Vancouver Whitecaps y su paliza 5-0 al Impact de Montreal que muestra el mejor rostro del futbol canadiense

Vancouver Whitecaps  superó al Impact de Montreal con un 5-0 aplastante. (Christopher Morris - Corbis/Getty Images)
Vancouver Whitecaps superó al Impact de Montreal con un 5-0 aplastante. (Christopher Morris - Corbis/Getty Images)

Vancouver Whitecaps e Impact de Montreal son dos pioneros que han tendido puentes entre el futbol emergente de Canadá y la consolidación absoluta de este deporte en los Estados Unidos. Junto a Toronto FC, el primer club canadiense que arribó a la MLS en el 2007, estos equipos han dejado claro que la visión estratégica y la ambición de competir al mejor nivel está por encima de las barrera geográficas. No son equipos de Estados Unidos, pero competen en su futbol profesional porque eso es lo mejor para todos. Vancouver lo hace desde 2011 y Montreal llegó en 2012.

Pero más allá de compartir una misión, la de hacer del futbol un deporte más popular en Canadá, cuando el calendario de la MLS de cada año queda listo, hay una revisión especial para enmarcar con círculo rojo el choque entre ambos. El partido de mayor rivalidad es entre Montreal y Toronto, pero cada una de las combinaciones posibles entre ellos tiene un fin especial: demostrar que son el mejor canadiense jugando en la MLS. Y en este round la victoria fue para Vancouver y no pudo ser más espectacular.

Los Whitecaps ganaron por goleada de 5-0 en el BC Place, su casa. El partido quedó condicionado muy temprano, a los 23 minutos, cuando Rudy Camacho jaló de la camiseta a Simon Becher. El delantero se iba sólo y fue frenado. El VAR hizo su trabajo. Camacho evitó ese gol pero no la catástrofe de la noche entera, a la que el equipo quedó expuesto —jugaron con línea de cinco, y su partida rompió toda la defensiva— después de su expulsión. Aunque intentaron de agazaparse, fue cuestión de tiempo, quince minutos exactamente, para que Vancouver encontrara los huecos propiciados por la expulsión del zaguero.

Y ya nada los detuvo: anotaron de combinación corta, con triangulación, robando el balón en la salida de un Impact totalmente desorientado. Al mediotiempo se fueron con un 3-0 gustoso. Marcaron Brian White, Becher y Julian Gressel. Becher fue la figura indiscutida de la noche, por el doblete y por provocar la expulsión que todo lo cambió.

Solamente salieron al complemento a hacer más grande el dominio. El cuarto gol fue sintomático, recién comenzado el segundo tiempo: parecía que hasta sin querer, Vancouver anotaba, con un balón que pasó por la defensa sin poder ser despejado y finalmente rematado por Ali Ahmed. El 5-0 de Becher fue un mero trámite para sellar una paliza que revitaliza a los Whitecaps (noveno lugar en la Conferencia Oeste) y poner a Impact, un equipo regularmente competitivo, en el último lugar de la Conferencia Este (un partido pendiente, sólo tres puntos cosechados en cinco cotejos).

Caminos cruzados que son un beneficio para todos

Con el poder que tienen, en indudable que estos tres equipos siempre se repartirían los campeonatos de la actual Premier League canadiense. Y vienen a la mente muchos ejemplos de ligas dominadas siempre por los mismos equipos, pero ninguna encuentra mejor encaje que el de Escocia. Rangers y Celtic, que juntos van vida a uno de los clásicos más pasionales del mundo, se han repartido el dominio de su país durante más de cien años. En diversos momentos la pregunta ha sido obvia: ¿no sería mejor que dos equipos tan dominantes en su liga jugaran en Inglaterra?

Así lo han hecho, por ejemplo, dos clubes de Gales: el Cardiff City y el Swansea, que han jugado algunas temporadas en la Premier League (el Swansea ganó en 2013 la Copa de la Liga) y actualmente militan en la Segunda División inglesa. El ejemplo es claro: cuando se quiere se puede. Los galeses quisieron; los escoceses han preferido mantener su dominio alterno, hegemónico y aburrido para el resto de equipos. La tríada canadiense que compite en la MLS ha entendido que esa liga es la mejor opción para crecer en todos los aspectos.

En visibilidad, porque la Liga está disponible para ser vista en todo el mundo —por algo el Bayern Múnich fijó su mira en un Alphonso Davies cuando tenía 18 años—; en nivel, porque aunque ahí les cuesta más trabajo, están expuestos a un crecimiento constante. Toronto es el único que ha logrado ser campeón (2017), pero en general ha sido una relación beneficiosa, sobre todo con el Mundial de 2026 en la mira. En la última Eliminatoria la Selección Nacional de Canadá quedó en primer lugar del Octagonal Final y lo hizo con un futbol serio. Ya en Qatar pecaron de inexpertos, pero no de rudimentarios: saben jugar futbol y tienen todo por delante, pues su equipo es joven.

Y la MLS, por su parte, se toma muy en serio la palabra expansión. No sólo han llevado el futbol profesional a estados que han ganado su sitio (y para ello cumplen con la solvencia económica y atractivo comercial), sino también a Canadá. La relación no podría ser mejor para cada involucrado. Aunque, por ahora, Impact camine con la cabeza gacha por un 5-0 que nadie quiere vivir en carne propia.

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