuvo, entre otras, la información del consumo de drogas. "Harry era la nueva Diana, los editores me explicaron que vendía mucho más que Guillermo", contó el detective arrepentido. El desafío lo tiene el equipo legal de Harry (y el de otras celebridades como Elton John o Elizabeth Huryley, que también han demandado por utilizar métodos invasivos contra la privacidad) ya que tienen que probar que los detectives privados trabajaban por encargo del grupo editorial.

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¿Cómo se forjo la relación de Harry con la prensa?

La Casa Real supo reaccionar a tiempo (y a su favor) al tema del consumo de drogas del príncipe Harry. El entonces príncipe de Gales llevó a su hijo a un centro de desintoxicación para que conociera los peligros de las drogas y, en enero de 2002, emitió un comunicado a través del Palacio de St. James: "Es un tema muy serio que se ha resuelto en familia". Al príncipe Carlos le llovieron los elogios por su naturalidad y su faceta de padre, incluso el Primer Ministro, Tony Blair, alabó en público su comportamiento resaltando la dificultad de educar en solitario a dos hijos que han perdido a su madre. Con el tiempo Harry ha contado que las drogas y el alcohol venían a enmascarar el duelo mal gestionado por la perdida de su madre y la soledad que le sobrevino después. Por las declaraciones que ha ido haciendo a lo largo de los años, todo apunta a que Harry le dolió verse expuesto con 17 años de esa manera y también que se utilizaran sus problemas con las drogas como una campaña para mejorar la imagen de su padre. Este episodio, así como lo que cuenta en el documental de qué sus novias huían al verse enzarzadas en persecuciones, ilustran cómo se fue forjando el comportamiento de Harry con los medios de comunicación.

Otro momento especialmente doloroso fue el que tuvo que ver con su evacuación de Afganistán. En el año 2005 el príncipe Harry ingresó en la academia militar de Sandhurst y el ejército británico se convirtió en un impacto positivo en su vida, le dio libertad, un propósito y un sentimiento de pertenencia, además le sirvió para quitarse ante los británicos la imagen de "party boy" que arrastraba desde la adolescencia. En el 2008 el príncipe Harry se fue a combatir en la guerra de Afganistán con el contigente británico, nadie debía saberlo y durante dos meses fue así, sin embargo, en febrero de 2008 un medio de comunicación australiano se saltó el veto informativo y publicó el paradero del nieto de la jefa del Estado, que inmediatamente se convirtió en el objetivo más codiciado del ejército talibán, que estaba ganando posiciones a pesar del despliegue de la OTAN. Harry fue evacuado de manera urgente ya que su presencia suponía un peligro. Los que vivieron ese regreso contaron que el príncipe estaba decepcionado y triste por haber dejado a sus compañeros allí, al aterrizar descubrió que su repentina salida del país se convirtió en un motivo de mofa con el que incluso se hicieron caricaturas.

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'Tienes la obligación de actuar y si no lo haces caes en desgracia': James Holt, ex portavoz de la Casa Real

Otro de los caballos de batalla del príncipe Harry –y también de Meghan- con respecto a los medios de comunicación es el sistema del Royal Rota, un sistema de acreditación exclusiva para cubrir los eventos relacionados con la monarquía británica. "Sirve para que determinados medios reciban permiso para informar de miembros de la Familia Real y por muy agresiva que haya sido su cobertura anterior, siguen teniendo derecho a estar en la rotación", se explica en el documental, en donde se analiza que Guillermo y Harry son la primera generación que nacieron bajo esa relación contractual con la prensa. "Y resulta que la mayoría son tabloides, es una cuestión de control: esta familia es nuestra y podemos explotarla. Su trauma es nuestra historia, nuestra narrativa y podemos controlarla", afirma el duque de Sussex. "Harry, Meghan y el resto de la Familia Real tienen la obligación de actuar y si no lo haces caes en desgracia y buscarán la oportunidad de resaltar algo negativo", explica James Holt, el ex portavoz de la Casa Real que ahora trabaja con los Sussex.

Ellos querían transmitir su mensaje a través de otros medios de comunicación, algo que les fue negado. Esto generó tensiones cuando la pareja todavía estaba dentro de la Casa Real, se puso de manifiesto especialmente durante el nacimiento y el bautizo de Archie, ya que ellos se habían cansado de un juego en el que no ponían las normas, mientras el público se quedó decepcionado por no tener noticias del nuevo bebé. Al final la pareja buscó caminos para saltarse los vetos, grabó un documental en África con un periodista afín, Tom Bradby, y Meghan colaboró de forma clandestina con el periodista Omid Scobie para el libro Harry y Meghan en libertad, una muestra de la que la pareja sí quiere estar en los medios de comunicación, siempre que puedan decidir el medio y controlar el mensaje. De hecho, después de salir, han participado en foros, concedido varias entrevistas, a Oprah Winfrey y James Corden, y Meghan ha escrito en The New York Times.

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Con respecto a las filtraciones, la opinión general de los corresponsales reales británicos es que es una práctica que ha existido siempre pero que Isabel II usaba en contadas ocasiones, mientras que para Carlos y Diana era algo habitual, igual que lo está siendo para sus hijos. Dan Wootton, el primer periodista que publicó que Harry y Meghan se mudaban a Canadá "por sentirse marginados dentro de la realeza", el 7 de enero de 2020, antes de que estallara todo, contó a la BBC que la información le llegó a través de un mensaje de Facebook y dio a entender -nunca dará sus fuentes- que lo habitual es que las filtraciones sobre los movimientos de los Sussex vinieran del entorno de los Cambridge y viceversa. Una información que advierte que es imposible de verificar. Lo que sí es cierto es que la información comenzó a colarse por todos lados, quizá por eso Harry y Meghan se lanzaron de forma precipitada a publicar una web con la que metieron la pata ya que dieron por sentado que podrían salir de la Familia Real dejando un pie dentro. Hay que recordar que en esa web, que lanzaron el 9 de enero de 2020 y que Isabel II frenó dejando claro que las discusiones todavía estaban en una fase temprana, establecían que trabajarían la comunicación de un modo distinto, que serían ellos mismos los que gestionarían la información y seleccionarían los medios de comunicación con los que trabajar.

¿Guillermo o Harry? El premonitorio vídeo de Meghan Markle

Harry y Meghan comparten imágenes no vistas de su boda en el nuevo capítulo del documental

Sobre lo que ocurrió durante esos días, Omid Scobie, el periodista que escribió el libro con el colaboró Meghan confirmó en el mismo podcast de la BBC que "salían noticias de detalles que Harry había compartido en privado". Para él la prueba más evidente es que es que "desde que viven en Estados Unidos no se filtra nada de su vida". Según explica, el primero que filtra la información es el que da forma a la narrativa, de modo que los Sussex perdieron poder para negociar y comunicar. Es posible que la próxima entrega de la docuserie de Netflix desvele algo más sobre este tema, ya que se ha lanzado una frase de Harry en la que dice: "Mentían para proteger a mi hermano". 

¿Quién tiene la culpa de que el padre de Meghan se vendiera?

Hay un último aspecto delicado de la compleja relación de los duques de Sussex con los medios de comunicación: ¿de quién es la culpa de que el padre de Meghan se vendiera? Este tema ya salió en la entrevista de Oprah Winfrey y ha vuelto a salir en el documental de Netflix, aunque con un solo punto de vista. Cuando se supo que ella era la novia de Harry, el interés en torno a su vida profesional y personal se disparó, de modo que su entorno recibió llamadas en las que se les ofreció la posibilidad de vender información o imágenes. La madre de Meghan, Doria Ragland, no lo aceptó, sin embargo, Thomas Markle sí lo hizo, empezó vendiendo fotos y terminó dando numerosas entrevistas perjudiciales para su hija. "Esta obsesión destruyó mi mundo. Ofrecían tanto dinero…", le dijo Meghan a Oprah y eso nadie lo discute, pero Thomas Markle podía no haber entrado en el juego, igual que hizo su exmujer.

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También relacionado con el padre de Meghan está el controvertido asunto de la carta que su hija le escribió después de su boda y que terminó publicada. Meghan demandó al grupo editorial Associated Newspapers Limited al que pertenece Mail on Sunday y ganó, aunque por el camino se supo que la había escrito sabiendo que podría ver la luz, un asunto que reveló ante el tribunal Jason Knauf, el que fuera secretario de comunicación del Palacio de Kensington y el que según The Times alertó del supuesto acoso laboral de Meghan, un asunto que se remontaría al 2018 pero que se hizo público convenientemente en marzo de 2021, justo cuando comenzó a circular el adelanto de la entrevista bomba de los duques de Sussex a Oprah Winfrey. La periodista británica Natasha Hornsby lo calificó en el pódcast de ¡HOLA! de "disparo de advertencia" y "maniobra" de cara al público para dejar claro que "Meghan no es un ángel".  Un ejemplo más de que esta batalla por la narrativa se disputa desde hace tiempo en varios planos de forma paralela, de frente y por la espalda, y que los duques de Sussex no están dispuestos a perderla.